La "Coco Chanel checa", Hana Podolská
En la República Checoslovaca de principios del siglo XX Hana Podolská fue símbolo de la elegancia y de lo que hoy se denomina "alta costura". Comprarse un traje en el Salón Podolská era para ciertas capas de la sociedad checa una cuestión de prestigio.
Fue el destino el que impidió que Hana Podolská no pasara de ser en una de las tantas costureras corrientes de Praga. Resulta que un día la joven aprendiz se disputó con su patrona, que era propietaria de un salón de moda, y ésta no vaciló en darle a Hana un par de bofetadas. La muchacha humillada decidió que jamás en su vida sería empleada de nadie.
Por eso, Hana cogió todos sus ahorros y con la ayuda de su marido, Viktor Podolský, abrió en 1908 su primer taller en Praga, en el que trabajaban tan sólo dos costureras. Sin embargo, cuatro años más tarde, Hana Podolská trasladó su taller al palacio Lucerna, de Praga, e inició una gran campaña publicitaria.
Sus esfuerzos dieron fruto. El taller de Hana Podolská fue convirtiéndose paulatinamente en un lujoso salón de alta costura. Desfiles de moda, un taller para confecciones y accesorios de piel, otro de sombreros, decenas de costureras y vendedoras, la edición de dos revistas de moda - todo ello testimonia el nivel y el prestigio del taller de alta costura de Hana Podolská.
Al salón solían acudir grandes estrellas del cine, esposas de políticos, empresarios y banqueros, incluyendo a la primera dama de entonces, Hana Benesová. En el salón de Hana Podolská también se cosían vestidos para el teatro y el cine. En diversas películas checas y alemanas de los años treinta, todavía podemos admirar los elegantes modelos que lucían las estrellas de la gran pantalla.
No cabe duda que el gran éxito de Hana Podolská se debía a su inagotable invención, fantasía y profesionalismo. Pero hay que destacar también su extraordinario talento comercial y publicitario. Podolská organizaba desfiles privados para las esposas de los ministros.
Sus modelos, ataviadas con lo último de su producción la acompañaban a las carreras de caballos, ciudades balneario y a todos los lugares donde solía reunirse la crema y nata de la sociedad checa. En tales ocasiones Hana Podolská obligaba a sus modelos a cambiarse de ropa hasta cinco veces al día para que los asistentes conocieran y admiraran sus creaciones.
Una de las historias que mejor documenta el gran talento comercial de Hana Podolská narra que un día una de sus vendedoras le pidió un consejo, porque en el almacén había una cliente indecisa que, con toda probabilidad, no se compararía nada ya que estaba modestamente vestida. Hana Podolská bajó al almacén y terminó por venderle a la cliente el abrigo de pieles más caro que tenía en el almacén.
La casa de moda de Hana Podolská fue sinónimo de éxito y prosperidad hasta el 5 de marzo de 1948, día en que fue nacionalizado por el régimen comunista. Afortunadamente, gracias a la intervención de Marta, la esposa del entonces nuevo presidente comunista, Klement Gottwald, Hana Podolská pudo quedarse en su empresa como empleada.
La llamada "Coco Chanel checa" falleció el 15 de febrero de 1972 rodeada por un reducido círculo de amigas.