GRECO critica la desgana checa de supervisar la financiación de los partidos políticos
La financiación de los partidos políticos checos es poco transparente. Así lo señala el informe publicado este miércoles por el Grupo de Estados contra la Corrupción (GRECO) del Consejo de Europa. El organismo insiste en la creación de una oficina nacional independiente que supervise el flujo de los recursos financieros en el escenario político de este país.
Hoy día, la financiación de las agrupaciones políticas checas es supervisada por el Comité de Control de la Cámara de Diputados. La vice primera ministra, Karolína Peake, encargada de la coordinación de la lucha contra la corrupción, admite que el sistema existente no es eficaz ni independiente.
“La crítica por parte del Grupo de Estados contra la Corrupción está plenamente justificada. Desde hace mucho tiempo llevo intentando imponer la creación de una oficina independiente, pero el Partido Cívico Democrático, la Socialdemocracia y los comunistas rechazaron el proyecto en la Cámara Baja”.
La vice primera ministra expresó la esperanza de que la crítica lanzada por el Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo Europeo ayude a poner en marcha una enmienda legislativa que posibilite la introducción de un nuevo sistema de supervisión en la República Checa.“Me alegro de que la crítica haya llegado en estos momentos, una o dos semanas antes de que el Gobierno vuelva a deliberar sobre la enmienda a la Ley de Asociaciones Políticas. En mi opinión, el Gabinete al final tendrá que aprobar mi proyecto anterior, o sea la creación de un órgano especial de supervisión”, agregó Peake.
La República Checa es poco flexible a la hora de hacer más transparente el sistema de supervisión de la financiación de las agrupaciones políticas. Hasta la fecha ha cumplido apenas una de las 13 recomendaciones innovadoras recibidas dos años atrás por parte del Grupo de Estados contra la Corrupción.
El organismo europeo no puede imponer a la República Checa ninguna sanción financiera. No obstante, al no cumplir las exigencias de Estrasburgo, Praga será sometida a una fuerte presión política, que empeoraría notablemente su reputación en el extranjero, advierten los expertos del país.