El lado oscuro de la reestructuración del sector bancario - Primera Parte
Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla.
El conservadurismo y rigidez del Gobierno comunista checoslovaco en la segunda mitad de la década de los 80 tuvo como consecuencia que Checoslovaquia fuera uno de los últimos países de la Europa Central y del Este en iniciar, en el marco de la llamada perestroika, la reforma del sector bancario, cuyos preparativos habían comenzado tan solo unos pocos meses antes de la caída del régimen. Sin embargo, la agitada evolución política superó después, de forma trascendental, la demorada reforma del sector bancario. Tanto se alargó la reforma comunista de la banca, que su posterior evolución, bajo las nuevas circunstancias históricas, acabó descontrolada.
Los reguladores del funcionamiento del sistema bancario en Checoslovaquia, que eran tan necesarios, no habían sido creados de antemano, sino que iban surgiendo "sobre la marcha", frecuentemente con posterioridad, respondiendo a las necesidades de una evolución imprevista. Sirva de ejemplo la evolución del llamado capital social mínimo de los bancos. Inicialmente, el Banco Central quería facilitar al máximo la concesión de licencias bancarias a las nuevas empresas que se iban constituyendo.
Por lo tanto, no estableció ningún tope para los nuevos bancos, fijando solamente un límite de acceso mínimo equivalente a una suma muy liberal: 1.800 millones de dólares. En un principio se esperaba que el increíblemente bajo volumen del capital social fuese un impulso al arranque del funcionamiento de la banca comercial. Por consiguiente, se produjo un brusco crecimiento del número de nuevas entidades bancarias. En cuatro años se otorgaron casi sesenta nuevas licencias bancarias.
El creciente número de nuevos bancos con escaso capital cogió desprevenido al Banco Central, superando muchas veces el concepto original de la restauración y revitalización de la banca comercial. Por esa razón se empezaron a implementar condiciones cada vez más estrictas. Los intentos de poner fin al incremento de los bancos de escaso capital implicaron un aumento del límite de acceso a 10,17 millones de dólares (en el primer semestre del año 1991).
Por tanto, en los dos años siguientes ya surgían entidades más fuertes, aunque el número de nuevos bancos continuaba en aumento al empezar a entrar en escena los bancos extranjeros. De manera que, a finales del ano 1993, se produjo otro aumento del límite bancario, elevándose hasta los 17,15 millones de dólares, es decir, el triple del capital social requerido en la Unión Europea (6 millones de dólares).
En las condiciones de la República Checa, con una economía relativamente débil, esto prácticamente significaba una moratoria para los nuevos bancos. En lo referente a la constitución de estos últimos, en el transcurso de tan solo cuatro anos se pasó de unas condiciones sumamente liberales a unas condiciones muy exigentes.
Bancos comunistas
En el sector bancario, que en ese momento se estaba constituyendo en las nuevas condiciones de mercado, asimismo persistieron (como una especie de residuo de los intentos de reforma de fines de los años 80) algunos de los antiguos bancos. Estos heredaron de la época comunista una notable carga en forma de deudas y, sobre todo, una serie de créditos deficitarios a raíz de las prácticas antieconómicas de la economía planificada centralizada.
En la primera mitad de la década de los 90, el Estado ayudó a dichos bancos a deshacerse de todas las cargas y deudas del anterior régimen "socialista" o que habían sido contraídas durante el proceso de transición a las nuevas condiciones económicas. Los costos del programa de saneamiento fueron en su totalidad por cuenta del Estado y se estiman en unos 2.590 millones de dólares (según el informe del año 2000). Una vez saneadas las antiguas entidades bancarias, al igual que todos los bancos de reciente constitución pudieron comenzar sus actividades en condiciones de una economía de mercado y en calidad de empresas libres, totalmente responsables de sus actividades.
A pesar de ello, en los anos siguientes hubo que proceder a la implementación de nuevos programas de saneamiento. Así, hay que mencionar las intervenciones ad hoc del Banco Central (consistían en su mayoría en la intervención forzada sobre un banco problemático o, en algunos casos, para proceder a su liquidación), el Programa de Consolidación II, más tarde el Programa de Estabilización y, en último lugar, la llamada Solución de los Problemas de los Grandes Bancos.
El volumen de los costos invertidos por el Estado en dichos programas de saneamiento se estimaba a comienzos del nuevo milenio en más de 7.770 millones de dólares. De esta forma, los contribuyentes tuvieron que costear los errores de las empresas libres, las cuales ya se desenvolvían en una economía de mercado, y conforme a los principios de la libre empresa, habrían debido asumir en su totalidad las consecuencias de todas sus decisiones económicas.
Dicha suma era más del triple de lo que representaban las deudas financieras adquiridas todavía en la época "no económica" a causa de la dirección central planificada de la economía comunista. El rasgo característico del sector bancario checo consistía en que el rol dominante lo desempeñaban unos cuantos grandes bancos. En la segunda mitad de la década de los 90, el grupo de las cinco mayores entidades bancarias alcanzaba un 60 por ciento del total de la suma de la balanza de todos los bancos checos, y su capital social representaba aproximadamente el mismo porcentaje.
El alto grado de "oligopolización" del mercado bancario en la República Checa, sin embargo, no era el problema principal. En algunos países (por ejemplo, Holanda o Suecia), la participación de los mayores bancos es aún más grande. El desajuste radicaba en que se trataba en su mayoría de bancos cuyas raíces y constitución se remontaban a la época de la economía socialista. Por lo tanto, los residuos de la banca "socialista" seguían existiendo a diferentes niveles.
