Los automóviles del Gobierno se convierten a veces en armas peligrosas
Superación de la velocidad máxima, marcha en sentido contrario, adelantamiento en doble línea continua, así los choferes del Gobierno intentan ahorrar tiempo a sus jefes, infraccionando con frecuencia las leyes de tráfico. La policía checa empezó a investigar por primera vez como delito su actuación en las carreteras.
El automóvil del ex primer ministro checo, Vladimír Spidla, corrió el año pasado a gran velocidad por la autopista que une Praga con Brno. Un chofer lo siguió fotografiándole. En la momentánea publicada por el diario Mladá Fronta Dnes, se puede ver el velocímetro que muestra 190 km por hora, mientras que la velocidad máxima es de 130 km por hora. La fiscalía recibió una denuncia y ordenó investigar el caso. La policía, en la actualidad, está buscando a otros testigos del acontecimiento del pasado junio.
Uno de los mayores rotativos del país, Mladá Fronta Dnes, no cesa de alertar sobre la marcha peligrosa de los ministros checos. En el pasado publicó en sus páginas fotos de ciertos vehículos del Gobierno saltándose los semáforos y adelantando en una doble línea continua.
Este miércoles un fotógrafo de dicho periódico sacó fotos de tres limusinas del Gobierno pasando en sentido contrario por una calle de dirección única. El ministro de Defensa, Karel Kuhnl, lo justificó afirmando que se precipitaba a una deliberación importante en la Cámara de Diputados.
"Siento no haber respetado las leyes de tráfico, pero de vez en cuando es necesario hacerlo", indicó Kuhnl en su defensa, igualmente que otros políticos pillados al no respetar las reglas.
Los políticos pueden infraccionar las leyes de tráfico en determinados casos urgentes, y los mismos aprovechan plenamente este privilegio.
Aunque la policía inició por primera vez la investigación a una infracción de la ley de tráfico por parte de una limusina con una sirena azul en el techo, parece que el chofer del ex jefe del Gobierno no será acusado. Según expertos en leyes, para llevarlo ante el Tribunal habría que encontrar a otros testigos y comprobar que con su actuación puso en peligro su vida, lo que sería muy difícil.