Leyendas de la ciudad de Brno
Para esta edición hemos preparado para Uds. poéticas leyendas de la metrópoli morava Brno.
Un día, acongojado y fatigado del vano esfuerzo, se durmió en su taller. Y de repente, el artista vio una hermosa escena: la resplandeciente figura del arcángel San Miguel que empuñaba en su diestra una espada refulgente, estaba rodeada por blancas nubes celestiales. A sus pies se acurrucaba una masa oscura de ángeles caídos.
El sueño duró apenas un instante, pero la deslumbrante escena se grabó tan hondamente en la mente del escultor que una vez despierto podía empezar su obra.
Basándose en su sueño, Josef Winterhalter creó una maravillosa obra que es admirada hasta hoy día por todo visitante de la iglesia de San Miguel en Brno.
Aún a finales del siglo 19 en casi cada familia de la metrópoli morava se solía tener una reproducción del cuadro que representa a la llamada Virgen Negra de Brno. Se trata de una pintura al óleo sobre tabla cuya tonalidad oscura dio origen al nombre Virgen Negra.Una leyenda narra que el cuadro, pintado por San Lucas, fue traído desde Tierra Santa a Estambul por la emperatriz Elena, madre de Constantino el Grande.
Varios siglos después el cuadro llegó a parar a las manos del rey checo Vladislao que ordenó depositarlo en la cámara del tesoro, en el Castillo de Praga, donde permanecería hasta el reinado del soberano checo Carlos IV.
Cuando Carlos IV ciñó la corona del imperio romano germano, encargó la gobernación del margraviado moravo a su hermano Juan.Bajo la administración de éste toda Moravia y su capital Brno empezaron a florecer.En poco tiempo el margrave hizo edificar el templo de Santo Tomás con su convento al que llamó a monjes de la Orden Agustina.
Al acto solemne de la consagración del convento asistió el propio emeprador Carlos IV.Y como quería mucho a su hermano, le donó para la nueva iglesia el cuadro que representaba a la Virgen Negra con el Niño.La preciosa obra no tardó en atraer a peregrinos de los más lejanos confines del país.Todos querían venerar al cuadro con la Virgen Negra no sólo por su belleza sino también por su capacidad de obrar milagros. La leyenda narra que la Virgen Negra ayudaba en la enfermedad y en la desgracia.
Por eso también durante la Guerra de los Treinta Años cuando los suecos lanzaron el 15 de agosto de 1645 su ataque decisivo contra Brno, las mujeres de la ciudad se reunieron en la iglesia de Santo Tomás, tomaron el cuadro de la Virgen Negra y lo llevaron en procesión por la ciudad, rezando por la salvación de Brno.Y la Virgen Negra ayudó.Los suecos no lograron tomar Brno y la ciudad se salvó.
Durante el reinado del emperador José II, los agustinos tuvieron que salir de su convento en el centro de Brno.Lograron, sin embargo, una merced del monarca: de la iglesia de Santo Tomás pudieron llevarse a su nueva sede en la Vieja Brno la obra más preciosa: el cuadro que representa a la Virgen Negra.De esta manera llegó la Virgen Negra a la iglesia conventual en la Vieja Brno donde puede contemplarse aún hoy en día.
En la casa Nro.16 en la calle del Águila que había albergado la primera oficina de Correos en Brno, llama la atención una singular escultura, denominada "Doncella de Piedra".
Según una leyenda, la escultura tiene su origen en el trágico destino de la bella muchacha Johanka de la que se enamoró un joven de una familia noble.Johanka era de origen humilde y en la casa de su galán servía como criada. Cuanto más la amaba el joven noble más penoso se le hacía el servicio a la muchacha ya que todos los de la casa la hostilizaban.
Cuando la madre percibió que el joven hacía caso omiso de sus amonestaciones, decidió actuar. Cuando su esposo e hijo se fueron a la caza, la mujer llamó al alcalde y en su presencia acusó a Johanka de ser una bruja que había encantado a su hijo.
En vano se defendió la muchacha de las acusaciones.Tras comprender que no habría misericordia con ella, se arrojó a un pozo. Cuando sacaban del pozo a la muchacha ahogada, su novio regresaba a casa. Ya no pudo salvar a la bella Johanka, pero porque la amaba tanto, mandó esculpir su efigie en piedra para recordar eternamente su amor.