Llegaron al Paraguay para convertir selva en campos de arroz
En la biblioteca en el salón de Jaroslavo Masek encontrarán El buen soldado Schwejk junto a videocasetes sobre castillos y palacios checos. Un lugar privilegiado lo ocupa un jarro pintado de porcelana que luce una inscripción en checo: Buena cerveza y muchachas guapas son los dones de las tierras checas. La familia de Jaroslavo Masek procedió de Bohemia del Norte. Él mismo nació en el Paraguay, pero el espíritu checo está omnipresente en su hogar.
“El gobierno paraguayo, por medio del cónsul, hacía la promoción sobre la colonización porque aquí en la época de posguerra había mucha tierra vacía. Allí había una crisis económica por la preparación para la Segunda Guerra Mundial, entonces, la crisis económica, la falta de trabajo, fue lo que ocasionó la búsqueda de algunos recursos hacia otro horizonte”.
El señor Masek guarda el diario de viaje que escribió su madre desde el momento en que partieron de su pueblo natal hasta la llegada a su destino.
“Fueron en tren Praga, de allí a Dresde, y luego ya se embarcaron para el barco que les iba a trasladar a América. Después de un mes de viaje llegaron hasta Asunción y de allí a Coronel Bogado”.
Estaba previsto por las autoridades paraguayas que los colonos se dedicarían en su nueva patria a trabajar la tierra.
“Prácticamente, mi papá no era agricultor. Él trabajaba en una fábrica metalúrgica y mi mamá siempre era una dependienta, eran de escasos recursos. Luego, cuando fue despedido de su trabajo en la fábrica, trabajaba en algunas granjas agrícolas, pero no tenía mucha experiencia en la agricultura. Ahora sí, aquí llegó obligatoriamente a exponerse y a trabajar en la agricultura en esa época, que era muy precaria porque llegaron en una plena selva donde tenían que abrir el monte para iniciar la agricultura”.
Muchas veces los padres contaron a sus hijos sobre su primer encuentro con el Paraguay.
“Es así como si lo hubiera vivido porque conozco perfectamente la forma en que llegaron, o sea con el tren Carlos Antonio López, en esa época el único medio de transporte de Asunción a esta región. Y aquí bajaron en la estación y fueron en una carreta tirada por tres yuntas de bueyes hasta llegar a la localidad donde tenían que adquirir la tierra para su propiedad. Así llegaron a una casa de un poblador checo que ya residía allí y que era de apellido Jarolím. Y allí bajaron para albergarle por un tiempo hasta que construyeran su pequeña vivienda para alojarse”.
La mayoría de los checos recién llegados se asentó en la localidad de Carmen del Paraná, formando allí en ese tiempo un treinta por ciento de la población. En Coronel Bogado eran pocos los checos, prevaleciendo la inmigración bielorrusa.
“Bueno, estaba también la familia Husák que estaba previamente un año antes, eran vecinos posteriormente, los cuales a los diez años volvieron otra vez a la República Checa y así también la población de Carmen se iba extinguiendo poco a poco, algunos se fueron a Buenos Aires, algunos de vuelta a la República Checa, hasta que prácticamente quedó vacía la comunidad de Carmen del Paraná. Lo único que había quedado allí fue un salón de la asociación checa que construyeron aquellos pobladores. Posteriormente porque ya no había más quien lo va a atender se perdió ese local y quedó a cargo de la comuna carmeña, y así permanece hasta hoy”.
¿Sus padres no han querido nunca volverse a su país natal?, preguntamos a Jaroslavo Masek.
"Sí, siempre quisieron volver. Mamá tenía un gran anhelo de volver, papá no tanto, porque le gustaba el calor, tenía miedo de volver por el frío. Posteriormente los hijos que se casaron por aquí con otros residentes ya no querían dejarle, por lo tanto no le salió más el viaje de retorno y quedaron definitivamente aquí”.
A pesar de que el señor Masek reside toda su vida en el Paraguay, habla un checo perfecto, manteniendo su lenguaje un bonito toque antiguo de principios del siglo XX. Aprendió el idioma de su mamá y de la popular revista infantil Mateřídouška (en español “Serpol”), cuya colección custodia con cariño hasta hoy en su casa en Coronel Bogado. El español lo empezó a aprender sólo después de ingresar en la escuela.
“En casa se hablaba checo, así que he aprendido. Trato de mantener el idioma con varios viajes a la República Checa, a través de la lectura y de una preparación constante. Sigo con el idioma checo aproximadamente”.
Jaroslavo Masek no salió del ambiente checo ni después de casarse. Según afirma, él y su esposa son la única pareja en la zona donde ambos cónyuges son de origen checo. Su familia conoce muy bien los platos tradicionales checos como carne asada de cerdo, bolas de harina y panecillo y repollo o solomillo con salsa de nata. En más de una oportunidad los vecinos paraguayos pidieron a la señora Masek una receta para preparar las típicas galletas de Navidad checas o bollitos, hechos con levadura.
Jaroslavo Masek heredó el oficio de su padre, se dedica al cultivo de arroz. A pesar de la mecanización sigue siendo un trabajo muy duro, no obstante, Jaroslavo siempre encuentra tiempo para la labor para la colectividad checa.
“Como ya de checos somos pocos y también las otras colectividades son escasas nos unimos a conformar una asociación de eslavos que compone tanto checos, como polacos, ucranianos, bielorrusos, eslovacos, búlgaros y alguna familia de yugoslavos también. La asociación de eslavos tiene sus actividades, tiene su programa radial, hemos construido una plaza que es un ejemplo para la ciudad. Posteriormente, las visitas de las delegaciones checas como el presidente del Senado, el ministro de RR.EE., el embajador, y de otras autoridades checas nos dieron una iniciativa para conformar una asociación checa para poder tener mejor cooperación con la República Checa. Por lo tanto, hemos fundado una asociación checo-eslovaca de Itapúa, que compone Coronel Bogado, Carmen del Paraná y Encarnación, más o menos tres localidades donde aún residen algunos descendientes checos”.
Jaroslavo Masek consiguió con su familia la ciudadanía checa, de la que es muy orgulloso, pero no piensa en mudarse a Bohemia. Su hogar está desde hace 65 años en el Paraguay aunque su corazón late fuertemente por la tierra de sus antepasados.