Las mejores y las peores cervezas checas

Max Bahnson

Hasta el 28 de mayo se celebra en Praga el Festival de la Cerveza Checa. Para adentrarnos un poco más en el fascinante mundo de este líquido amarillo, le pedimos a Max Bahnson, el filósofo cervecero, que nos hable de sus marcas nacionales preferidas.

Max Bahnson
Ni Staropramen ni Gambrinus ni Pilsner Urquell. Las mejores cervezas checas, según Max Bahnson, el filósofo cervecero, son otras, menos conocidas pero de mayor calidad, porque están hechas con más amor, con dedicación y sin prisas.

Max Bahnson, quien acaba de publicar un libro sobre la escena cervecera capitalina, titulado ‘Praga: Guía Cervecera para Borrachines’, es alguien que presta atención a lo que tiene en el vaso. Le gustan las cervezas caras y complejas, pero también las baratas y ligeras de cervecería de barrio. No es un esnob de la cerveza, sino un conocedor, y aquí en Chequia dice que encontró el paraíso.

“Siempre fui consumidor de cerveza. Mientras más viajaba menos me gustaba la Quilmes argentina y siempre fui curioso, siempre quise probar cosas nuevas. Así que cuando vine acá y vi que cualquier cerveza me parecía maravillosa, dije ¡guauuu! Yo me di cuenta de que estaba en el paraíso en mi primera cena como turista en el primer restaurante que visité en Praga cuando abrí el menú y vi que en, ese entonces, un vaso de medio litro de cerveza costaba 20 coronas y un vaso de 0,3 de Coca Cola costaba 23 coronas. Entonces me dije estoy en el paraíso, aquí me quedo”.

Para comenzar nuestro paseo por la cerveza checa, es inevitable referirnos a la Pilsner Urquell, la más famosa de todas.

“Pilsner Urquell es la cerveza de referencia acá en la República Checa. No es mi favorita ni por menos, pero si en un bar tienen Pilsner Urquell y no hay nada mejor, sí, la tomo con gusto, no tengo problema”.

A pesar de no ser su favorita, no le resta méritos a este formidable producto.

“Pilsner Urquell todavía, para su tipo de producto, para algo que se produce en millones de hectolitros al año, sigue siendo un producto de primerísima calidad. Ahora, si la comparamos con otras cervezas de categoría similar, ya ahí se sienten los contadores, digamos, que le acortan los tiempos de fermentación, que le acortan el tiempo de maduración. Para compararlo, por ejemplo, con Svijanský Rytíř, que es la que se equipara en categoría con Pilsner Urquell, madura en 60 días y fermenta creo que por diez. Pilsner Urquell en tres días la tienen fermentada y después la ponen a madurar en 35”.

La Svijany, precisamente, y la Poutník son dos marcas que le hacen sonreír al filósofo cervecero, ya que están entre sus preferidas.

“Compro por lo general Svijany y Poutník. Poutník es una cervecería de Pelhřimov, en Vysočina, es una cervecería chica, que siempre me ha gustado mucho, así que siempre compro un cajón mitad Svijany mitad Pouník. La Poutník es completamente diferente a la Svijany, es más seca, a mí me gusta, es un poquitín más amarga y seca que la Svijany”.

La cerveza masiva checa que todavía no lo defrauda es la Budweiser Budvar, la original, no la porquería estadounidense que venden con el mismo nombre.

“Sí, esa es una cerveza de primera categoría a nivel mundial. Es todavía una empresa del Estado y creo que eso es lo que la está salvando. Porque es una de las pocas cervezas que se producen a tal escala en la que todavía se utiliza lúpulo prensado. Nada de extractos. Nada de pellets. Sólo lúpulo prensado de la mejor calidad y todavía la Budvar madura por noventa días’’.

Esa es la principal diferencia entre la Budvar y la Pilsner, comenta: el proceso de fermentación y maduración.

“En la cerveza, uno de los problemas que trajo la privatización y los dueños multinacionales, fue que ahora son empresas manejadas por contadores. Entonces los tipos ven la última línea y dicen, bueno, la cerveza, ¿es tomable si la dejamos quince días? Sí, es tomable, pero no es lo mismo. Y Budvar es un producto de buena calidad. En el ranking de cervezas checas famosas, la Budvar está en primer lugar’’.

La desítka o cerveza de diez, que es como masivamente se conoce a la cerveza ligera checa, es la categoría más popular y más tomada del país. Entre ellas, Max Bahnson también tiene sus preferidas.

