Kuks, de la gloria barroca a una exposición de farmacias
Hoy nos dirigimos al noreste de Bohemia, al lugar denominado Kuks, que se encuentra entre la ciudad de Hradec Králové y los Montes Gigantes. Antaño había aquí un centro termal que mandó a construir en 1692 el conde František Antonín Špork, propietario de los terrenos locales.
Además, en el parque junto al Hospital podemos admirar una colección de 24 estatuas barrocas denominada Virtudes y Vicios, del escultor Matyáš Bernard Braun. También éstas han sido realizadas a petición del conde Špork, un gran mecenas del arte, según recalcó Miroslav Šamal, nuestro guía por Kuks.
Según cuenta Šamal, en Kuks había antes fuentes de aguas minerales y, algunas leyendas cuentan que también había aquí grandes reservas de oro que se encontraban a una gran profundidad bajo la superficie. Es por ello que el conde Špork eligió el lugar para crear un balneario del que pudiera disfrutar la aristocracia y que se asemejara al Versalles francés.
Y debido a que el conde también era muy humanista, al otro lado del río mandó a construir un albergue para pobres, ancianos, enfermos, y discapacitados.Špork era uno de los nobles más cultos e inteligentes de comienzos del siglo XVIII, además de ser una persona de grandes contrastes. Por un lado le gustaban las fiestas y la diversión, amaba la vida y, por el otro, estaba fascinado por la muerte.
En la iglesia de la Santísima Trinidad mandó a construir una tumba familiar, pudiendo observar así el lugar de la tumba desde las ventanas de su mansión. Y aunque el palacio del conde fue derrumbado hace ya mucho tiempo, la tumba de los Špork en Kuks los turistas pueden visitarla hasta el presente.
Miroslav Šamal nos conduce a la pinacoteca del Hospital de Kuks, y nos muestra un cuadro en el que aparece una mujer que está a punto de morir.”En ningún otro lugar de Kuks encontrarán otro retrato de la esposa de Špork, sólo éste, en el que aparece en sus últimos momentos de vida. Además, cuando Špork visitó cierta vez los Países Bajos donde fue sepultada su madre, mandó a exhumar su cráneo, que posteriormente instaló a vista, en su palacio en Praga”.
A František Antonín Špork podemos conocerlo gracias a sus tres retratos en la pinacoteca de Kuks. En uno aparece cuando tenía un año, en el otro a sus tres años de edad y, en el último, ya cuando adulto, con un medallón de la orden de San Huberto, patrón de los cazadores, que él mismo había fundado en Bohemia y del que fue mecenas.Y fue también el conde Špork quien sentó en estos territorios la costumbre de tocar la trompa de armonía durante la caza.
Tras la muerte de František Antonín Špork, en 1738, la nobleza dejó de ir al balneario de Kuks, porque sin la presencia de su propietario no hubo más fiestas con abundancia de comida y de vino. Poco después, las termas fueron azotadas por una fuerte riada, según cuenta Miroslav Šamal.
“En 1740, el valle del Elba en Kuks fue afectado por las inundaciones. El agua destruyó una gran cantidad de edificios y otras construcciones de las termas locales. Lo que no fue devastado por la riada, fue estropeado por un incendio en 1891. En 1901 fue necesario demoler por completo los restos de la mayoría de los edificios del balneario de Kuks, incluido el palacio del conde Špork”.Pero la fundación del Hospital de Kuks que, según el testamento del conde, ofrecía asilo a unas cien personas necesitadas, sobrevivió a su fundador.
Durante otros dos siglos los familiares de Špork administraron el Hospital. El último descendiente del conde František Antonín Špork falleció en 1953 y entonces Kuks pasó a ser propiedad del Estado Checo.
En el Hospital de Kuks encontramos actualmente también una exposición permanente que refleja el desarrollo histórico de las farmacias, desde el barroco hasta la actualidad. La muestra fue instalada en Kuks por la Facultad de Farmacia de la Universidad Carolina de Praga.La farmacia barroca de Kuks es la segunda más antigua de Europa Central. La más antigua también se encuentra en Bohemia, en la ciudad de Klatovy, al suroeste del país.
El equipamiento de la farmacia es auténtico, incluidos los frascos y otros recipientes de vidrio, porcelana y madera. Éstos últimos son los de más valor, según afirma Miroslav Šamal.
”Son flacones de color rojo oscuro que están hechos de madera de tilo, remojada en sangre de toro. Las inscripciones son de oro. En la farmacia barroca de Kuks se conservan varios medicamentos que, a un hombre moderno le pueden resultar curiosos. Por ejemplo, un flacón para polvo del cráneo de un ahorcado, otro para sangre de dragón y este recipiente, con la inscripción hepa rulpi, servía para píldoras hechas de hígado de lobo”.En otras vitrinas hay muestras de fármacos que en el siglo XVIII se utilizaban para curar diversos males. Por ejemplo, para el dolor de estómago se recomendaba tintura de cucaracha, y para problemas de la vesícula se recomendaba tragarse unos ciempiés, según dice Jan Babica, quien nos hace de guía por las boticas de Kuks.
“En aquellos lejanos tiempos la medicina y otros sectores recurrían mayormente a fuentes naturales. Por ejemplo, las conchas, pinzas de los cangrejos, el coral blanco y el hueso de calamar se trituraban hasta quedar hecho polvo. Este polvo se utilizaba luego para preparar medicamentos y para fabricar pastas de dientes”.En otra de las salas, el visitante se familiariza con las farmacias del siglo XIX y XX y llega a conocer el equipamiento de los laboratorios de los boticarios. El turista que lo desee, puede fabricar una tableta médica en una máquina de finales del siglo XIX. La materia prima que se utiliza en la exposición para hacer las tabletas es una mezcla de azúcar y almidón que no haría daño a nadie en caso de ser tragada.
En esta sección se encuentra también el mobiliario y equipamiento de una antigua farmacia que se encontraba en la Casa del León Dorado, en la Calle Neruda, al pie del Castillo de Praga. Esta botica estuvo en funcionamiento en la capital checa hasta 1952.Con el surgimiento de las grandes empresas farmacéuticas, las farmacias poco a poco dejaron de producir medicamentos. A mediados del siglo XX, los boticarios fabricaban ya sólo entre el dos y el cinco por ciento de los fármacos.
Aunque muchas farmacias han desaparecido, otras fueron surgiendo. Porque su rol en el sistema de salud sigue siendo insustituible. Siempre necesitaremos que alguien nos aconseje una tableta en caso de un repentino dolor de cabeza, de muelas o de otros órganos, y que alguien nos prepare una crema curativa especial, recetada por un médico.