El documentalista checo Jan Svatoš y su afán de filmar lo que se extingue
El director de cine Jan Svatoš ha sabido crear su propio circuito de distribución que cuenta también con un público muy especial. En esta entrevista, el realizador nos habla de sus viajes por África, sus encuentros con Werner Herzog y el interesante proyecto sobre Praga que prepara con su padre.
Así como algunas personas heredan de su familia un oficio o el amor por un club de fútbol, el documentalista y periodista checo Jan Svatoš ha heredado de su padre, el talentoso y aún activo pintor de la antigua Praga Ivan Svatoš, nada menos que el poder de la creación.
“Lo que llevo de niño es la relación con Praga, pero con su historia: mi papá nos la acercaba mucho. Cuando éramos pequeños, solíamos visitar con él todas las ruinas y castillos, donde nos contaba historias y nos leía. Así que esa base viene de la infancia y, definitivamente, de él, puedo ver con claridad su inspiración y estoy muy contento de que podamos colaborar: él apareció en uno de mis documentales interpretando a un monje y ahora vamos a hacer otro proyecto sobre lugares de Praga que ya no existen”.
Agrega que se trata de un hermoso desafío porque hay sitios emblemáticos de Praga como el Puente de Carlos y la Plaza de la Ciudad Vieja que causan atracción en buena parte del mundo y, por lo tanto, suelen estar repletos de turistas. Sin embargo, ellos quieren poner el foco en lugares que, si bien ya no existen, de algún modo siguen estando presentes, ya sea porque dejaron tras de sí alguna historia, algún rastro, o por el hecho de aparecer en alguna pintura. Un ejemplo muy claro al respecto es el de la capilla gótica del Corpus Christi que permaneció en Karlovo náměstí entre 1393 y 1782.
Un tour por la Edad Media
Hasta el momento, su última película es Hasta que ruja el león, una historia ambientada en la Edad Media que narra un encuentro entre el rey Otakar II de Bohemia y el viajero y misionero franciscano Odorico de Pordenone. Con un original formato de road movie medieval, este film sobre el Reino de Bohemia que derivó también en la publicación de un libro, muestra cómo a cambio de sus descripciones sobre el mundo oriental, Otakar II revela al explorador las grandes virtudes y defectos de su reinado.
“Otakar II dio más cosas de las que se recuerdan, así que el motivo de hacer la película fue conmemorar su época, incluyendo también las controversias. Se trata de la época medieval y se decía que él era muy duro, a veces incluso cruel. Pero la película muestra su carácter a través de ese diálogo y nos recuerda aquellas cosas que olvidamos”.
Esta película en particular, que contó con coproducción de la Televisión Checa y fue vista por más de seis mil personas solo en cines, se rodó en ocho países de Europa. Lo cierto es que, con varios documentales en su haber, Jan Svatoš pone el cuerpo no solo durante los rodajes, sino también después, durante la distribución y proyección de sus películas.
“Con nuestras películas nos fuimos convirtiendo, primero, en productores y, luego, en distribuidores independientes. La razón es que, cuando dices cine, la mayoría de la gente piensa en ir a ver las películas de Hollywood, mientras que nosotros hacemos documentales y los hacemos de una forma muy poco habitual, tanto a nivel visual como en términos de estilo”.
Añade que ese mismo rasgo diferencial hace que su público también sea bastante único, a tal punto que, en su opinión, se trata muchas veces de personas que no van a los cines comerciales. En ese sentido, asegura que está orgulloso de ser el distribuidor de sus propias películas y no contar con un agente. Por otro lado, también suele recaudar fondos mediante financiamiento colectivo. Eso implica, tal como él mismo explica, que, lejos de tratarse de meros espectadores, su público viene acompañando activamente su trabajo desde hace más de una década.
El documental y la visión del mundo
Si bien le interesan algunas películas checas que se hacen en la actualidad, afirma que encuentra una brecha muy grande entre lo que se hacía en la época dorada del cine checo y lo que suele filmarse hoy, sobre todo en lo que respecta a la postura de los creadores.
“Me siento muy cercano a Werner Herzog, a quien tuve el honor de conocer”.
Jan Svatoš
“Como cineasta, uno tiene siempre su propia opinión. Sin duda, la época de los dorados años sesenta, con Miloš Forman, Věra Chytilová y esa serie de autores únicos es difícil de seguir. Dicen que nadie se baña dos veces en el mismo río. Creo que mientras el cine sea auténtico, tiene posibilidades de sobrevivir. En eso veo un vínculo entre Europa y Latinoamérica, tanto en la literatura como en el cine. Lo peor es, para mí, cuando una película checa intenta imitar algo y no lo hace con honestidad, ahí es cuando el público sufre”.
Agrega Svatoš que su admirada Věra Chytilová también filmó documentales; mientras que en un realizador como František Vláčil, autor de obras tan emblemáticas como Marketa Lazarová y El valle de las abejas, advierte cierta fusión entre la película y el documental que, en su opinión, alcanza después su máxima expresión gracias a la labor de un director checo imprescindible y otro enorme realizador del ámbito internacional.
“Miloš Forman entre los checos y, de los extranjeros, me siento muy cercano a Werner Herzog, a quien tuve el honor de conocer durante mi película anterior, ‘El arca de luces y sombras’ que se originó en África y, en parte, fue filmada en Estados Unidos. Él me gusta muchísimo, no solo como creador, sino también como persona: su filosofía hacia el cine y su manera de concebir una película documental. Por eso a mí me gusta usar la palabra director aunque haga películas documentales. Porque, en realidad, es como si una persona contara constantemente su propia visión del mundo”.
Agrega Svatoš que esos encuentros de varias horas que tuvieron lugar en distintos cafés de Los Ángeles y Viena significan para él un verdadero privilegio porque, en su opinión, Herzog realmente es capaz de vivir en carne propia los temas que aborda y eso mismo es lo que logra transmitir en cada una de sus películas. Por otro lado, siente que debido a su intensidad y espíritu exploratorio, la obra de Herzog condensa un poco las distintas etapas por las que fue pasando su propia vocación.
“La mejor manera de contar una historia es mediante el documental”.
Jan Svatoš
“Al principio quería ser un viajero, disfrutaba mucho de viajar, así que por eso me metí en periodismo. Luego, mientras viajaba, empecé a querer tomar fotos hasta que las fotos tampoco me resultaron suficientes porque la mejor manera de contar una historia es mediante el documental”.
Aunque viajó por varios países del mundo, afirma Jan Svatoš que el lugar que más lo marcó fue África, sobre todo Kenia y Botsuana, donde en el año 2010 estuvo cuarenta días filmando la que sería su primera y muy premiada película, El arca de luces y sombras. Explica que uno de los objetivos de ese documental era filmar la naturaleza en extinción, un tema que parece recorrer toda su obra, a tal punto que vuelve a aparecer en el proyecto sobre Praga que ya empezó a realizar con su padre. No en vano concluye Svatoš que, a su modo de ver, el arte consiste en detenerse todo lo que se pueda en aquello que, en efecto, está a punto de perderse para siempre.