‘’Desítka recomiendo Kout, que se encuentra en un solo lugar acá en Praga, en Žižkov. Si no, diría que la de Černá Hora es una cerveza bastante buena que se deja tomar muy bien. O la desítka de Svijany no está nada mal’’.

Entre las desítkas, la más popular en Chequia sigue siendo la Gambrinus, que deja mucho que desear, según el filósofo cervecero.

“La Gambrinus es otra que yo no recomendaría. Gambrinus es la cerveza más vendida acá por lejos. Es la marca más vendida, tiene un 25% del mercado. Y es automático pivo igual a Gambaš, Gambrinus desítka. Pero en los últimos tres o cuatro años algo ha pasado, algo se está moviendo. La gente está redescubriendo las cervecerías regionales y se ha duplicado el número de micro cervecerías. Y la gente toma una cerveza de una cervecería regional o de una micro cervecería, vuelve a Gambrinus y dice: qué es esto’’.

Foto: Pernak,  Creative Commons 3.0
Y no es que Max Bahnson tenga algo personal contra la famosa Gambrinus, sino que se ha ido generando una especie de consenso.

“Y ya me pasó el año pasado en Pilsen, algo que me sorprendió. En la ciudad en donde se hace la Gambrinus, en donde Gambrinus junto con Pilsner Urquell es rey, juez y verdugo, un taxista me dijo: ‘Gambrinus ya no la tomo porque es una porquería’. Y si alguien que es tu público, que es un taxista y es una persona promedio, dice que tu producto es una porquería, ya hay un problema ahí. Por supuesto se sigue vendiendo mucho porque está en todos los lados. Entonces si yo voy a un pub de pueblo o de barrio, lo más probable es que me encuentre Gambrinus’’.

Sin embargo, Max Bahnson igual recomienda Gambrinus. Ahora explica por qué.

“Aún así yo le recomiendo a la gente que la pruebe porque es la cerveza más vendida acá, Gambrinus desítka. A mí me parece un producto bastante deficiente. Pero ahora bien, si la comparo con la cerveza más vendida en España, Brasil o Argentina, incluso Alemania, Bélgica e Inglaterra, no está tan mal. Si la comparamos de igual a igual con esos productos, es un producto bastante decente’’.

Otra cerveza que le ha sorprendido últimamente es la Krušovice, en su momento vilipendiada, pero que de a poco va ganando adeptos nuevamente.

“Krušovice es otra cervecería que en su momento fue muy prestigiosa y después se hicieron cargo de ella los alemanes de Radeberger y la arruinaron. Lo que buscaban era capacidad y no calidad. En 2007-2008 la compró Heineken, y la tomó como su marca insignia acá en la República Checa. Y tengo que decir que no sé cómo era hace 20 o 30 años, pero están haciendo un trabajo bastante bueno y yo no soy ningún fanático de Heineken. Pero están haciendo un trabajo bastante decente con Krušovice. Están intentando hacer que la conversación sea otra vez sobre la cerveza’’.

La Staropramen sí que no la toma, en eso es categórico el filósofo cervecero.

“La Staropramen, definitivamente, no me gusta porque los dueños anteriores, INBEV, hicieron de Staropramen una cerveza brasileña. Esta empresa tiene dirigencia brasileña y tienen un solo objetivo: hacer la cerveza de la manera más barata posible. Bajar los costos y si la calidad tiene que sufrir que así sea. Entonces la Staropramen es la Brahma checa, digamos’’.

Ahora, con nuevos dueños, quizás haya esperanzas para la Staropramen, agrega.

“El año pasado cambiaron de dueños. Se hizo cargo de esa empresa un fondo de inversión belga. Y ahora hay que ver qué tanto poder de convicción tiene la gente que trabaja haciendo cerveza para que les dejen mejorar el producto. Porque no es sólo que no me gusta a mí, sino que mucha gente, muchos checos la consideran una cerveza mala’’.

También está la Bernard, una marca que se está consolidando de a poco como una de las más interesantes del país, o Lobkowicz, que tiene prestigio pero que el filósofo cervecero no recomienda. Muchas cervezas y poco tiempo, así que hasta aquí dejamos este paseo por las cerveza del país.

El Festival de la Cerveza Checa puede visitarse hasta el 28 de mayo en el recinto ferial de Letňany. Allí pueden encontrarse la mayoría de las marcas que recomienda el filósofo cervecero. Y no olviden comprar su libro.

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