La aventura checoslovaca en las Brigadas Internacionales

Artilleria checa de Gottwald (1938), foto: public domain

El deseo de combatir el fascismo en el Viejo Continente atrajo al campo de batalla de España a miles de voluntarios de todo el mundo. La postura de Checoslovaquia respecto a la Guerra Civil Española, de cuyo estallido se cumplen 80 años, será el tema de la nueva edición de 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente'.

Vladimír Nálevka,  foto: ČT
Los países europeos adoptaron diferentes posturas respecto al conflicto entre el bando republicano y el bando nacional en España. Checoslovaquia se proclamó neutral, y en el marco de su actitud no interventora prohibió también el suministro de armas a la zona de conflicto. No obstante, la realidad difería de la postura oficial, según indicó para la Radiodifusión Checa el historiador Vladimír Nálevka.

“Gran parte de la sociedad checoslovaca apoyó al Gobierno del Frente Popular. Se llevaban a cabo varias actividades realizadas a escondidas en apoyo a la República. Esto se debe parcialmente también al hecho de que el Gobierno checoslovaco cerraba los ojos ante la salida de los voluntarios a España y ante el suministro de armas. Aparte de las actividades culturales y políticas, en Checoslovaquia existía una sociedad de amigos de una España democrática. Una parte de la derecha, perfilada del espectro agrario y católico, simpatizó con la España nacional, preocupándose por la difusión de la influencia comunista”.

De la Guerra Civil Española,  foto: public domain

A pesar del embargo a la exportación de material bélico, las armas de fabricación checoslovaca llegaron a manos de los combatientes en el territorio español. Según la nota de un diplomático checoslovaco en España, las armas fueron enviadas originalmente a México desde donde regresaron al Viejo Continente, concretamente a Madrid y Bilbao.

Miles de voluntarios checoslovacos en la contienda

El conflicto en la Península Ibérica se convirtió en un instrumento propagandístico, sobre todo en los países comunistas donde se interpretaba como un enfrentamiento del bien, o sea, de la sociedad progresista de la izquierda, contra el mal, los fascistas y la burguesía.

A pesar de mostrarse reservada al principio, la Internacional Comunista era consciente de la atracción que el conflicto tenía para la ideología de izquierdas internacional. Por tanto, la organización, que agrupaba partidos comunistas de diferentes países, lanzó a lo largo del Viejo Contiente una campaña de reclutamiento de voluntarios que lucharan contra el bando de Francisco Franco.

Jiří Rajlich | Foto: Dominika Bernáthová,  Radio Prague International
Los reclutadores se encontraron en Checoslovaquia con un elevado interés, según señaló para la Radiodifusión Checa el historiador del Instituto Militar de Praga, Jiří Rajlich.

“En las Brigadas Internacionales había más de 2.200 ciudadanos checoslovacos, la mayoría de ellos eran partidarios de izquierda. Era un grupo variopinto, que no estaba formado exclusivamente por comunistas, sino también por socialdemócratas y socialistas nacionales. Había también muchos aventureros, desempleados y personas que huían ante su pasado. Así han sido todos los ejércitos voluntarios en el todo el mundo”.

El integrante de las Brigadas Internacionales, Antonín Vodička, se preocupó que si el fascismo ganara en España, lo mismo podría ocurrir en Checoslovaquia. Este fue el motivo por el cual cogió el arma y se fue a España.

“En 1936 escuchaba la radio y leía las noticias sobre la guerra en España. Escuché que voluntarios de todo el mundo se dan cita allí para luchar contra el fascismo. Informaron también los checoslovacos cuyo lema fue: “En Madrid luchamos por Praga”. Tres veces traté que me reclutaran, pero era bajo y débil. Finalmente resultó que en España podría ser útil”.

De la guerra civil a la contienda mundial

Tras el fin de la contienda en 1939, los voluntarios checoslovacos no dejaron descansar las armas durante mucho tiempo, según indicó el historiador Jiří Rajlich.

Artilleria checa de Gottwald  (1938) | Foto: Wikimedia Commons,  public domain
“Los voluntarios estuvieron destinados a los campos de internamiento, situados en Francia. Unos 400 o 500 voluntarios entraron después en el ejército checoslovaco que durante la Segunda Guerra Mundial surgió en el territorio francés. Muchos fueron evacuados y se trasladaron a Inglaterra”.

No obstante, gran parte de los interbrigadistas checoslovacos no desempeñaron en Gran Bretaña un papel precisamente positivo, explica Jiří Rajlich.

“Estaban bajo la influencia del partido comunista de Londres, que obedecía a la Internacional Comunista. Algunos integrantes de la Brigadas Internacionales checoslovacas fueron el alma de la Rebelión de Cholmondeley”.

La sublevación contra las autoridades checoslovacas

La sublevación consistió en la desobedencia a los oficiales del Ejército Checoslovaco precisamente en el momento en que la representación política checoslovaca exiliada fue reconocida por Gran Bretaña como legal. No se trataba de un acto de cobardía, sino más bien de una trampa política organizada por los comunistas.

Póster de la ayuda checa en la Guerra Civil Española,  foto: public domain
“Es un acontecimiento un poco olvidado, que en verano 1940 sacudió fuertemente la posición de la representación política checa. Fue dirigido contra todo el campamento de aliados. Algunos integrantes de las Brigadas Internacionales tacharon al ejército de imperialista y fascista. Entonces Stalin tenía un pacto con Hitler y desde este punto de vista, los comunsitas consideraban la guerra entre la Alemania nazi y las potencias occidentales como imperialista. Por esto trataron de descomponer el ejército checoslovaco en Londres. Finalmente, el Gobierno checoslovaco expulsó a más de 500 voluntarios del Ejército”.

Tras el Golpe de Estado en 1948, cuando los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia, muchos ex integrantes de las Brigadas Internacionales se enfrentaron a problemas con las autoridades totalitarias, que les acusaron de espionaje para las potencias occidentales.

Las persecusiones cesaron con la llegada de la Primavera de Praga de 1968, pero se volvieron a poner en marcha tras la normalización, es decir, el endurecimiento del régimen.