El increíble intento ocultista para matar a Hitler con magia
Al parecer la Operación Antropoide y la fortificación de las fronteras no fueron las únicas armas para combatir al nazismo. Un grupo de ocultistas convocaron al, por entonces, presidente Edvard Beneš para proponerle algo al menos insólito: asesinar al Führer con magia.
Algunos historiadores consideran que se trataron en realidad de cuatro rituales. Empezaron en algún momento de 1938 y, de hecho, se acercaron al por entonces presidente Edvard Beneš ofreciéndole sus servicios mágicos para asesinar al odiado dictador. Esas operaciones ocurrieron y cada una fue concebida de forma diferente a tal punto que el resultado de una podía condicionar el ritual siguiente.
El líder mágico
Pero para poder entender el asunto es clave remitirnos a la figura del líder de estas operaciones secretas: el Dr. Jan Kefer, uno de los más importantes ocultistas de la época. Kefer nació en 1906, durante una época que muchos investigadores llaman “La era dorada del hermetismo checo”.
Es que el cambio del siglo 19 al siglo 20 estuvo marcado por los grandes avances en tecnología y ciencias naturales, en detrimento de las creencias cristianas que empezaban a ceder ante el crecimiento imparable de la razón científica. Sin embargo, esto llevó a que algunos grupos buscaran otras respuestas en antiguas disciplinas herméticas como la alquimia, la astrología y la magia. El renovado interés en esas artes se fue mezclando con el espiritualismo y algunas formas del esoterismo cristiano como, por ejemplo, el martinismo. Esas prácticas se propagaron por Bohemia durante el siglo 19 y, de acuerdo con Petr Kalač, evolucionó aún más durante la época de la Primera República Checoslovaca.Los adeptos del ocultismo se dividieron en dos grupos. El primero estaba enfocado en el espiritismo, a partir de la necesidad de muchos checos de tomar contacto con los familiares que habían muerto en el frente durante la Primera Guerra Mundial. El otro era el grupo de “los iniciados”, que profundizó más en temas de filosofía y hermetismo. Justamente como resultado de esos estudios específicos, en 1930 se fundó Universalia, un grupo que, durante su apogeo, llegó a contener setecientos adeptos al hermetismo a lo largo del país. Y el Dr. Jan Kefer fue una de sus figuras principales. Practicó la magia, la astrología y la alquimia al mismo tiempo que traducía muchos trabajos importantes de hermetismo y encajaba perfectamente con la alta sociedad: era un destacado pianista y hablaba diversas lenguas como latín, árabe y griego. Los integrantes de Universalia solían reunirse en el café Louvre, un establecimiento emblemático que recibía a muchos de los líderes de la Primera República como el escritor Karel Čapek.
Sin embargo, todo ese idilio de la Primera República se encontraba bajo amenaza luego del ascenso de Hitler al poder en Alemania durante la década del 30.
El plan secreto
Los conspiradores estaban convencidos de que necesitarían muchos recursos para seguir adelante con su plan y eso pudo haber sido un poco mucho para el presidente Beneš que prefirió confiar en métodos más convencionales como defender las fronteras y establecer alianzas.
La primera operación que el Dr. Kefer le propuso a Beneš era demasiado costosa y, por supuesto, aceptar semejante propuesta lo habría desacreditado. Sin embargo no puede descartarse que Kefer haya recibido una bendición privada por parte del presidente, después de todo la República estaba haciendo frente a una amenaza absoluta y ninguna opción podía descartarse.
Arrestado por la Gestapo en junio de 1941, aparentemente los nazis le propusieron al ocultista ser el astrólogo personal de Hitler. Y aunque esa oferta pueda resultar inverosímil, es cierto que existía en la jerarquía nazi una fuerte atracción por las ciencias ocultas, especialmente en Heinrich Himmler quien tenía a su cargo nada menos que la Gestapo. Sea como sea, el patriota checoslovaco declinó la oferta y luego tuvo que vérselas con el verdadero rostro del nazismo ya que venían de recibir información de que él había liderado una operación para liquidar al Führer. De acuerdo con Kalač esa información la aportó un ocultista del mismo grupo de Kefer: George Smichowski.Está claro que el propio Kefer se enteró de la delación de Smichowski y, a causa de esa incriminación de uno de los suyos, Jan Kefer terminó encarcelado en el campo de concentración de Flossenbürg donde finalmente murió el 3 de diciembre de 1941.
A pesar de que Kefer y sus seguidores no lograron evitar la ocupación alemana, al parecer continuaron con sus intentos mágicos incluso hasta la primavera de 1941 y, según cuenta la leyenda, durante ese último ritual un ser de otro mundo se acercó al famoso ocultista para asegurarle que la nación checoslovaca iba a sobrevivir a la terrible amenaza sólo si él estaba dispuesto a pagar con su vida.