El palacio de Staré Hrady alberga tesoros de la literatura checa

Esta vez les hablaremos del palacio de Staré Hrady, en Bohemia Oriental, que fue recuperado de las ruínas gracias al abnegado trabajo de los vecinos del pueblo en el que se alza.Hoy en día es una especie de santuario de la literatura checa al que se dirigen bohemistas del mundo entero para estudiar su vibrante historia. Y también el turista es bienvenido.

El palacio de Staré Hrady alberga el archivo literario del Museo de las Letras Checas y en sus aposentos se guardan los manuscritos de ilustres prosistas y poetas nacionales, incluídos los de Jaroslav Vrchlický y Frantisek Ladislav Celakovský.

En el lugar del palacio de Staré Hrady se alzaba en la Edad Media un pequeño fuerte que según algunos cronistas pertenecía en el siglo 13 a los templarios. Se supone que en el fuerte nació en el siglo 14 el primer arzobispo checo, Arnost de Pardubice.

En los años 70 del siglo 16 el fuerte gótico pasó a manos del noble Jirík Pruskovský que sirvió como ayudante de cámara a cuatro emperadores y era mecenas de la ciencia.

Jirí Pruskovský conoció en la corte imperial la vida de la nobleza renacentista y no extraña que no le gustase el pequeño fuerte gótico, sombrío en comparación con las nuevas sedes de la aristocracia.

Al remodelado edificio gótico mandó añadir tres nuevas alas, de modo que en Staré Hrady surgió un palacio renacentista de cuatro alas que rodeaba un patio adornado con bellas arcadas.

A los tiempos de Jirí Pruskovský se remontan los primorosos esgrafiados renacentistas con escenas bíblicas y cuya autoría se atribuye al maestro Augustin, constructor del palacio de Schwarzenberg, situado frente al castillo de Praga. Los turistas pueden admirarlos aún hoy en día ya que los esgrafiados han recuperado su belleza original tras ser restaurados en 1974.

En el siglo 17 el palacio de Staré Hrady perteneció durante algún tiempo a Alberto de Wallenstein, generalísimo de las tropas imperiales, y el feudo formó parte del ducado de Frýdlant.

A Wallenstein le gustaba el feudo de Staré Hrady con sus viñedos y los cotos de venados y de faisanes, pero el brillante jefe militar disfrutó poco tiempo de sus posesiones. En 1634 fue asesinado y al año siguiente el palacio de Staré Hrady pasó a manos del conde Jindrich Schlik, mariscal y presidente del consejo de guerra imperial, galardonado con la orden del Vellocino de Oro.

Sin embargo, los Schlik trasladaron pronto su sede al palacio en la cercana ciudad de Kopidlno y Staré Hrady se convirtió en el centro económico del feudo. Al no ser habitado por sus dueños, el palacio de Staré Hrady empezó a sufrir un notable deterioro. A principios del siglo 19 se derrumbó el ala gótica con su torre.

En los años siguientes el palacio y sus dependencias servían tan sólo para diversas actividades económicas. La más próspera era la cocción de cerveza.

Y la cerveza de Staré Hrady era tan famosa que fue objeto de un homenaje musical del maestro Frantisek Matej Hilmar, autor de la primera polca checa impresa, titulada "Esmeralda".

La cervecería de Staré Hrady fue cerrada en 1892 y en los recintos del palacio se instaló una lechería. Varias dependencias fueron transformadas en viviendas para el personal.

El siglo 20 no se portó mejor con el palacio de Staré Hrady. En 1945 fue confiscado a raíz de lo Decretos de Benes a su última dueña, la condesa Thurn-Taxis que emigró a Austria.

El deterioro del palacio, propiedad del comité nacional local, continuó. En los años 50 se derrumbó una parte de la bóveda del palacio y un muro. Sus recintos eran utilizados por la cooperativa agrícola local que almacenaba en el palacio trigo y patatas. En vano el maestro Frantisek Vojtísek daba la alarma, pidiendo a las autoridades que procedieran a la reparación del precioso edificio renacentista.

La perdición del palacio de Staré Hrady parecía irreversible. Entre sus muros que amenazaban con desplomarse encontraban cobijo murciélagos y lechuzas.

Las piedras que se desprendían de los muros ya ponían incluso en peligro la seguridad de los vecinos y las autoridades de la capital distrital Jicín decidieron que el palacio de Staré Hrady sería volado y desaparecería de la faz de la tierra.

El palacio se salvó en el último momento. Fue gracias a la tenacidad y la ingente labor del maestro Vladimír Holman, presidente del comité nacional local, cargo que correspondía etonces al de alcalde, que el palacio de Staré Hrady no voló por los aires. Cuando el maestro Holman hubo logrado que un ingeniero elaborase gratis el proyecto de reparación del palacio ya pudo proponer a las autoridades distritales que las reparaciones del destartalado monumento fueran realizadas por los vecinos como trabajo voluntario.

Y el plan del maestro Volman dio resultado. En los años 60 y 70 centenares de voluntarios repararon el palacio deteriorado. A Staré Hrady vinieron a ayudar jóvenes de toda Bohemia.

Entretanto, desde 1969 empezó a trasladar sus archivos al palacio el Museo de las Letras Checas, con sede en Praga.

En los años 80, en la última etapa del sistema totalitario, el restaurado palacio de Staré Hrady fue un oasis cultural. En sus recintos recitaron poemas los actores que no podían actuar en Praga. En Staré Hrady hubo fiesta cuando en 1984 Jaroslav Seifert obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

Hoy en día, el palacio renacentista de Staré Hrady alberga más de 20 mil cajas con manuscritos y correspondencia de la mayoría de los escritores checos, así como archivos de prestigiosas editoriales.

Los archivos suelen ser a veces indiscretos. Revelan, entre otras cosas, que los resultados escolares de Jaroslav Hasek, autor del Buen Soldado Shveik, eran pésimos al igual que los del notable escritor y periodista del siglo 19, Karel Havlícek Borovský.Y uno de los magos de la poesía checa del siglo 20, Vítezslav Nezval, obtenía espantosas notas en la lengua materna.

Los turistas pueden visitar en el palacio de Staré Hrady el gabinete de trabajo del príncipe de los poetas checos, Jaroslav Vrchlický, que fue trasladado desde Praga e instalado basándose en una foto del domilicio del poeta.

El acogedor palacio de Staré Hrady ofrece a los turistas también la visita a los despachos del autor de novelas históricas, Alois Jirásek, y de la escritora Eliska Krásnohorská, autora de libretos de las óperas de Federico Smetana "El Beso", "El Secreto" y "El Paredón del Diablo".

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