Las primeras gotas de la Primera Guerra Mundial
El 28 de junio de 1914 los disparos del joven estudiante serbio, Gavrilo Princip, pusieron fin en Sarajevo a la vida del heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando d´Este, y su esposa Sofía, la condesa de Chotek, causando así el inicio de la Primera Guerra Mundial. ¿Qué conexión hay entre ese suceso histórico y el castillo de Velké Mezirící, en la frontera checo-morava?
El castillo de Velké Mezirící, de origen románico, construido en la primera mitad del siglo 13, ha experimentado durante siglos lo mismo que la mayoría de los monumentos arquitectónicos en las tierras checas: cambios de propietarios y de estilos arquitectónicos, fortificación, un incendio, reconstrucciones ...
A nosotros nos interesa el hombre que era propietario del castillo a principios del siglo 20, el conde Frantisek Harrach. Este desempeñará un papel importante en nuestra historia.
En 1909 tuvieron lugar en la ciudad de Velké Mezirící y sus alrededores grandes maniobras militares. El castillo se convirtió en un hotel donde encontraron hospedaje el emperador austríaco, Francisco José I, el emperador alemán Guillermo II, y el sucesor al trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando d´Este.
Francisco Fernando d´Este no simpatizaba mucho con los dos emperadores. Largos años esperando subir al trono, ocupado por su tío, que gozaba de una espléndida salud y no pensaba en retirarse, causaron que el archiduque se convirtiera en un tipo raro, amargado y presumido, con el que no era nada fácil relacionarse.Pero el conde Frantisek Harrach lo consiguió. Durante las maniobras militares Francisco Fernando descubrió en el propietario del castillo de Velké Mezirící un alma cercana que sabía escucharlo con atención. Los dos hombres se hicieron amigos de gran confianza.
En esa época el conde Frantisek Harrach se impresionó con la actuación de un soldado que no vacilaba en enfrentarse a caballos desbocados y domarlos.
Tampoco ese hombre faltaría en la escena el día que se puso en movimiento la rueda de la historia. El soldado Leopold Loyka, oriundo de la ciudad de Znojmo, entró al servicio del conde. Frantisek Harrach lo mandó a Viena para que aprendiera a manejar el automóvil y pudiera servirle de chofer personal.
En los próximos años, Harrach fue a ver de vez en cuando al archiduque Francisco Fernando al castillo de Konopiste, en Bohemia Central. Así, a nadie sorprendió que el sucesor al trono invitara a su amigo y consejero a asistir a las maniobras en Bosnia.
Allá, al conde le fue adjudicada una tarea estratégica - conducir en su cómodo descapotable, trasladado al lugar en tren, al archiduque, supremo comandante de los Ejércitos, y a su esposa Sofía, la condesa de Chotek, durante el paseo final por Sarajevo.
En caso de que lloviera, estaba preparada una limusina, pero como el domingo 28 de junio de 1914 había sol, el honor de transportar al noble matrimonio perteneció al automóvil de Harrach, conducido por Leopold Loyka.
Y comenzó el viaje que decidió el destino del archiduque y del mundo en los siguientes años. Loyka salió del cuartel militar, al que el archiduque había hecho una visita de inspección, a una velocidad de 10 kilómetros por hora. Ya que su Alteza Real quería mirar bien los alrededores, Loyka redujo aún más la velocidad. En la primera parada, junto a la oficina militar de Correos, Fernando envió un telegrama a sus hijos en Konopiste.La comitiva prosiguió el camino rumbo al malecón, y allí se produjo el primer intento de atentado. Sobre el automóvil cayó una bomba que se deslizó por la carrocería al suelo. En ese momento Loyka aceleró.
Las esquirlas hirieron a los ocupantes del segundo coche, que acompañaba al archiduque, y a unos espectadores presentes. El autor del atentado se lanzó al río y trató de escapar, pero fue detenido.
Naturalmente, el suceco provocó gran preocupación pero la comitiva siguió su camino. Delante del ayuntamiento esperaba, sin presentir nada, el alcalde. El archiduque no lo dejó ni abrir la boca y le reprochó la atípica bienvenida que había recibido:
"¡Señor alcalde! Yo vengo a Sarajevo de visita y aquí lanzan contra mí bombas. ¡Qué repugnante"!Después del discurso solemne del alcalde, el archiduque Francisco Fernando d´Este saludó a los habitantes de Sarajevo y decidió continuar el viaje por la ciudad, cambiando sólo un poco la ruta. Su Alteza Real deseaba visitar en el hospital militar a un oficial herido de su comitiva.
Loyka afirmó posteriormente que había escuchado a Sofía intentando convencer a su esposo de regresar inmediatamente a casa. Pero el archiduque no estuvo de acuerdo. En el siguiente viaje, el conde Harrach ya no estaba sentado en el automóvil, sino que tomó asiento en el escalón, al lado izquierdo del coche para, proteger a su amigo.
En el momento en que el chofer se dio cuenta de que no debía seguir al automóvil a la cabeza, sino que debía girar para llegar al hospital, se detuvo e intentó dar marcha atrás.
Y entonces se acercó de la derecha un joven y disparó de cerca contra el sucesor y la archiduquesa.El conde Frantisek Harrach logró quitar la sangre de la boca de Francisco Fernando antes de que él y su esposa perdieran el conocimiento. Los acompañantes del archiduque decidieron volver inmediatamente al edificio gubernamental. En el lugar, el chofer Loyka tomó en brazos a la corpulenta Sofía y la llevó a la primera planta.
"Todos los hombres presentes venían alborotados hacia mí mientras que el archiduque permanecía abandonado en el coche. Se los dije y los señores volvieron al automóvil para llevar al sucesor al edificio. Yo tuve que esperar con mi pesada carga hasta que encontraran a los sirvientes para que abrieran la puerta del apartamento ... Los dos, gravemente heridos, estaban todavía vivos. Pero los médicos comprobaron su muerte inmediatamente después", recordó Loyka.
Leopold Loyka obtuvo la última tarea: llevar al correo tres telegramas: uno para el emperador austro-húngaro Francisco José I, otro para el emperador alemán Guillermo II y el último para los hijos del archiduque Francisco Fernando d´Este.El conde Frantisek Harrach guardó el pañuelo blanco de batista con las gotas de sangre de Francisco Fernando como un recuerdo valioso. Durante años lo conservó en la capilla del castillo de Velké Mezirící.
Hoy en día esta reliquia se encuentra en un marco negro, tras un vidrio, en una de las salas del castillo que son accesibles al público, junto con un par de las esquirlas de la bomba. El conde Harrach las menciona en su diario:
"Después de la visita al ayuntamiento, el archiduque me permitió bajar al coche del que le traje cinco esquirlas de la bomba. Tomó una en la mano diciendo: Gracias, se la dejaré engastar en un medallón para recordar nuestra feliz salvación".
Los documentos y las fotografías relacionados con los sucesos contados permanecieron desapercibidos en el archivo del castillo de Velké Mezirící hasta el año 1967, cuando el archivero local, Jaromír Kotík, los presentó por primera vez en su libro Velké Mezirící.