Jitka Jirátová, guía privada de Praga en español
Comenzó a dar tours en la capital checa poco después de la caída del comunismo y continúa haciéndolo al día de hoy. Jitka Jirátová cuenta por qué decidió especializarse en el español, cómo se volvió popular a través de un programa de radio en Argentina y por qué reconoce haberse equivocado cuando se burlaba de quienes consideran que Praga es una ciudad mágica.
Aunque Jitka Jirátová nació en Teplice, se considera totalmente praguense. Es que, según ella misma explica, su familia decidió mudarse a la capital checa cuando tenía solo un año. Hoy aquella niña se ha convertido en una de las guías de turismo con más experiencia en la actualidad y, por lo tanto, en una verdadera carta de presentación de Praga en el mundo, especialmente en el mundo hispano.
“En el castillo, de repente a una señora le saltaron lágrimas, es mágico eso, es mágico lo que hace Praga con algunas personas”.
“Desde el principio yo quise especializarme en turismo de un idioma, el español, porque he tenido colegas que en sus tarjetas tenían diez banderitas pero cuando les pasaba trabajo, porque en un momento yo era coordinadora, resultaba que no hablaban bien y los clientes se me quejaban”.
Si bien hizo algunos tours en inglés y alemán, siempre le atrajo más el español, idioma que estudió y aprendió rápidamente en un instituto bilingüe. Luego lo perfeccionó en España, donde estuvo un tiempo cuidando niños y luego regresó a Praga.
“Y como ya había caído el comunismo empezaba el turismo pero no había gente que hablase español, no había nadie, poquísima gente que había hecho intercambios con Cuba, pero cobraban carísimo porque eran pocos y, de repente, todas las agencias se nos echaron encima a los estudiantes de español porque era la primera y única escuela que, en un corto período, generó muchos hablantes... Bueno, en la clase éramos unos treinta… Yo, por ese entonces, tenía dieciséis años y no tenía ni idea de lo que era ser guía y recuerdo que el dueño de una agencia me dijo: ‘no te preocupes, les dices lo que haces, lo que comes, dónde vas los fines de semana, qué hacen tus padres, como pasáis el tiempo libre, dónde vivís, cómo es tu casa, eso es ser guía’”.
Jirátová reconoce que todo eso era cierto porque, de hecho, ella empezó a trabajar como guía sin tener en claro las diferencias entre un monumento barroco y uno románico. Además, siente que ese tipo de información, al igual que las fechas, la gente podía encontrarlas en libros y, por ese entonces, se interesaban mucho más en la vida cotidiana de las personas y, sobre todo, valoraban que los locales pudieran hablarles en español.
Praga, mágica y turística
Por supuesto, desde aquel entonces el turismo en República Checa y, en especial, Praga, ha visto pasar mucha agua bajo el puente y, al mismo tiempo, los guías se fueron profesionalizando cada vez más. Al día de hoy, a pesar de que lentamente empiezan a crecer otra vez las cifras, la cantidad de visitantes aun está lejos de la época anterior al Covid.
“Se estima que este año tendremos cinco millones de visitantes, antes del covid teníamos ocho millones y siempre queríamos llegar a diez, esa es la gran meta porque somos diez millones de personas, pero ahora estamos ante otro tipo de turismo, turismo de menos poder adquisitivo, de países vecinos a los que les resulta fácil venir y no necesitan ningún tipo de certificado, no están llegando tantos chinos, estadounidenses y rusos multimillonarios, y eso se nota”.
Aunque comenzó trabajando con grandes operadores de turismo, llegó un momento en que Jirátová decidió abrir su propia empresa. El motivo fue que muchos de esos grupos que hoy ya no existen incluían demasiados intermediarios que hacían que el cliente tuviera que pagar demasiado dinero. En ese sentido, crear su propia compañía de turismo apuntaba a poder garantizar a los usuarios que lo que pagaran se vería reflejado en la calidad del tour.
“Y así fue: en el 2012 me dije: 'o lo dejo o me monto yo lo mío', y hasta tuve un tema con mis padres porque ellos vivieron el comunismo y me decían que ya tenía suficiente con esto y qué pasaría si la empresa no funcionaba... y yo les decía, sobre todo, a mi padre: 'si no funciona ya veré, pero voy a probar', y entonces fundé la agencia Guía Privada de Praga, que tengo desde 2012, y la verdad que no me quejo”.
