Las canciones de Hašler testimonian su amor por Praga
En este espacio regular de Radio Praga, dedicado a la música clásica checa, podrán conocer la vida y obra de Karel Hašler, compositor, letrista, cantante, escritor y dramaturgo checo de la primera mitad del siglo XX.
Karel Hašler nació el 31 de octubre de 1879 en Praga, en la familia de un herrero. Su padre quería que aprendiera algún oficio, por lo que decidió dedicarse a la guantería. Sin embargo, siempre que tenía un poco de tiempo libre, el joven Hašler actuaba en secreto en un teatro de aficionados. Cierta vez su padre se enteró de su afición al teatro y, al querer darle por ello una paliza a su hijo, partió en pedazos su pipa.
A los 18 años de edad Karel Hašler huyó de casa y se unió a una compañía de teatro ambulante. De allí fue un paso para comenzar a actuar en un teatro clásico. A Hašler eso le tocó en 1901, cuando lo aceptaron en el teatro de Brno. Posteriormente le tocó actuar en Lublin, Polonia y nuevamente en Bohemia, en la ciudad de Liberec, para cumplirse finalmente su sueño de ser aceptado al Teatro Nacional de Praga.Ya durante los comienzos de su carrera de actor en Praga, Hašler componía también canciones, que luego interpretaba en varios cabarets locales. La letra de las canciones se centraba en temas actuales de la época, por lo que éstas solían contar con gran popularidad entre la población. Especialmente durante la Primera Guerra Mundial, cuando Hašler ridiculizaba en sus canciones al Imperio Austro Húngaro. En ese período surgió uno de los mayores éxitos de Hašler ‘La flor blanca’ (Bílý kvíteček). Pero esa orientación en la música le trajo pronto problemas.
Hašler fue despedido del Teatro Nacional, oficialmente por llegar tarde a un espectáculo, pero era por sus actividades como músico y compositor y por actuar en cabarets de ‘mala fama’. Tras tener que abandonar el Teatro Nacional, Karel Hašler decidió dedicarse por completo a la música. Fue el primer director del Cabaret Rokoko y colaboraba con otros escenarios musicales. Su mejor período lo vivió en el Cabaré Lucerna, abierto en 1918. O sea que fue el mismo año del surgimiento de la República Checoslovaca independiente, que para el patriota Hašler significó una gran conquista de la nación checa.En esa época, además de componer y de cantar, Hašler abrió una casa discográfica en Praga. Continuó componiendo canciones con letras irónicas que ridiculizaban a los políticos, y se dedicó igualmente a canciones líricas, en las que su mayor fuente de inspiración fue la ciudad de Praga, sus pintorescos rincones y el río Moldava.
Las canciones sobre Praga de Hašler se escucharon también en la primera película sonora nacional, titulada Tonka Šibenice, del año 1930. En aquel entonces Hašler actuó igualmente en varias películas, por ejemplo en el filme ‘El Cantautor’ (Písničkář), que fue más bien su autobiografía, así como en la película ‘Que viva el difunto’ (Ať žije nebožtík) y otras.Tras la ocupación de Checoslovaquia por los nazis en 1939, la vida se tornó muy difícil para Karel Hašler. A raíz de sus posturas hostiles frente a la Alemania de Hitler expresadas en público mediante sus canciones y su abierto rechazo a los ocupantes, Hašler fue detenido y enviado al campo de concentración de Mauthausen, en territorio austríaco. Y a pocos días de las fiestas de la Navidad de 1941, el 22 de diciembre de ese año, fue torturado allí a muerte por los nazis. Tenía entonces 62 años de edad.
Karel Hašler falleció en momentos cuando la nación checa entonaba con orgullo y a modo de aversión a los nazis su canción ‘Esa canción nuestra, checa’ (Ta naše písnička česká).
A Hašler lo recuerdan hasta el presente no sólo sus canciones, que forman parte del legado cultural de la nación checa. Su nombre lo llevan asimismo unos bombones, los llamados Hašlerky, y desde 1998 también un asteroide. Además, al bajar desde el Castillo de Praga por la llamada Vieja Escalera, se encontrarán con un monumento al popular compositor y cantante checo, que fue develado en 2009 en ocasión del 130 aniversario de nacimiento de Karel Hašler.