Furor por el nuevo circo checo

Aurora Jaguari, foto: Robert Rambousek, Archivo de Aurora Jaguari
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2020 será un año marcado a fuego por el auge del circo en República Checa: numerosos festivales que traen compañías de todo el mundo, la reaparición de formatos como el de cabaret que no se veían desde la Primera República y el regreso del Cirque du soleil que, en junio, vendrá a Praga. En esta entrevista la acróbata Aurora Jaguari que, casualmente le debe a Latinoamérica su fascinación por el circo, nos explica los motivos de esta tendencia.

Aurora Jaguari,  foto: Robert Rambousek,  Archivo de Aurora Jaguari

Ctibor Turba,  foto: ČT
Sin la velocidad y el vértigo con los que suele hacer sus shows, la acróbata checa Aurora Jaguari se toma su tiempo para reflexionar sobre la gran tradición del circo que, por estos días, parece estar viviendo un fuerte auge en República Checa.

Explica que el circo clásico nació a finales del siglo XVIII con algunos espectáculos que solo tenían caballos pero luego fueron sumando más animales y, después, cómicos y acróbatas. Ya alrededor de 1970 surge en Francia el circo nuevo, más ligado al teatro y otras expresiones artísticas. Su máximo representante es el Cirque du Soleil, la famosa compañía canadiense que, este año, volverá a Praga en el mes de junio.

En República Checa, asegura Jaguari, uno de los grandes renovadores fue Ctibor Turba, que hacía pantomima y teatro, y fue una gran inspiración para muchas de las distintas compañías que, actualmente, existen en el país, cada una con su especialidad.

“Y tenemos muchos festivales: uno de los más famosos, por ejemplo, es “Letní Letná”, que dura casi un mes en el parque Letná y vienen compañías de todo el mundo pero también hay compañías checas y es muy bonito el evento. Pero también tenemos otros festivales como, por ejemplo, Cirkopolis que dura una semana y está en varios lugares, por ejemplo en unas casas, aquí en Praga, o tenemos Fun Fatale, en abril, sobre la mujer en el circo y el circo en la mujer”.

Jaguari aclara que en Fun Fatale actúan solo mujeres aunque, por supuesto, los hombres pueden estar entre el público, mientras que, en Letní Letná, suele ofrecerse un espectáculo en cada una de las carpas, además de conciertos, shows para niños y hasta una buena oferta gastronómica, a tal punto que prácticamente se puede vivir ahí durante el tiempo que dura.

Cirqueon,  foto: ČT
Jaguari destaca además la existencia de centros como Cirqueon, ubicado en Nusle (Praga 4), que acaba de cumplir diez años y donde se dan clases para niños y adultos. Asegura que ahí nacen muchos shows porque los artistas suelen organizar residencias y, entonces, se juntan todo el tiempo a intercambiar ideas y crear nuevos espectáculos.

Si bien Aurora Jaguari siempre se vio atraída por el movimiento y la danza no fue en Chequia donde empezó a interesarse en el circo sino en un viaje por Latinoamérica hace diez años atrás en el que, además de aprender el idioma, empezó a sentir esta pasión que aún la acompaña en la actualidad.

“Yo viajaba mucho por América Latina y vi a la gente hacer malabares y me gustó mucho, me empezó a interesar mucho el hula hoop viendo a las chicas bailando con el aro, y me inspiró mucho para empezar también, y lo estoy haciendo hasta ahora. Empecé ahí a hacer espectáculos en la calle, poco a poco, también haciendo fuego, shows con fuego. Pero la primera inspiración viene de ahí”.

“Viajando por América Latina vi hacer malabares y me inspiró mucho para empezar también. Empecé con espectáculos en la calle y también con shows con fuego, la primera inspiración viene de ahí”.

Cuenta Jaguari que lo que más la impactó durante ese viaje por países como México, Guatemala, Belice, Panamá y Ecuador es que se podían realizar pequeños números de circo en cualquier lado, solo con la gente que pasaba por la calle en ese momento.

Aclara que eso no es muy frecuente en Chequia, sobre todo por las bajas temperaturas que hay en invierno pero también por motivos culturales: ya que si bien en el país también hay muchísimo circo suele realizarse en festivales, eventos y, lo que es toda una novedad según explica Jaguari, también se empieza a ver que algunas empresas contratan shows de circo para celebrar algún acontecimiento o amenizar las reuniones de trabajo.

Otro fenómeno que se viene dando es el regreso de algunos formatos como el que propone con mucho éxito Czech Cabaret Show, en el que Jaguari participa haciendo acrobacias y bailes con anillos de fuego.

“Hasta ahora no había en República Checa algo parecido: en la época de la Primera República, por ejemplo, sí, había más varieté, más cabaret pero eso desapareció y fue una pena. Y ahora está otra vez surgiendo ese interés, y en Czech Cabaret Show se une el circo, la danza y el canto, es una mezcla muy bonita, muy interesante”.

