Martinů evoca con cariño ancestrales tradiciones checas

El matrimonio Martinů el día de la boda

Bohuslav Martinů vivió en París la trepidante década de los veinte y comulgó con el espíritu de la vanguardia. Al terminar ese decenio se dio cuenta, sin embargo, de que su concepción de la música difería de la que le rodeaba en la Ciudad de la Luz. Sentía cada vez más vivamente su origen checo.

Vysočina
Después de 1930, el compositor dirige su atención hacia el folklore checo y moravo y compone sus obras escénicas con vistas a su representación en teatros nacionales. .......

En la Navidad de 1930, Martinů abre la colección de ´Cantares y Coplas Populares Checas´, recogidas en el siglo XIX por el poeta y coleccionista de folklore, Karel Jaromír Erben. A partir de sus letras compone tres canciones para el coro femenino a capella. En su autobiografía, escrita en tercera persona y fechada en 1966, el compositor apunta:

”Después de la época de ´Half-Time´, del dinamismo y de la influencia de la música jazzística contemporánea, regresa de repente a la expresión nacional checa, es decir directamente al folklore, preparándose de esta manera para sus futuros trabajos escénicos”.

El primero de ellos será el ballet cantado ´Špalíček´.

En el ballet ´Špalíček´ resuenan evocaciones de la Meseta Checomorava, llamada en checo Vysočina, tierra de la infancia de Bohuslav Martinů. El compositor evoca con cariño juegos infantiles, cuentos de hadas y costumbres populares.

El título del ballet alude a ´Špalíček´ del pintor Mikoláš Aleš. Es una especie de cancionero que contiene cantares del pueblo, cuyas letras el pintor acompañó con graciosos dibujos.

´Špalíček´ de Bohuslav Martinů fue estrenado en el Teatro Nacional de Praga el 19 de septiembre de 1933.

Fue acogido calurosamente por el público y por la crítica. En la misma temporada tuvieron lugar, una tras otra, catorce reposiciones. Todas ante la sala abarrotada.

Alguien llegó a comparar su popularidad con la ópera nacional ´La Novia Vendida´, de Federico Smetana.

Martinů inició a principios de los treinta el regreso espiritual a su patria, pero al mismo tiempo rechazó la oferta de ocupar el puesto de profesor de composición en el conservatorio de Brno. Temía que la labor pedagógica le tomase demasiado tiempo. Escribió al director del citado centro musical:

”...y yo tengo todavía tantos planes por realizar, para los cuales necesito todo mi tiempo, y le aseguro que no pierdo de él ni un cuarto de hora”.

Martinů subrayó en su respuesta que consideraría una deserción imperdonable si abandonase por mejores condiciones financieras su estatuto de creador independiente.

Dedicar todo el tiempo a la creación sin disponer de ingresos regulares tenía sus inconvenientes: Martinů vivía en constantes apuros financieros.

En la vida práctica contaba, afortunadamente, con su compañera Charlotta, con la que contrajo matrimonio el 21 de marzo de 1931. Ese año Martinů celebraría su 41 cumpleaños.

La francesa Charlotta Quennehen provenía de una familia pobre, oriunda de la región entre las ciudades de Amiens y Calais. Su padre era leñador. La joven se marchó a París donde trabajaba como costurera.

Martinů y Charlotta se habían conocido en 1926 en la carpa del circo Medrano donde actuaban los famosos payasos Fratellini.

En los años veinte, el variopinto mundo circense atraía mucho a los artistas. Entre los amigos de Martinů se encontraba el pintor František Tichý cuyos cuadros retrataban payasos y acróbatas.

En comparación con los años veinte, repletos de optimismo, la década de los treinta se presentaba sombría. Después de 1929 el mundo vivía inmerso en una grave crisis económica y en Europa la ascensión del partido nazi amenazaba el orden democrático.

Martinů firmó un contrato con la firma alemana Schott para la edición de partituras de sus obras. Para el compositor no era un contrato muy ventajoso, pero la firma era prestigiosa, ya que editaba obras de Paul Hindemith, Igor Stravinski y Carl Orff.

Editar obras de un compositor novel era arriesgado en tiempos de crisis, pero Martinů le parecía a la editorial alemana un autor prometedor.

Schott editó de Martinů, entre otras, las partituras del Concierto para Violonchelo, el trío para piano Cinco Piezas Breves y Serenata para Orquesta de Cámara.

En 1933, tras la llegada de Hitler al poder, para la editorial se hacía políticamente peligroso mantener contactos con Martinů, ciudadano checoslovaco, residente en París. Primero, la firma Schott suspendió temporalmente la edición de nuevas obras del compositor checo, pero dos años después cortó toda correspondencia con él.

Mientras en Alemania triunfaba la barbarie, Bohuslav Martinů empezó a trabajar en la primavera de 1934 sobre un ciclo de cuatro óperas cuyos temas se remontaban a las raíces de la cultura europea. Le puso el título de ´Autos de María´- en checo ´Hry o Marii´. El compositor se inspiró en antiquísimos dramas litúrgicos medievales.

Se estaban preparando simultáneamente dos escenificaciones de ´Autos de María´: en el Teatro Nacional de Praga y en Brno.

La obra acabó por estrenarse primero en la capital morava, en febrero de 1935. La acogida de la crítica fue entusiasta.