La sacerdotisa evangélica Alexandra Jacobea ofrece misas incluso en el Rock Café de Praga

Alexandra Jacobea

Desde el año 1953, la Iglesia evangélica de los Hermanos Checos permite también a las mujeres congregarse al sacerdocio. Desde entonces, han ingresado a la misión de la mayor iglesia protestante checa más de 200 mujeres, entre ellas, Alexandra Jacobea, sacerdotisa del barrio Dejvice, en Praga.

Nekostel | Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

En la Iglesia de los Hermanos Checos, la más grande en Chequia después de la Católica, las mujeres representan actualmente el 30% de los clérigos. Esa congregación surgió en 1918, al fusionarse dos iglesias evangélicas. Desde su mismo origen, mucho se ha debatido sobre la posibilidad de que haya sacerdotisas, aunque las primeras mujeres comenzaron a ser aceptadas en ese rol recién a partir de 1953, mientras que la Iglesia Husita, otra de las grandes Iglesias de Chequia, consagró a sus primeras dos sacerdotisas en 1947, poco antes de asumir el poder los comunistas.

Solteras, casadas, divorciadas y con hijos

Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

Una de las actuales sacerdotisas evangélicas es Alexandra Jacobea, de la congregación del barrio Dejvice de Praga, donde trabaja junto con otra sacerdotisa, Magdaléna Trgalová. Alexandra tiene 40 años, proviene de la ciudad de Brno y su apellido se debe a una peregrinación a Santiago de Compostela. Radio Praga Internacional habló con ella en la iglesia de Dejvice, pero también en una Noiglesia (Nekostel), en la Avenida Nacional (Národní třída), en Praga.

“Eso de la Noiglesia es un proyecto en el que participo y que es impulsado por la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos. Tiene como fin atraer a las misas también a personas que no son miembros de ninguna Iglesia o no entienden su idioma. Diría que son unas misas más bien experimentales”.

Cuenta Alexandra Jacobea que en su congregación se las suele llamar también ‘restaurantes espirituales’. Estos encuentros tienen lugar una vez al mes en el Rock Café en la Avenida Nacional de Praga y, en efecto, se distinguen notablemente de lo que puede considerarse una misa clásica.

Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

“Estas misas vienen acompañadas siempre de música en vivo ofrecida por diversos intérpretes, pero a diferencia de las misas tradicionales, en este caso, no se suele cantar. Sí cantamos a veces, por ejemplo antes de las Fiestas de Navidad, cuando vienen a tocar a nuestra misa los llamados ‘Músicos sin techo’, nuestros favoritos. Pero los visitantes no están obligados a cantar, que es la primera cosa con la que uno se encuentra sobre todo en nuestra Iglesia, ya que durante las misas se suele cantar mucho en grupo. Además de la música tenemos preparada para después de la misa una pequeña merienda para todos los asistentes”.

En otras palabras, se trata de un espacio adecuado para compartir ideas y opiniones. De hecho, los presentes suelen reaccionar a la misa durante la propia ceremonia, tal como contó la sacerdotisa Alexandra, refiriéndose a las características de las personas que suelen visitar la Noiglesia.

Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

“Son personas que buscan un lugar en la vida, un lugar al que poder asistir a misa, sin sentirse obligados a nada. Con frecuencia suelen ser personas que tienen alguna experiencia negativa e incluso dolorosa con la Iglesia y puede ser que la hayan abandonado por algún tiempo y ahora buscan una nueva posibilidad de volver. Yo, personalmente, admiro a esa gente por sus posturas y les tengo respeto. A veces también vienen personas, cuya pareja o familiares son cristianos practicantes, pero ellos no tienen relación directa con la Iglesia. La Noiglesia es una buena oportunidad para invitar a estas personas y dejarlas experimentar y percibir de a poco lo que para nosotros, los creyentes, es más importante en la vida”.

El camino de Alexandra Jacobea hacia los Hermanos Checos

Alexandra Jacobea compartió también cuáles fueron los recorridos que la fueron llevando hacia la vida cristiana y, luego, en dirección a la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos.

Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

“Crecí en una familia que no era cristiana ni practicante, pero siempre he tenido amigos cristianos, lo que agradezco mucho. Gracias a ellos, justamente, comencé a descubrir un mundo. Y especialmente importantes fueron para mí unos amigos que vivían cerca de nuestra casa de campo. Era una familia cristiana practicante y en su casa comencé a descubrir la fe y a vivir rodeada de ella. No recuerdo que hubiera un cambio repentino, un momento en que me dijera, bueno, a partir de ahora comienzo a creer en Dios. Creo que creía en Él desde niña, pero como en nuestra casa no se practicaba la fe cristiana, fue algo inesperado, pero natural. Además, mis padres, a diferencia de mi hermano que sigue siendo ateo, habían pensado a esas mismas alturas que les gustaría pertenecer a una Iglesia, comenzamos a buscar juntos y nos atrajo la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos en Brno. Desde el comienzo nos hemos sentido muy bien allí, por lo que luego todo avanzó muy rápido”.

Alexandra pidió ser bautizada y sus padres renovaron su compromiso matrimonial, esta vez ante la Iglesia. Comenzaron a asistir a misa, Alexandra visitaba cursos para jóvenes evangélicos. Y según afirma, todo eso fue para ella una gran vivencia, una fuerte experiencia, ya que los adolescentes suelen oponerse a sus padres en diversas cuestiones: algunos abandonan la Iglesia para herir los sentimientos de sus padres, otros, por el contrario, entran en ella por los mismos motivos. Alexandra concibe su experiencia como un regalo porque no tuvo esas limitaciones, ya que sus padres habían emprendido con ella el mismo camino hacia la religión.

