La revolución rusa, un empujón para la independencia de Checoslovaquia

Foto: ČTK

Con motivo del centenario de la revolución rusa de octubre hablamos con el historiador Radomir Vlček sobre la influencia que esta tuvo en el nacimiento de Checoslovaquia.

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El 7 de noviembre de 1917, hace justo cien años, los bolcheviques se levantaron en San Petersburgo contra el gobierno provisional, iniciando la llamada revolución de octubre, que conduciría a la fundación, en 1922, de la Unión Soviética. Este acontecimiento clave del siglo XX tuvo una influencia directa en la historia de Checoslovaquia.

Los destinos de rusos y checoslovacos estaban unidos de una manera enrevesada. Rusia y el Imperio Austro-Húngaro estaban en guerra, en el marco de la Primera Guerra Mundial, y los nacionalistas checos y eslovacos en el exilio estaban tratando de mover piezas en el extranjero para conseguir la fundación de Checoslovaquia una vez acabada la contienda.

Legiones checoslovacas en la Rusia revolucionaria

Masaryk en su despacho en la ciudad Kiev,  Rusia,  fuente: public domain
La interacción entre los checos y el gobierno ruso había sido hasta 1917 algo tímida, pero la revolución de febrero de 1917, que depone al zar y lleva al poder a una alianza de socialistas y liberales, supone una nueva oportunidad para las aspiraciones independentistas checas.

El momento clave es la llegada a Rusia del futuro presidente checoslovaco, Tomáš Garrigue Masaryk, explica el historiador Radomir Vlček.

“Masaryk llega a San Petersburgo en abril de 1917 invitado por su amigo, el profesor de historia Pavel Nikolayévich Miliukov, un liberal, que fue ministro de Exteriores en el primer gobierno temporal. Llega cuando este ya no es ministro, pero esto no cambia el hecho de que gracias a él, pero también por experiencias propias, ve lo que está pasando. Se da cuenta de que en estas nuevas condiciones políticas que se dan en Rusia puede introducir la cuestión checa, que puede hablar claramente de las legiones y de su formación. Para la batalla de Zborov solo quedan un par de meses, fue en junio de 1917”.

En la mencionada batalla, que formó parte de la fallida ofensiva Kerenski, la legión checoslovaca, bajo dirección rusa, derrotó fácilmente a las tropas austrohúngaras. Más que por su valor estratégico en la guerra, esta victoria es importante por su fuerza propagandística.

Radomír Vlček,  foto: Ondřej Tomšů
Y es que los nacionalistas checos y eslovacos necesitaban, ante todo, demostrar que eran una parte beligerante, para tener derecho así a sus reclamaciones al acabar la guerra. El contexto de la Rusia revolucionaria demostró ser en este sentido muy fértil.

Precisamente Vlček considera que la Revolución Rusa, en primer lugar revolvió todo el estatus quo europeo, haciendo más necesario para los aliados el surgimiento de un estado tapón como fue Checoslovaquia. En segundo lugar, las legiones checoslovacas en Rusia fueron las más conocidas, subraya.

“El segundo factor es la percepción desde el extranjero de que existe un ejército checoslovaco, que existen las legiones, igual que en Francia hay una que se recluta desde las legiones extranjeras, en Rusia existe otra, que se forma desde 1914 pero especialmente desde 1917. Nos se trata en mi opinión de una cuestión de ideas, de por ejemplo la declaración de los derechos de las naciones, que hacen los bolcheviques el 15 de noviembre, sino un contexto más amplio de circunstancias que hace que los checoslovacos sean una fuerza militar con la que cuentan los Aliados”.

Atrapados en un país en guerra

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Fue en este contexto cuando estalló la revolución de octubre y el proceso de transformación de Rusia en un país democrático cambió para emprender el camino del comunismo. Las legiones checoslovacas, integradas en el ejército ruso, se mostraron divididas ante los acontecimientos, revela Vlček.

“Una parte menos numerosa, orientada a la izquierda y que apoyaba estos cambios, entre ellos una de las figuras más prominentes de las letras checas, Jaroslav Hašek. La mayoría vio estos pasos como negativos y estaba a favor de Kerenski y del gobierno provisional. Veían en la Revolución Rusa un proceso democratizador, o al menos un intento. Así que no había una única opinión”.

El golpe de estado de los bolcheviques dio lugar a una guerra civil en el interior del país, entre el ejército rojo y el ejército blanco, y en el exterior al fin de la participación rusa en la Primera Guerra Mundial, con la paz de Brest-Litovsk. En cuestión de meses, la presencia de los legionarios checoslovacos en Rusia dejaba de tener sentido.

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“Inmediatamente, gracias a Masaryk, se declaró que el ejército checoslovaco no se iba a inmiscuir en los asuntos internos del estado ruso. Ese fue también el motivo por el que se apeló a que la legión abandonara el país. Por el lado occidental no fue posible, porque estaba el frente, así que se tomó el camino oriental, que al final se mostró ser muy complejo, lleno de conflictos, debido a lo irregularmente que el poder bolchevique se iba imponiendo, pero al fin y al cabo el único camino posible”.

Las vicisitudes de los legionarios checoslovacos para abandonar Rusia por el este, recorriendo Siberia en ferrocarril, manteniendo enfrentamientos armados y llegando a controlar directamente gran parte del territorio ruso, es sin duda uno de los capítulos más épicos de la historia militar checa.

De nuevo, aunque sus esfuerzos no significaron nada desde el punto de vista estratégico, y cuando llegaron a Estados Unidos la guerra ya había terminado, su prestigio sí que tuvo un efecto propagandístico que Masaryk y los suyos explotaron a favor del futuro estado checoslovaco.

Por otro lado, desde el punto de vista interno, la Revolución Rusa dejó además una impronta en la sociedad checa, que marcaría la posterior historia del país. La situación rusa estaba muy presente en los periódicos checos, afirma Vlček.

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“La información llega inmediata y directamente, la prensa funciona bien. La prensa austrohúngara no tiene interés en deformar intencionadamente esta información. Esto es porque la situación en Rusia y el inicio de conversaciones de paz, en su caso la firma de una tregua, ayuda a Austria-Hungría y a Alemania en la guerra. No hay interés en bloquear estas cosas. Sin embargo la prensa checa, que hace más evidentes a partir de 1918 los intereses nacionales checos, busca información relevante sobre lo que está pasando en el este. Continúa a su modo con la tradición de varias décadas de rusofilia checa”.

Esta rusofilia, derivada del paneslavismo, caló más especialmente en los círculos de izquierdas y fue asumida como una identificación con la Unión Soviética y sus intereses, lo que hizo al progresismo checo más permeable a la acción del Partido Comunista.

Autor: Carlos Ferrer
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