Jemniste: una oportunidad ideal de conocer un palacio del barroco culminante
Al lado de la puerta de hierro forjado que da acceso al patio de honor del palacio de Jemniste se encuentra un timbre en cuya placa leemos:STERNBERGOVI- los STERNBERG. A la luz de la historia son los condes Sternberg, una de las familias más linajudas entre la nobleza checa. Sin embargo, al surgir en 1918 la República Checoslovaca independiente, los títulos nobiliarios fueron abolidos. Ante la ley los condes Sternberg son simplemente Sternbergovi como cualquier ciudadano corriente. Jemniste, situado a unos 60 kilómetros al sudeste de Praga, fue restituido a los Sternberg en 1995 y en el palacio y en su extenso parque se nota indiscutiblemente la presencia cotidiana del dueño Jirí Sternberg que reside con su familia en el ala izquierda de la mansión.
Al patio de honor llegaban en el pasado las carrozas de los invitados y allí el dueño del feudo daba la bienvenida a las visitas más ilustres.
Los visitantes actuales tenemos el privilegio de recorrer 8 suntuosos salones y la primorosa capilla palaciega, consagrada a San José. Se nos presenta una oportunidad ideal de conocer una mansión aristocrática de placer de la época del barroco culminante.
Antes de convertirse en el siglo 19 en patrimonio de los Sternberg, el palacio de Jemniste pasó por manos de varios dueños...
La mansión que se asienta sobre una colina en medio de un paisaje ondulado y boscoso, fue construida entre 1720 y 1725 por encargo del conde Frantisek Adam de Trauttmansdorff, oriundo de una vieja familia de Estiria. El autor del proyecto fue el célebre arquitecto barroco checo Frantisek Maxmilián Kanka.En 1754 el palacio quedó destruido por un incendio. El conde Trauttmansdorff mandó construirlo de nuevo.El aristócrata se apegó tanto al palacio de Jemniste que manifestó el deseo de ser allí sepultado. No obstante, las tradiciones de los Trauttmansdorff no permitían que un miembro de su linaje reposase en otro lugar que en el panteón familiar en la ciudad checa de Horsovský Týn.
Para cumplir con el deseo del difunto y al mismo tiempo respetar las tradiciones familiares, en Jemniste fue sepultado sólo el corazón del conde Frantisek Adam de Trauttmansdorff. La guía nos confirmó que durante la reciente restauración del palacio de Jemniste fue hallado en la capilla palaciega, bajo una losa sepulcral, un recipiente metálico en el que había sido colocado el corazón del fundador de la mansión barroca.En 1868 el palacio de Jemniste fue adquirido por el conde Zdenek de Sternberg, el tatarabuelo del actual dueño. En la mansión encontramos muchas huellas de la presencia de su sucesor, el conde Filip de Sternberg, gran amante de caballos, que fundó con el conde Kinský en 1874 la Gran Steeplechase de Pardubice, una de las pruebas hípicas más antiguas del continente europeo.
Grabados de caballos cubren las paredes del vestíbulo y subiendo por la escalinata de honor al piso principal contemplamos en las paredes escenas grabadas de la escuela española de equitación.
Nos ponemos unas zapatillas de fieltro y medio patinando sobre el lustroso parqué entramos en el salón de baile donde se celebraron en el pasado espléndidas fiestas.En el grandioso salón, decorado con frescos, llaman la atención lienzos en riquísimos marcos dorados que representan en tamaño natural a monarcas austríacos. Desde uno de los cuadros nos mira el emperador Carlos VI y desde otro la emperatriz María Teresa, luciendo un suntuoso traje que pesaba 18 kilos, según nos explicó la guía.
En el comedor palaciego admiramos un mobiliario en estilo del llamado barroco floral holandés, del siglo 18, decorado con motivos florales y animales. La mesa está puesta para cuatro personas como si dentro de unos instantes deberían venir damas y caballeros con sus rizadas pelucas. La guía nos dijo que la etiqueta mandaba que a la mesa se sentara siempre un número par de comensales: cuatro, seis, ocho, doce. El número de damas y caballeros debía ser igual, siendo sencillamente impensable que que una dama se acercara sola a la mesa. Y siempre debía ir acompañada por un caballero.
Y seguidamente pasamos a un gabinete amueblado en estilo barroco en el cual se exhiben piezas que recuerdan a Kaspar de Sternberg. El aristócrata nacido en 1761, abandonó la carrera eclesiástica para convertirse en un destacado naturalista de renombre europeo.El conde, estudioso de la flora prehistórica, contribuyó a la fundación del Museo Patriótico, antecesor del actual Museo Nacional, y donó a este establecimiento científico sus colecciones botánicas y geológicas así como su biblioteca.
Visitamos el salón azul con el mobiliario en estilo Imperio y el dormitorio barroco y al final del recorrido por los aposentos la guía nos conduce a la capilla de San José, decorada por dos grandes artistas del barroco checo: el escultor Matyás Bernard Braun y el pintor Václav Vavrinec Reiner.
Debajo del oratorio se ven los escudos de la pareja aristocrática que poseía Jemniste hasta 1943. Después fue confiscado por los nazis. Se trata de los blasones del noble Mensdorff Pouilly y de su esposa Teresa de Sternberg.Cuando los nazis ordenaron a Teresa de Sternberg y a su esposo abandonar el palacio de Jemniste, dejaron a la pareja quince días para mudarse. El matrimonio logró sacar del palacio sólo algunos muebles y trasladarlos al castillo de Ceský Sternberk, perteneciente a sus parientes.
palacio de Jemniste a pesar de las protestas de Teresa de Sternberg y su esposo. La condesa Teresa solicitó la restitución. No obstante, los trámites de la devolución se arrastraron y en 1951 el régimen comunista expropió definitivamente el palacio de Jemniste. Teresa de Sternberg jamás volvió a la mansión.
Jemniste fue restituido a los Sternberg en 1995. El actual dueño Jirí Sternberg y su esposa han acometido tanto la restauración del palacio como del parque palaciego, fundado hacia 1725, que se extiende sobre una superficie de 16 hectáreas.
Nosotros recorrimos el parque con el propósito de encontrar las huellas del fantasma de Jemniste. Una leyenda narra que en el pasado vivía en el palacio una princesa para la cual los criados confeccionaban cada día nuevos zapatitos de pan. La arrogante dama los calzaba cuando se dirigía del palacio a una capilla donde estaba el panteón familiar.La dama fue castigada por su arrogancia. En el parque se han conservado los hoyos por los cuales se hundió en la tierra.
Aún después de muerta no encontró la paz.A media noche solía aparecerse, sentada en un carro ígneo, tirado por dos parejas de caballos de fuego.
El carro con el fantasma de Jemniste se aleja y también nosotros dejamos este bello palacio barroco con sus leyendas y su acogedor ambiente.