Hace 39 años se quiso poner "un rostro humano" al socialismo
El 21 de agosto de 1968 los tanques del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia para asfixiar la intentona reformista conocida como la "Primavera de Praga". Treinta y nueve años después la República Checa es un país democrático miembro de la UE y de la OTAN.
No obstante, la "Primavera de Praga" de 1968 sigue siendo objeto de análisis y discusión en la República Checa. No han desaparecido del todo los enfrentamientos en el campo teórico y político.
Mientras unos aseguran que la intentona de poner "un rostro humano" al socialismo sirvió para el ulterior desarrollo de la sociedad hasta llegar a la "Revolución de Terciopelo" de 1989, otros dicen que fue un ajuste de cuentas entre comunistas.
Las fricciones se mantienen hasta la fecha. Los adversarios de la "Primavera de Praga" sostienen que fue un enfrentamiento de dos generaciones de comunistas por el poder.
Al tiempo que algunos estudiosos, como por ejemplo Petr Zídek, subraya que una de las mayores dificultades de la reflexión histórica responde a que un grupo de historiadores ofrece una interpretación comunista y el otro se apoya en el punto de vista de las víctimas.
La situación política del mundo en 1968 era bastante convulsa. Estados Unidos se encontraba de cabeza en la guerra de Vietnam, en Alemania Willy Brandt había empezado una política de acercamiento a Moscú, mientras que Francia se recuperaba de los estragos causados por el movimiento estudiantil.
Checoslovaquia denunció ante la Naciones Unidas la invasión perpetrada por la Unión Soviética, pero nadie corrió en su auxilio.
Todo empezó el 5 de enero de 1968. Alexander Dubcek fue elegido primer secretario del Partido Comunista de Checoslovaquia en sustitución de Antonín Novotný.
Dubcek fue un disciplinado militante comunista fiel al Kremlin, pero que parece que se tomó muy en serio la apertura que había impulsado Nikita Jruschev tras denunciar los crímenes de Stalin.
Alexander Dubcek inició el proyecto que se conoció como "socialismo con rostro humano" que promulgaba la democratización y humanización, un socialismo con libertades para borrar el horror de los procesos políticos de los años 50.
La euforia y la espontaneidad se apoderaron de las calles de Praga y de las grandes ciudades del país. La gente se reunía en las esquinas a debatir sobre lo que sucedía en el país. Proliferaron las formaciones políticas y sociales y se recogieron firmas para apoyar la reforma política y económica que promovía Dubcek y su equipo.
El fantasma de los acontecimientos de 1956 en Hungría perturbaba el sueño del entonces inquilino del Kremlin, Leonid Brezhnev. Temeroso de un efecto contagio decide invadir Checoslovaquia.
Los checoslovacos seguían con su proyecto de "socialismo con rostro humano". Dubcek percibe el nerviosismo del "camarada" Brezhnev pero se niega a aceptar que desde su amada Unión Soviética pueda surgir algún tipo de amenaza.Alexander Dubcek apuesta por el diálogo. Mantiene dos reuniones en Eslovaquia, una con el propio Leonid Brezhnev y otra con los líderes del Pacto de Varsovia. Todos le aseguran que no hay problema alguno, pero la sentencia está dada.
El 21 de agosto de 1968 los checoslovacos recibieron el nuevo día invadidos por las tropas de los Ejércitos de cinco países del Pacto de Varsovia, encabezadas por las Fuerzas Armadas Soviéticas. Rumanía y Yugoslavia no participaron en la invasión. Las tropas de ocupación soviéticas permanecieron en el país hasta el 27 de junio de 1991.
En esos días difíciles los praguenses levantaron cerca del edificio de la Radiodifusión checa una barricada, volcando un autobús y un camión cisterna para dificultar el acceso de los ocupantes a la emisora.
Cuando los tanques soviéticos llegaron a la barricada abrieron fuego de inmediato. En la confusión perdió la vida el joven Mário Musich. Un fragmento de una granada rusa segó la vida de Ivan Laita, un joven de18 años.
Jan Baborovský falleció tratando de rescatar a su familia de su casa en llamas. Jaroslav Kubes, de 19 años, pereció aplastado por un tanque. Resulta trágico que durante los veinte años de la ocupación soviética no fue posible recordar a las víctimas, cuyas vidas fueron segadas por los tanques soviéticos.
Tras el aplastamiento del movimiento reformista siguieron más de 20 años de "normalización" comunista, que fueron sinónimo de represión contra cualquier expresión de protesta e intento de cambios.
La Radiodifusión checa ha sido siempre un símbolo de libertad, independencia e identidad nacional y fue por ello que también aquel 21 de agosto de 1968 los praguenses salieron al encuentro de los invasores para defender uno de sus mayores derechos la libertad de expresión.