La crisis pone contra las cuerdas al sector turístico checo
La crisis internacional está poniendo en una situación muy tensa al sector turístico checo, que espera la temporada más negra desde 2002. No solo serán menos los checos que saldrán de vacaciones al extranjero este verano, sino que, principalmente, se espera una caída muy fuerte de la llegada de turistas al país.
La crisis económica no está afectando tanto a la República Checa como a otros países de su entorno, pero todo está interconectado y el efecto dominó ha empezado a manifestarse también en la entrada de turistas. Desde comienzos de año se ha reducido en un 17 por ciento el número de turistas extranjeros. Pero ese no es el dato más grave, vienen menos, pero además son más precavidos en sus gastos, de hecho desembolsan ahora unos 90 euros al día, un 35 por ciento menos que en 2008.
Según el presidente de la Asociación Checa de Agencias Turísticas, Tomio Okamura, los efectos ya se están dejando sentir.
“Los hoteles de Praga ya han despedido a todo el personal externo y empiezan a reducir también la plantilla fija. Las agencias turísticas no contratarán en verano trabajadores temporales. En Praga ya hay 10 hoteles y muchos restaurantes en venta”, lamentó Okamura.
El problema es que el sector turístico checo ya padecía de antes un problema estructural: aumentaba el número de turistas procedentes de Asia y de Europa del Este, pero disminuía sin cesar la cantidad de europeos occidentales que decidían visitar el país. Las principales causas parecen ser la baja calidad de los servicios en comparación con el precio y sobre todo, según apunta Okamura, la centralización de las infraestructuras turísticas en Praga.“Todavía nos queda mucho camino para atraer a los turistas no solo a Praga. Porque allá van a parar siete millones de turistas, el 71 por ciento de los que llegan al país. Esto supone una desproporción increíble sin precedentes en ningún otro país occidental. Lo que pasa es que las regiones checas no tienen nada que ofrecer al turista occidental promedio, ningún lugar para que se divierta y pueda hacer visitas culturales”, criticó Okamura.
La crisis también se ha dejado sentir en el número de viajes que los checos han comprado en lo que va de año. Las agencias de viajes han registrado una reducción de hasta un 10 por ciento. Un descenso que, aunque señalado, no es tan acusado como en los sectores de los electrodomésticos o la automoción, por ejemplo.
Los checos van este año bastante menos a Eslovaquia, que ahora al cambio con el euro resulta bastante más cara. Aumentan sin embargo los viajes a Croacia y Hungría, que siguen siendo baratas para los bolsillos checos, y a Estados Unidos, que estrena nuevo régimen de visados.