Los checos y los eslovacos no solo brindan ayuda a Ucrania, también apoyo moral
Tanto la República Checa como Eslovaquia están reaccionando de manera modélica a la guerra en Ucrania según apunta el experto Benjamin Tallis, que destaca la postura solidaria de los gobiernos.
La República Checa y Eslovaquia están teniendo una respuesta ejemplar en la guerra de Ucrania, según el politólogo residente en Berlín Benjamin Tallis. El experto en seguridad ha hablado con la Radio Checa sobre su artículo, publicado esta semana, en el que defiende que estos dos estados están mostrando el camino a seguir a las democracias occidentales en cuánto a solidaridad.
Para Tallis, tanto Praga como Bratislava están brindando un apoyo material esencial a Ucrania a través de la donación de armas de tecnología puntera. Además, la ayuda humanitaria está siendo, también, muy importante, igual que el recibimiento de refugiados ucranianos. Ambos países son dos de los principales receptores de personas que huyen de la guerra. Además, y a diferencia del resto de Europa, el experto destaca la postura moral de los gobiernos checo y eslovaco, que se han posicionado desde un principio en contra de la invasión rusa, con un discurso de solidaridad muy marcado.
“Puedes ver eso en las declaraciones de, por ejemplo, el Primer Ministro eslovaco Heger, diciendo que es deber nacional ayudar a Ucrania. También es visible en la retórica del Ministro de Relaciones Exteriores checo Jan Lipavský, que ha manifestado que es una decisión moral y democrática muy clara”.
Poco después del inicio de la invasión rusa, el primer ministro checo Petr Fiala dijo que sus conciudadanos sentían la amenaza de Rusia mucho más presente que los estados de Europa occidental por razones históricas. No obstante, y según Tallis, si bien es cierto que el miedo a una posible nueva invasión es mucho más agudo en la región, esta no es la principal causa de la respuesta de Chequia y Eslovaquia a la situación.
Apunta el experto que, aunque los recuerdos de 1968 son fuertes todavía en la conciencia pública y en la memoria colectiva de los países, Polonia comparte una historia similar y no está actuando con la misma conciencia moral. Para el experto, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, no comparte la agenda política idealista de Heger o Fiala.
“El miedo está ahí, pero no se trata solo de miedo, se trata de defender un tipo diferente de geopolítica, un enfoque más progresista de la geopolítica, que también toma en serio las preocupaciones de los países más pequeños. Trata de estructurar un orden internacional en el que todos los estados puedan prosperar. Y eso es algo que se ve amenazado por el régimen de Putin, un poder revanchista y autoritario presente en Europa”.
Además, la República Checa y Eslovaquia también se sienten desprotegidos por la inacción del resto de estados occidentales, apunta Tallis.
En su artículo, el experto [https://rusi.org/explore-our-research/publications/commentary/are-czechia-and-slovakia-eus-new-radical-centre] usa el término ‘neoidealismo’ para referirse a esta manera de entender la geopolítica, que va más allá del modelo estándar de internacionalismo liberal de estos últimos años.
“Se basa en el poder de los valores concebidos como ideales, por los que debemos luchar, aunque se realicen de forma imperfecta en los estados. Sería por lo que vale la pena luchar, como los derechos humanos y las libertades fundamentales. Democracia liberal, autodeterminación, no formar parte de una esfera de influencia de poder más grande si no se desea. Pero sobre todo el derecho de los ciudadanos a un futuro esperanzador”.
Esta línea de pensamiento está empezando a ganar relevancia en la República Checa y Eslovaquia, donde los políticos usan cada vez más una retórica reveladora en este sentido. Por ejemplo, la crítica a Hungría desde el neoidealismo es que, al haber reelegido a Viktor Orbán, el país debe decidir si ser parte de la UE y la OTAN o no, ya que Fidesz es contrario a lo que representan estas instituciones.
Además, argumenta Tallis, también rechaza el llamado ‘realismo’ que aboga, por ejemplo, John Mearsheimer. Este académico defiende que la ampliación de la OTAN no es algo razonable y que habría provocado la reacción de Rusia. Pero para el experto este argumento en particular ignora la voluntad y deseo de la población de países como la República Checa. Los realistas, dice, tienden a visualizar un mundo de grandes poderes que hacen y pueden hacer lo que quieran con los demás estados, que deben aceptar esa jerarquía.
Al ser preguntado por el futuro de los Cuatro de Visegrado (el grupo de países formado por la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia), Tallis lo ve incierto.
“Espero que lo veamos desaparecer. Debería haber dejado de funcionar hace mucho tiempo. El V4 ha estado muerto como organización relevante durante mucho tiempo. Ha estado apuntalando los peores espectros políticos de Europa Central. Y en la práctica no ha funcionado de manera efectiva. Con suerte, el conflicto en Ucrania es la sentencia de muerte del V4. ¿Para qué sirve? Podríamos decir que para absolutamente nada”.
Los cambios de rumbo de Praga y Bratislava, más alineados con Europa, son contrarios a la reelección de Orbán en Hungría. Esto, y la posición y respuesta en la guerra de Ucrania, podría terminar con la cooperación en la región, concluye Tallis.