Management de la nomenklatura
Aparte del punto de vista jurídico (hasta finales de la década de los 90 una parte de la propiedad de los bancos continuaba en manos del Estado) estaba la cuestión del personal. Uno de los objetivos de la privatización de la economía (es decir, impedir que la dirección de las empresas fuese reasumida por su anterior dirección, compuesta en su mayoría por la nomenklatura comunista) se ha conseguido en el sector bancario solo a medias.
Aunque los casos que más saltaban a la vista han sido eliminados de la cumbre de la jerarquía bancaria, no obstante la mayoría de los jefes o "subjefes" se readaptaron con rapidez a la nueva situación. Las reservas de cuadros6 comunistas se convirtieron de golpe en capitanes de la economía, que en las condiciones checas del momento disponían de enormes sumas financieras sin prácticamente tener que rendir cuentas de su gestión.
Los llamados "nuevos banqueros checos" no tardaron en ingresar en el mercado financiero internacional. En una confrontación despiadada con los cerebros financieros más brillantes, estos seudo-banqueros surgidos de un día para otro tenían unas oportunidades casi nulas de sobrevivir. De ahí se desprenden las grandes pérdidas de los mayores bancos checos en las operaciones en los mercados financieros internacionales, los acuerdos comerciales sumamente desventajosos y algunas dudosas "alianzas entre socios", cuyas últimas consecuencias fueron completamente catastróficas.
El acelerado ritmo de desarrollo del propio sector bancario fue lo que contribuyó a que los cuadros medios y bajos de los antiguos bancos "socialistas" hicieran una carrera espectacular. La gran demanda de mano de obra en este sector con una evolución tan intensa provocó una gran afluencia de nuevos trabajadores sin preparación alguna. Cualquiera que tuviera la más mínima experiencia de haber trabajado en el sector finanzas en la época anterior, ascendió inmediatamente a un nivel medio o superior dentro de la jerarquía bancaria.
Además, estas personas llevaron consigo toda una serie de defectos "socialistas": desde una total inexperiencia en cuanto a los mecanismos básicos del funcionamiento de la economía de mercado, hasta una actitud arrogante y altanera en el trato con el cliente. Las muchas vacantes en la esfera del personal no lograron cubrirse ni con los trabajadores jóvenes que ya habían sido formados en las condiciones de la economía de mercado.
A pesar de su escasa experiencia laboral en la práctica, estos jóvenes especialistas adquirieron rápidamente una gran autoestima profesional (inculcada muchas veces en el marco de su formación de mercado) y una absoluta confianza en poder equipararse por completo a los curtidos hombres de finanzas de los países desarrollados, enfrentándose a ellos sin temor alguno. No obstante, las negociaciones comerciales entre estos aprendices (dicho sea con todo el respeto) y las rapaces aves del mundo financiero internacional no solían resolverse a favor de la banca checa.
Ausencia de un medio competitivo
La posición monopolista de los grandes bancos tuvo como consecuencia, en gran parte, que la presión reguladora de la competencia fuera muy limitada en todo el sector. No se cumplieron las ilusiones iniciales, por cierto un tanto ingenuas, de que la todopoderosa mano invisible del mercado lo resolvería todo. En el mercado ocupaban una posición dominante los antiguos bancos de origen "socialista", los cuales hasta hacía poco conservaban el estilo de trabajo "socialista", ante todo con una actitud despectiva y desagradable hacia los clientes, especialmente hacia aquellos que poseían cuentas personales.
Es por eso que se ha podido conservar el extraordinario alto margen de los tipos de interés (la diferencia entre los intereses de los créditos y los intereses de los depósitos), los cuales, durante toda la década de los 90, fluctuaban en la República Checa entre el 6 y el 7 por ciento, mientras que en las eficientes economías de mercado dicho margen representa una tercera parte o inclusive menos. El factor determinante para la creación y el mantenimiento de estas condiciones, sumamente desventajosas para los clientes, ha sido la política comercial de los mencionados grandes bancos.
Los pequeños y medianos, operativos en un reducido segmento del mercado, no tenían posibilidad de influenciar o cambiar esa situación, por lo que, como es de comprender, adoptaron las mismas prácticas. En muchos sentidos ha fallado también la influencia de la competencia de las entidades bancarias extranjeras, las cuales se adaptaron con rapidez al referido margen de los tipos de interés considerándolo una peculiaridad del país.
La ausencia de competitividad entre los bancos nacionales y los extranjeros se hizo evidente en otras muchas esferas. Mientras que los bancos extranjeros adoptaron sin protestas el nivel usual de los tipos de interés en el país, los bancos nacionales se dejaron inspirar por otros aspectos. Es decir, en los países desarrollados la mayor parte de los costos de funcionamiento del banco no se financian del margen de las tasas de interés, sino de los derechos bancarios por las diferentes operaciones y servicios.
En la segunda mitad de los años 90, los bancos checos, a fin de unificar sus prácticas comerciales con las de los bancos de los países desarrollados, aumentaron bruscamente dichos derechos, naturalmente sin proceder a la reducción del margen de los tipos de interés.
Jan Hájek terminó sus estudios de Historia y Economía en la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga. Entre sus temas de interés se incluyen la formación de la nación checa contemporánea, especialmente su historia económica, y el desarrollo del sistema financiero y de crédito en las tierras checas y en Europa Central. Trabaja como investigador independiente del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la República Checa.