Jirátová explica que desde el principio tuvo en claro el objetivo de que los turistas llegaran a asociarla profundamente con Praga. En cuanto al tan mentado encanto de la ciudad, dice que en el pasado ella solía burlarse cuando la gente hablaba de la capital checa como un lugar mágico, y de la importancia que determinados libros les dan a los símbolos místicos de algunas casas. Sin embargo, reconoce que, a medida que se va volviendo mayor, cada vez más tiene la sensación de que algo de eso es cierto, aun cuando no es capaz de nombrarlo ni describirlo. De hecho, asegura que, en más de una ocasión, se emocionó con las reacciones de algunos turistas.
“En el Castillo, cuando estaba iluminado, de repente a una señora se le saltaron lágrimas, después nos quedamos hablando y me contó su vida, pero son cosas que vives con la gente y es mágico eso. Es mágico lo que hace Praga con algunas personas. Yo lo sentí en las Cataratas del Iguazú, cuando vi las Cataratas del Iguazú con luna llena, ahí a mí se me saltaron lágrimas, pero lo curioso era que se trataba de la naturaleza, pero que a ella le pasara aquí frente a una obra humana me pareció sorprendente”.
De todos modos, aclara que también tuvo algunas experiencias negativas. Por ejemplo, recuerda que, una vez, mientras explicaba justamente la historia de la catedral de San Vito, un turista la interrumpió de repente para preguntarle dónde podía tomar una sopa de ajo. Además de que la pregunta estaba fuera de contexto, justo fue dirigida a quien considera que ofreció casi todos los tours menos, precisamente, el gastronómico. En todo caso, aunque todos los disfruta mucho, aclara que tal vez el que más le interesa es el de Terezín, donde estuvo prisionero su abuelo por haber sido miembro de la resistencia contra Hitler.
Días de radio
Afirma Jirátová que para conseguir turistas lo que más le funciona es el boca a boca. De hecho, tiene la sensación de que cada cliente satisfecho le termina haciendo llegar tres personas más en el futuro, entre amigos, familiares y hasta compañeros de trabajo. Sin embargo, hubo en su trayectoria un punto bisagra que incrementó considerablemente su popularidad, al menos en varios países de Latinoamérica, y fue su aparición en uno de los programas de radio más escuchados de Argentina que condujo el periodista Andy Kusnetzoff.
“Nunca me voy a olvidar de Andy. Los acompañé aquí cuando vinieron de la radio argentina Metro con Andy Kusnetzoff y ellos me dijeron si no quería salir en directo en el programa, y en broma me preguntaron cuántos seguidores tenía. Yo tenía unos mil y entonces me dice: 'Bueno, ahora vamos a ver cuántos vas a tener al final de esta emisión, a ver quién quiere seguir a Jitka, a ver si llegamos a cinco mil', y de repente empezó a subir y subir y llegamos a once mil, once mil en dos o tres minutos”.
Ese fue un gran impulso para que Jirátová comenzara a prestarle mucha más atención a su cuenta de Instagram, donde hoy sube con regularidad noticias, algunas curiosidades y datos interesantes sobre Praga y los checos. Lo notable es que eso sucedió hace varios años y todavía algunos argentinos le siguen escribiendo, cada tanto, diciéndole que la conocen de la radio y que quieren contratarla para hacer un tour. Al respecto, agrega que, si bien por momentos el trabajo de guía la deja muy cansada a nivel físico, hasta ahora siempre resultaron más fuertes las satisfacciones que le da su trabajo.
“Hice de guía a una chica cuando vino con la escuela secundaria y después, quince años más tarde, con su marido y dos niños”.
“Imagínate que yo hice de guía a una chica cuando vino con la escuela secundaria y después volví a hacerle de guía quince años más tarde con su marido y dos niños. Hasta me enseñó la foto, quince años de diferencia. Entonces, yo creo que nunca podré dejar este trabajo del todo”.
Jirátová trabaja con grupos de hasta ocho personas y asegura que sus tours tienen algo de terapia, ya que, por momentos, tiene la sensación de que pueden llegar a hablar de cualquier cosa, como cuando en un tour para una sola pareja el hombre se la pasó hablando durante dos horas y media de su operación de hígado y luego le dio una propina muy generosa y le dijo que era la mejor guía que había conocido, a pesar de que ella no había dicho prácticamente nada en todo el recorrido.