“Los profesores checos tienen pocas ganas de experimentar”

Georgina Agoitia-Gil

Hace diez años abandonó su familia y su carrera para vivir en Praga el amor de sus sueños. La relación no duró tanto tiempo, pero ella sigue acá, convencida de que el enseñar a los niños checos su idioma materno es su vocación. La mexicana Georgina Agoitia-Gil nos cuenta las aventuras y desventuras de su vida en la República Checa.

Georgina Agoitia-Gil
Georgina, ¿cuántos años llevas en la República Checa?

Llevo aquí un poco más de diez años. Diez años y cinco meses.

¿Cómo se te ocurrió venir a este país?

Llegué aquí porque conocí a un checo. Yo sé que muchos extranjeros llegan por un checo o una checa y este fue mi caso también.

¿A qué te dedicas?

Me dedico a la enseñanza. Doy clases de español y también un poco de inglés.

Cuéntanos, ¿cómo son los niños checos como estudiantes?

Justamente ahora estoy dando clases en una escuela básica y es muy diferente para mí. Mi experiencia había sido más con adolescentes. Con los niños tengo que dar muchísima energía y la enseñanza es diferente. Siento que les falta disciplina a los niños de aquí y también, por otro lado, los maestros somos responsables de eso y tenemos que ponerles más límites a los niños. Me gustaría que los niños pudieran opinar más sobre la enseñanza, sobre lo que piensan ellos, y no solamente que memoricen los hechos, que creo que es como les enseñan aquí.

Ahora se habla mucho de que la enseñanza en la República Checa está en crisis, que los profesores que hay son mayores y que falta gente joven que se dedique a dar clases. ¿A qué se debe?, según tu opinión.

Realmente creo que el sistema actual es muy difícil de romper. Muchos maestros, incluso jóvenes, siguen dando clases como ellos aprendieron, siguen llevando el libro ejercicio tras ejercicio y no dejan a los niños que piensen, que participen. Veo que muchos se niegan a aceptar novedades y siguen enseñando de la forma tradicional. Tal vez porque se sienten más seguros, tal vez no quieren experimentar. Eso hace que la educación sea poco agradable, tanto para los niños como para los maestros.

Tu profesión original era muy distinta a lo que estás haciendo ahora. ¿Nunca se te ha ocurrido buscar un trabajo en alguna empresa internacional?, por ejemplo.

¿Sabes?, realmente me gusta la educación. Creo que vine a la República Checa y aquí encontré mi vocación, que es ser maestra, y pienso dedicarme a ello. De vez en cuando, sí extraño un poquito el estar en un escritorio con una computadora, calladita, y no tener que estar hablando todo el tiempo con la gente ni escuchándola. Es un trabajo bastante agotador, porque hay interacción todo el tiempo: uno habla o escucha, habla o escucha. Es todo el tiempo tener la mente ocupada con los estudiantes.

La última pregunta: ¿Tus planes para el futuro? Porque diez años es muchísimo tiempo… ¿Piensas quedarte o ya tienes ganas de cambiar de lugar?

Muchas personas me preguntan y yo siempre les contesto: “es mi último año, es mi último año”. Y creo que llevo ya cinco años diciendo eso. Sinceramente, no veo mi futuro como una persona mayor aquí en la República Checa, simplemente por el invierno. Se me hace muy duro, muy frío, muy largo y muy gris. Por dos o tres meses no hay luz y eso a mí me quita mucha energía. Se me hace muy triste y me deprime. Obviamente, la mayoría de mi familia está en México y pienso regresar allí alguna vez. No sé cuándo todavía. Hoy estoy aquí, mañana no sé.