La aldea de Výškovice cautivó a Goethe
En algunas zonas de la frontera checo-alemana se encuentran antiguas aldeas que sufrieron en carne propia los horrores de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de haber transcurrido siete décadas del fin de la gran conflagración, muchas de esas aldeas siguen abandonadas y están a punto de desaparecer. Con ocasión de que Pilsen es la capital de la cultura europea fue puesto en marcha un proyecto para debatir sobre el futuro de esa región.
“Desde el punto de vista de los checos y los alemanes la zona de los Sudetes está profundamente marcada por la guerra. Lanzamos a nivel mundial la siguiente pregunta ¿Qué estiman que se puede hacer con este territorio?”.
Llegaron respuestas de 15 países. Todas las personas e instituciones que se interesaron por el tema coincidieron en que es necesario dar un impulso a la región, aunque sea simbólico.
“Durante mucho tiempo y de manera exhaustiva buscamos una aldea que sirviera para el plan piloto. Un lugar que con una profunda huella de la antigua cultura. Precisamente en Výškovice descubrimos una capilla barroca, lamentablemente su estado es lamentable, pero hay una placa que indica que el sitio fue visitado por Goethe en 1831”.
Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, los alemanes de los Sudetes fueron transferidos a Alemania y las viviendas y fincas entregadas a nuevos colonos, personas que perdieron todo durante el conflicto bélico.
“Encontramos una película rodada en 1947 que muestra el aspecto real de la aldea. En un patio de la aldea se desarrolla la trama de la película y fue en ese lugar en el que instalamos una mesa, que representa el símbolo de la vida y punto de reunión de la gente”.Una cosa fue la idea y otra su puesta en marcha, indicó la arquitecta Klára Salzmann. Al final optamos por un proyecto doble que ayudará a mantener viva la idea de hacer algo por la región fronteriza checo-alemana.
La parte del proyecto propuesta por Alemania se centró en encuestas para descubrir qué opina la gente. Se les preguntó sobre la posibilidad de dejar las cosas tal y como están, salvar o renovar.
“El resultado fue muy interesante. La mayoría de la gente está en contra de que las aldeas desaparezcan bajo la maleza. Desean que se mantengan los caminos, las cruces del camino, capillas para que checos y alemanes puedan visitar esos lugares con una larga e interesante historia”.Las aldeas de muchas zonas fronterizas cayeron en desgracia en los años 50 y 60 cuando las autoridades comunistas decidieron que no entraban en los programas de electrificación y de construcción de carreteras.
Hasta el año 1945 vivían en Výškovice más de 200 personas, si bien ahora el paisaje es desolador, la arquitecta Salzmann y otros entusiastas invitan al lugar ya que espera que a corto plazo se convierta en un sitio de energía positiva al que checos, alemanes y demás viajeros acudan para ayudar superar los acontecimientos de uno de los oscuros capítulos de la historia europea.