Ginebra | Foto: Kateřina Ayzpurvit,  Radio Prague International

Alexandra se graduó en la Facultad de Teología Evangélica en Praga y posteriormente continuó estudiando teología en Ginebra.

“Ginebra fue una vivencia extraordinaria. Hasta hoy suelo regresar con gusto a Suiza y, si tuviera esa posibilidad, me gustaría vivir algún tiempo allí. En las dos facultades teológicas había entonces pocos estudiantes y todos nos conocíamos. El sistema de enseñanza es allí diferente al nuestro, pero yo no tuve problemas, quizás por haber estudiado en Brno en un liceo bilingüe checo-francés. Con mis colegas discutíamos sobre si podíamos llegar a ser sacerdotes y un profesor al que queríamos mucho nos preguntó si esperábamos la llegada de una respuesta desde el cielo, en un sobre de oro. Así me fui de Ginebra con la convicción de intentar convertirme en sacerdotisa. Hasta entonces había pensado enseñar francés, porque paralelamente había estudiado un tiempo en la Facultad de Pedagogía”.

De estudiante de teología a sacerdotisa

Para llegar a ser sacerdotisa de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Checos Alexandra Jacobea tuvo que pasar todavía por un largo proceso de preparación.

Alexandra Jacobea | Foto: Adéla Rozbořilová

“Siendo aún estudiante había realizado varias prácticas. Posteriormente pasé a ser empleada de la Iglesia y pasé por otras prácticas de un año de duración. Trabajé con un colega más experimentado, además que tuve que asistir a varios seminarios destinados precisamente a los vicarios. En caso de que después de ese año el vicario reciba buena valoración y se sienta acorde a eso, puede convertirse en sacerdote”.

Alexandra Jacobea es sacerdotisa desde otoño de 2011, cuando entró en la congregación de Brno, donde había asistido a unos cursos preparatorios.

Desde 2021 Alexandra es sacerdotisa en Praga-Dejvice, donde, según cuenta, la aceptaron muy bien y tampoco tuvo problemas con los asistentes a misa por su mera condición de mujer.

La iglesia de la parroquia evangélica de Praga-Dejvice | Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

“En Brno ya me conocían desde hacía un año, así que no se llevaron ninguna sorpresa y aquí, en Praga sabían ya a quién invitaban porque mi trabajo lo seguían desde hacía algún tiempo. La verdad es que no he experimentado ninguna reacción negativa. Creo que a veces el mayor problema, y esto se refiere tanto a los hombres como a las mujeres, es aceptar para esta misión a un sacerdote o una sacerdotisa que no tienen pareja, o sea son solteros. Las congregaciones suelen esperar que un sacerdote traiga a la congregación a otra familia, lo que suele ser importante. Pero a veces resulta difícil encontrar a alguien así, con familia”.

La sacerdotisa sostuvo que, siendo mujer, nunca se vio enfrentada a limitaciones en su trabajo ni a reacciones negativas. Y, al parecer, incluso las personas externas a la Iglesia reaccionan muy bien a su presencia.

La iglesia de la parroquia evangélica de Praga-Dejvice | Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

“Algunas personas quedan sorprendidas porque no saben que esta profesión la puede desempeñar una mujer. Pero me da la sensación que con el pasar de los años esto es cada vez más natural. Cuando empecé a trabajar, a mis 26 años de edad, me encontraba con más personas que se quedaban sorprendidas. A veces uno escucha comentarios sobre mi persona que son desagradables, pero en comparación con las reacciones positivas que me llegan, eso es insignificante. Además, no me gusta eso de dividir a los hombres y las mujeres en el tema de las profesiones adecuadas. En nuestro trabajo mucho depende del don que tenemos, de la capacidad de compartir con otros ciudadanos lo bueno y lo malo, saber escuchar, ser empático y esto no es algo que tienen sólo las mujeres. Tengo a muchos colegas que tienen esas cualidades”.

La iglesia de la parroquia evangélica de Praga-Dejvice | Foto: Magdalena Hrozínková,  Radio Prague International

Los interesados pueden dirigirse a Alexandra Jacobea con la solicitud de que les organice un bautizo, una boda, o un funeral. La sacerdotisa se dedica además a los niños, familia y personas discapacitadas.

“Lo que más me gusta de mi trabajo es preparar las misas y las predicaciones. Lo digo con cierto estremecimiento, porque antes de cada misa me pongo nerviosa. Es siempre una lucha conmigo misma, pero justamente ese proceso me inspira y me encanta”.

Antonie Slámová | Foto: Evangelická církev v Poděbradech a okolí

Las primeras sacerdotisas de los Hermanos Checos

En diciembre de 1953 la Iglesia evangélica de los Hermanos Checos ordenó en la ciudad de Poděbrady a las cuatro primeras mujeres: Alena Šounová, Antonie Slámová, Eva Nechutová y Jarmila Hartová. Muy interesante es la historia de Antonie Slámová, que tuvo grandes éxitos en su misión a pesar de algunos problemas físicos. A los ocho años de edad se enfermó de poliomielitis y su mano derecha quedó paralizada. A pesar de su buen desempeño escolar no le permitieron ir al liceo, supuestamente por estar discapacitada. Sólo después de una intervención de las autoridades pudo estudiar y terminar el liceo y, en 1938, fue una de las primeras mujeres en el país en graduarse en la Facultad Teológica de Hus. En 1953, como primera sacerdotisa evangélica en Bohemia, pudo casar a una pareja.

Más tarde a esas pioneras las fueron siguiendo otras, pero el cargo de máxima representante de la Iglesia de los Hermanos Checos en todo el país, llegó a asumirlo una mujer, por primera vez, recién en 2003.

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