La segunda ronda de elecciones decidirá el color del Senado
La segunda ronda de las elecciones senatoriales decidirá definitivamente si el Senado checo acaba dominado por la izquierda o por la derecha. A la Socialdemocracia le bastaría con conquistar 12 escaños para hacerse con la Cámara Alta y bloquear la actividad legislativa de la coalición gobernante.
En este segunda ronda, los votantes de 37 jurisdicciones habrán de decidir entre uno de los dos candidatos finalistas, los dos más votados de la primera ronda, que tuvo lugar la semana pasada. En esta fase, aunque cuenta con una participación menor, todo es posible, ya que entran en juego las simpatías que los candidatos puedan despertar en los votantes de otras formaciones políticas.
De hecho, el presidente provisional del Partido Socialdemócrata, Bohuslav Sobotka, espera recabar sufragios de todas direcciones.
“Queremos atraer a votantes de todo el espectro político. Creemos que nos pueden votar no solo los electores de los candidatos de formaciones que están fuera del gobierno, sino también votantes de Asuntos Públicos o Top 09”.Los socialdemócratas (ČSSD) son el partido con mayor número de candidatos en la segunda ronda: 22. Les sería suficiente con conseguir 12 para hacerse con la mayoría en el Senado. La principal formación en el actual gobierno, el Partido Cívico Democrático (ODS), cuenta con 19 finalistas.
Pero el duelo, más que entre estos dos partidos, es entre la Socialdemocracia y los tres aliados de Gobierno: los cívico-demócratas, Asuntos Públicos (VV) y Top 09. Entre los tres deberían conseguir 17 senadores para evitar una Cámara Alta en constante desacuerdo con la Baja.
Es por ello por lo que el líder cívico-demócrata y primer ministro checo, Petr Nečas, ha pedido a sus simpatizantes que vayan a votar contra la izquierda.“Pedimos a los votantes del Partido Cívico Democrático que apoyen, en todos los distritos donde nuestro candidato no ha llegado a la segunda vuelta, a las formaciones que no sean de izquierdas, es decir, a la coalición gobernante”.
Un Senado de color naranja podría modificar o devolver todas las leyes aprobadas en la Cámara de Diputados, controlada por la coalición de gobierno. Aunque el tripartito tiene allí mayoría suficiente como para saltarse al Senado en una segunda fase, la actividad legislativa del país se vería ralentizada y el Partido Socialdemócrata lograría una mayor visibilidad como oposición.