Jaguari revela que siempre la fascinó el fuego y por eso empezó a probarlo hace ya muchos años. Asegura que se trata de un elemento bastante adictivo porque su sonido es muy particular y no puede compararse con nada, implica mucha adrenalina y también algo de peligro.

Aurora Jaguari,  foto: Juan Pablo Bertazza
Incluso recuerda una ocasión en la que, debido a un error que cometió durante una muestra, se quemó las manos y le salieron enormes ampollas que la obligaron a dejar la actividad durante dos largos meses.

“Sí, me pasó muchas veces porque a veces la gente cree que no es fuego de verdad pero es fuego de verdad y quema, sí, y me quemé muchas veces y una vez me quemé mucho mis manos y durante dos meses no pude hacer nada. Eso me pasó con unos abanicos de fuego con los cuales se puede bailar y me prestaron unos que no conocía, eran más pequeños y el fuego estaba más cerca de mis dedos. Si yo lo hubiera botado habría estado bien pero terminé el show aunque me quemaba”.

Jaguari revela que ese tipo de quemaduras en general tienen que ver con ciertas distracciones o por mantener el fuego más tiempo del que se debe. Por otro lado, asegura que subirse a un escenario implica cambiar un poco la percepción, concentrarse mucho. Es algo así como un momento mágico, explica, durante el cual te convertís un poco en lo que estás representando en ese momento. Pero, por supuesto, hasta los mejores profesionales no dejan de ser personas y, a veces, puede haber errores, golpes y caídas, incluso sin que el público se de cuenta.

Aurora Jaguari,  foto: Robert Rambousek,  Archivo de Aurora Jaguari
“A veces hago un poco de teatro y una vez me fui con el Teatro Negro a Colombia y era mi primera experiencia en el Teatro Negro donde actúas o también estás todo de negro con una capucha también encima de tu cara y no ves mucho. Y me pasó que tuve que buscar una cosa que estaba cerca del telón y me caí al escenario entre la gente, pero nadie se dio cuenta porque yo estaba de negro y había oscuridad, entonces trepé otra vez al escenario pero fue terrible aparecer ahí entre la gente”.

Ella recuerda que, si bien la caída no le causó dolor, sí lo vivió como una situación difícil porque debía volver a subir rápidamente más de dos metros de altura. Pero lejos de dejarse vencer por el miedo, Jaguari confirma que lo que más la atrae en la actualidad es, justamente, la acrobacia aérea. Últimamente se siente tan ligada a ese tipo de actividad que vivió como una verdadera experiencia el hecho de haberse cruzado, hace unos días y por casualidad, con el relato “Un artista del trapecio”.

“Lo que a mí más me gusta es hacer acrobacia en el aire, es mi afición, me gusta mucho el trapecio, es algo muy tradicional también. Es magia, me gusta mucho. Recién leí un cuento de Franz Kafka que escribió sobre un trapecista y me gustó mucho”.

Jaguari se emociona no solo al leer sino también al hablar de su oficio. Asegura que este nuevo auge del circo la llena de alegría porque se trata, en realidad, de una tradición muy vieja que va variando y perfeccionándose pero que tiene que ver con la creatividad de numerosos artistas de casi todas las épocas que, a pesar de las dificultades, decidieron vagar por el mundo.

Cuenta que una de las grandes alegrías que le dio esta vocación fue haber participado en un importante circo tradicional de Dinamarca que se llama Baldoni y cuenta con una carpa. En esa ocasión ella participó en una serie de espectáculos navideños para distintos colegios. En cierta forma pudo experimentar, durante esa estadía en Dinamarca, lo que viven los artistas del circo tradicional, cuya rutina parece estar en función de ese trabajo.

“El trabajo con el circo es irregular: lo que tienes que hacer cada día es ensayar, practicar, ir mejorando en tu arte”.

“El trabajo con el circo, con los espectáculos, es irregular: nunca sabes exactamente cuántos shows vas a tener, depende también de tu nivel y de lo que estás haciendo pero no es un trabajo tan fijo. Lo que tienes que hacer cada día es ensayar, practicar, ir mejorando en tu arte, es un trabajo diario, cada día practicar y actuar también pero es mucho sobre el ensayo”.

Jaguari asegura que la pasión que siente por el circo incluso suele meterse en sus propios sueños: muchas veces le ha pasado de despertarse, por ejemplo, con la imagen de un lugar desconocido en el que estaba ensayando trapecio. Es que la entrega y la perseverancia de artistas como Aurora Jaguari, quien le debe esta pasión a Latinoamérica, hicieron posible que el circo checo esté viviendo, en la actualidad, un nuevo furor.