Estampas peruanas de una arqueóloga checa
Eva Farfánová Barriosová nació en Chrudim, Bohemia Oriental. Estudió prehistoria y etnografía en la Universidad Carolina de Praga, continuando su formación universitaria en EE. UU. y en la Universidad de San Marcos de Lima. En el Perú pasó 28 años de su vida. Con la etnógrafa y arqueóloga checa Eva Farfánová Barriosová conversaremos en esta A toda marcha.
Ud. publicó recientemente en la República Checa un libro que tituló "Estampas peruanas". ¿Cómo nació este libro?
"Volví del Perú a la República Checa hace casi cuatro años. Aquí salieron algunos libros sobre Perú, sobre su actualidad, y principalmente sobre su historia, pero he encontrado en ellos muchísimas imprecisiones, cosas inexactas, podríamos decir cosas que no son verdad desde hace cincuenta años o más. Por eso he pensado que tanto el Perú, como el lector checo merecerían algo más objetivo, algo más informativo. Por eso me he dedicado a este libro".
¿Este libro no es un clásico libro de viajes para turistas?
Otro capítulo está dedicado a la comida peruana. En el Perú siempre se ha comido muy, muy bien, en el pasado y en el presente también. Estoy describiendo cómo se comía en el pasado y cómo se come ahora, cuáles son las costumbres alimenticias de la gente, cómo difiere la cocina de la costa, de la sierra y de la selva, del sur, del centro y del norte. Hay muchísimas variedades. Para nosotros los centroeuropeos hay temas muy interesantes, como, por ejemplo, el cuy, que aquí se cría como un animalito para los niños, que le tienen mucho cariño y se quedan tremendamente sorprendidos cuando les digo que en el Perú sería una buena cena.
Otro capítulo está dedicado a las fiestas peruanas, las fiesta patrias como el 28 de julio o la Navidad, algunas fiestas típicas regionales, pero principalmente me dedico a cuatro fiestas. Una fiesta que sobrevive en las alturas de Cuzco todavía desde los tiempos prehispánicos es el Chiriaque. Es una batalla ritual, diríamos, que está dedicada a la madre Tierra que debe dar la cosecha, entonces, se le sacrifica sangre humana, sangre de la gente que muere en esa batalla. Esta fiesta no tiene prácticamente ninguna o muy, muy contadas influencias cristianas. Otra fiesta es la de Coullur Rit´i. Se celebra en las alturas de Cuzco y es una fiesta donde se mezclan las creencias paganas prehispánicas con las creencias católicas traídas por los españoles. La tercera es la fiesta que llaman Yahuar-fiesta. Yahuar en quechua significa sangre. Es una especie de corrida donde al toro se le amarra a la espalda el cóndor. El cóndor presenta la cultura nativa, indígena de Los Andes y el toro la cultura intrusa, la española, que les fue impuesta. En esta lucha el cóndor siempre gana, siempre mata al toro. Después, el cóndor siempre es soltado de nuevo, no tiene que estar herido porque eso sería una señal de desgracia para el pueblo. La gente en esta fiesta cree que un día tal como el cóndor gana al toro, la cultura indígena ganará a la cultura española, la cultura intrusa, y el indio otra vez será libre como el cóndor".
¿Ud. tuvo la oportunidad de participar en todas estas fiestas de las que acaba de hablar?
"Por desgracia no. Porque estas fiestas se celebran en lugares muy, muy apartados. Es muy difícil llegar allí. Y los indígenas guardan muy celosamente sus costumbres, no desean que los turistas vengan".
¿Por qué cree Ud. que es así? Los turistas podrían atraer recursos financieros, ayudar ecónomicamente a esas regiones ...
"No. Ellos lo consideran una intromisión en sus sentimientos, en sus creencias. El indio tiene un carácter muy cerrado. Por eso sus creencias son para él y para su gente, para nadie más. Entonces, hay muy poca gente que llega a estas fiestas o los blancos que llegan participan o ven sólo algunas partes, no llegan a participar en el mismo núcleo de la fiesta".
¿Tuvo en Perú amigos entre los indígenas?
"Sí, viví cuatro años en Cuzco y cada sábado y domingo íbamos a Pisac. Es un pequeño pueblito indígena a más o menos veinte kilómetros de Cuzco. El Pisac está en un valle, pero en la puna, en las alturas de Pisac hay doce comunidades indígenas. Estos indígenas vienen todos los domingos a la misa y al mercado de Pisac. Vienen con sus mejores trajes a la misa, ésta se celebra en quechua, y las mujeres traen algunos productos para cambiar o para vender. Allí sí he hecho algunos amigos. A algunos inclusive les serví de madrina cuando se casaban. Y después fui madrina también de su hijo".
¿Está todavía en contacto con esta gente?
"No, por desgracia no, porque a esas comunidades no llega el correo y esa gente sabía leer y escribir sólo muy poco. Los hombres todavía, que hacen el servicio militar, ellos sí, pero las mujeres muy raras veces saben leer y escribir".