“Me costó mucho entender el carisma de los checos”
El mexicano Javier Alejandro Aldana Iuit aterrizó en Praga hace cuatro años para realizar sus estudios de Doctorado en Ciencias de Computación. El sistema educativo checo, sus lugares favoritos y su opinión sobre la xenofobia en la República Checa serán algunos temas que conversamos con él en la nueva edición del espacio 'Praga Mía', que arroja la luz a la vida de los hispanohablantes en Chequia.
En el marco de su carrera, Javier tiene la oportunidad de impartir clases en la universidad, por lo cual pudo observar alguna que otra diferencia entre el sistema educativo de México y la República Checa. A Radio Praga confesó lo que más contrastante le parece.
“Para entrar en la universidad pasamos por una serie de examenes de admisión muy estrictos, para saber si vas a desempeñar tus estudios de una manera correcta. En cambio aquí, si quieres estudiar tu carrera en ČVUT, tienes las puertas abiertas sin necesidad de presentar nada. La diferencia es que en el primer semestre los niveles educativos aquí son muy altos. No importa que tengas un examen de admisión o no, entras, y si no estás preparado, para el primer semestre ya estás fuera. Encuentras a alumnos más preparados y otros que no sabes qué hacen aquí. Me parece un sistema justo, todo el mundo tiene la oportunidad de estudiar”.
“Es difícil integrarse entre los checos”
La Escuela Superior Técnica de Praga (ČVUT) cuenta con un centro de investigación reconocido a nivel internacional, que reúne a especialistas de todo el mundo. Javier afirma que integrarse en el colectivo de sus compañeros resultó fácil, pero solamente en el caso de los extranjeros, según explica.“Es muy difícil integrarse entre los checos como colegas y amigos. Puedo notar que tienen un círculo muy pequeño y cerrado. No es que difiera de otros países. Que te logres involucrar y ser considerado dentro de este grupo es muy difícil, a pesar de que son amables y colaboran contigo. Hablamos específicamente de Praga. Si uno sale de Praga, la gente es diferente. Me costó mucho trabajo entender el carisma de los checos, cómo saber cuándo en realidad están de buen o mal humor”.
Por su parte, Javier admira en la naturalidad de los checos el orden y la sinceridad, explica.
“Me gusta el orden que llevan. Esto conlleva de cierta manera el frío y la distancia, pero es un síndrome que se da en grandes ciudades; la deshumanización. Son muchas personas todas viviendo juntas. Me parece interesante, al menos las personas con las que he trabajado, que sean muy honestas y les guste ir por la vía derecha, la honesta”.”No hace falta crear más, sino ensalzar lo que tenemos”
La preocupación de los checos por su patrimonio cultural es una de las cosas que Javier aplaude, según apunta.
“El mismo Gobierno preserva mucho su cultura, le pone mucho ahinco y esfuerzo para relucir la belleza de la ciudad lo más que se pueda. No es crear más, es ensalzar lo que tenemos”.
Una de las actividades favoritas de Javier en la capital checa es montar la bicicleta por las rutas ciclistas, que tacha de seguras y tranquilas. La que más disfruta lleva por la ribera del río Moldava hacia el barrio de Trója.
“Hay rutas que no son tan concurridas, pasas por diferentes parques y jardines con pequeños restaurantes. No es nada ostentoso, nada de lujo, ni tienen las mayores facilidades o comodidad, pero simplemente es lo que uno necesita para disfrutar del paisaje, para descansar y hacer algo por su salud. Además, puedes disfrutar de una maravillosa vista al río”.Para un paseo más relajante, el joven doctorando recomienda los senderos situados en los alrededores del Castillo de Praga, apunta.
“Es una combinación entre el bosque y la ciudad. Te transporta totalmente, estás allí y no sabes que estás en la ciudad. Creo que no es una actividad que esté sumamente puntualizada en una guía de turistas”.
Fuera de Praga, Javier tacha de imprescindible visitar una de las fábricas de cerveza para conocer la rica cultura cervecera checa. Advierte asimismo no perderse uno de los numerosos festivales de música, donde aprendió a disfrutar la música checa.
“Al principio no la podía digerir porque no me parecía melódica. Fue por mi total ignorancia. Si no entiendes, nada es familiar. Nada más estás escuchando que alguien está evocando fonemas y no tiene ninguna lógica para ti. Una vez que uno esté más familiarizado con los lugares, ya que la música checa está inspirada en la cultura y las paisajes, ya comienzas a tener recuerdos y empiezas a disfrutar la música”.
La actitud negativa del Gobierno hacia las cuotas de redistribución de los inmigrantes convierte a los checos en los ojos de algunos en un pueblo xenófobo. Javier comenta su opinión al respecto.“Cuando surgió el boom de las noticias de los sirios, que estaban saliendo del país y pidiendo asilo político, pude percibir que la sociedad checa se puso muy tensa. No habían visto este problema tan de cerca hasta que empezaran a ser bombardeados con noticias amarillistas con las que se llenaron los noticieros. He platicado con muchas personas, en las que existe un rechazo en la personalidad checa para recibir foráneos. Solo sucedió una vez, cuando estaba trabajando hasta las cuatro de la mañana, salí y unas personas muy jóvenes ebrias me gritaban:-“Vete a Alemania, aquí no te queremos”. Yo no culpo la sociedad checa de esto, eran dos menores de edad, intoxicados con el alcohol. No me tocó una situación seria, una discriminación”.
Javier se afincó en la República Checa con mucho gusto y no descarta la posibilidad de quedarse tras acabar su carrera de Doctorado.