El Dr. Bleyer, de Pilsen, grababa en el siglo 19 voces de los astros de la ópera

fonograf_edison.jpg

La ciudad checa de Pilsen fue cuna de uno de los pioneros del registro del sonido, el Dr.Julius Bleyer, quien a finales del siglo 19 grababa en Nueva York, en cilindros fonográficos, las voces de los más célebres astros de la Ópera Metropolitana.

Julius Bleyer nació en Pilsen en 1859 y a los nueve años de edad se trasladó con su padre a Nueva York. Terminados los estudios secundarios, trabajó en un bufete de abogados y posteriormente decidió estudiar medicina cuyo curso concluiría en 1883.

Cinco años después, como médico de la clínica pulmonar de Nueva York con excelente renombre, Julius Bleyer fue contratado como asesor especial de la Ópera Metropolitana. Su hobby eran experimentos con la electricidad y con el registro del sonido, siendo redactor de la revista Electrical Review.

¿Cómo se registraba el sonido en la época del médico Julius Bleyer? Fue el inventor estadounidense, Tomás Alva Edison, quien consiguió construir en la década de los 80 el fonógrafo, aparato que registraba sonidos por medio de una aguja sujeta a una membrana. La vibración permitía que la punta de la aguja impresionara esos sonidos en un cilindro de cera que se movía a una velocidad fija. Ese mismo cilindro podía posteriormente reproducir lo grabado.

Aunque en los años 80 del siglo 19 el uso de los fonógrafos no fuese aún muy divulgado, el Dr. Julius Bleyer escribía en el artículo, que en 1888 publicó en la revista The Medical Record, que se dedicaba a la grabación de cilindros fonográficos desde hacía algún tiempo.

Siendo especialista en enfermedades pulmonares, un día se le ocurrió la idea de que el fonógrafo podría ser utilizado para fines diagnósticos. En los siguientes años se dedicó asiduamente al registro de la tos, de las manifestaciones de la afonía y de la respiración de sus pacientes, de manera que en abril de 1897 ya poseía una colección de más de 600 cilindros fonográficos con registros de la tos de numerosas personas.

Alentado por el ejemplo de su amigo Gianni Bettini quien había empezado a registrar la voz de las más destacadas estrellas de la Ópera Metropolitana, el Dr. Julius Bleyer empezó a pedir a sus célebres pacientes que además de toser y carraspear a la bocina de su fonógrafo, también interpretasen un aria después de curados. La revista Phonogram escribió en 1892 que se trataba indudablemente de la mayor colección privada de cilindros fonográficos de aquel entonces.

Además de las voces de las más brillantes estrellas que actuaban en la última década del siglo 19 en el escenario de la Ópera Metropolitana, de la colección igualmente formaban parte grabaciones de la orquesta de esa casa teatral así como registros de las actuaciones del famoso pianista polaco Leopold Godowski y de otros instrumentistas.

Después de la muerte del Dr. Julius Bleyer, acaecida en 1915, los cilindros de su inestimable colección desaparecieron. Continúa siendo un enigma su paradero. Los más optimistas opinan, sin embargo, que los cilindros de cera de este prionero del registro del sonido quizás reaparezcan algún día.