El día que Hitler quiso destruir la torre de Petřín
La torre de Petřín, uno de los monumentos más conocidos y visitados de Praga, acaba de cumplir 120 años de existencia. Esta réplica casi exacta de la torre Eiffel parisina, aunque de muchísimo menor tamaño, ha sobrevivido a los avatares del tiempo y de la historia. Incluso el dictador nazi Adolf Hitler, preso de sus ansias totalitarias, quiso destruirla, ya que la encontraba fea, pero no lo logró.
“Esa horrible estructura metálica arruina mi vista desde las ventanas del Castillo, hay que echarla abajo inmediatamente”, habría expresado Hitler, autoritario como siempre.
Las órdenes del dictador estaban para ser cumplidas, así que no se sabe cómo los técnicos checos pudieron aplazar una y otra vez dicha demolición, arriesgando su propio pellejo incluso, hasta que los nazis fueron derrotados, la guerra acabó y la torre de Petřín quedó fuera de peligro.
Martin Marcilis, portavoz de la empresa que administra la torre de Petřín, explica que Hitler no ha sido el único contratiempo por el que ha pasado la torre de Petřín en sus 120 años de historia.
“Cuando Hitler visitó Praga en 1939 condenó la torre a su demolición, porque le estropeaba la vista desde el Castillo. Pero gracias a la astucia y valentía de unos funcionarios checos que no querían pasar a la historia como los perpetradores de tamaña aberración, se logró retardar su demolición hasta que la dictadura de Hitler ya no representó ningún peligro. También hubo un incendio durante la Primera República, sin embargo la torre resistió y la podemos seguir disfrutando hasta el día de hoy”.El pasado sábado, la torre de Petřín cumplió los 120 años de existencia. Se celebró una gran fiesta con música en vivo y comida típica checa, como jamón de Bohemia, queso frito y los siempre tentadores bramborák, esas tortillas de papas a la manera checa.
Los visitantes que llegaron disfrazados a la manera del siglo XIX pudieron subir los 299 peldaños de la torre gratuitamente. Son 60 metros que no representan un gran esfuerzo físico, salvo para mujeres embarazadas, personas de la tercera edad o aquellos con problemas de salud, para los que existe la posibilidad de subir en un ascensor de emergencia.
Desde la cima de la torre, en días despejados, se puede admirar y disfrutar una de las mejores vistas de Praga y sus alrededores.Martin Marcilis rememora los orígenes de la torre de Petřín, que nunca ocultó su parentesco con la famosa torre parisina.
“La idea de construir la torre de Petřín surgió en el año 1889, cuando un grupo del Club de Turistas Checos visitó la Exposición Mundial que se celebraba en París, donde vieron la recién inaugurada torre Eiffel, la gran atracción de entonces. Se les ocurrió que en Praga podríamos tener algo parecido a eso. Y lo que es interesante es que los praguenses estuvieron siempre de acuerdo con la construcción de la torre de Petřín, no fue un tema tan polémico como lo fue en París con respecto a la construcción de la torre Eiffel”.
Los trabajos de construcción comenzaron en marzo de 1891, de acuerdo al plan de los ingenieros František Prášil y Julius Souček. Los trabajos se realizaron de manera muy rápida y ya el 20 de agosto de ese año la torre fue inaugurada con una gran fiesta que involucró a todos los estamentos de la ciudad.
La oficina de Correos Checos, para sumarse a la fiesta, ha emitido un sello conmemorativo que recuerda los 120 años de la torre de Petřín.
Además, volvió a editarse, en edición de lujo, el libro publicado originalmente en 1891 que documenta detalladamente la construcción tanto de la torre como del funicular de Petřín, ya que paralelamente al levantamiento de la estructura metálica se construyó el funicular que lleva hasta la cima de la colina, como recuerda Martin Marcilis.
“La construcción de la torre de Petřín empezó el 16 de marzo de 1891, así que pasaron 2 años desde la idea hasta que comenzó a ser construida. Los trabajos se hicieron realmente muy rápido, lo que resultó más complicado fue poner los cimientos, tarea que duró como dos meses. El ensamblado de las piezas metálicas comenzó en mayo de ese año, el acero pesa alrededor de 175 toneladas, así que se pueden imaginar lo que costó trasladar tanto metal en ese entonces. La construcción está basada en las tecnologías más modernas de aquella época. El acero es de Kladno, es una construcción muy sólida y seguramente la torre va a aguantar otros 120 años más, al menos”.
Aunque la torre de Petřín es una copia muy disminuida de la torre Eiffel, solo 60 metros en comparación con los 324 metros de la original parisina, los praguenses la acogieron con mucho entusiasmo, a diferencia de la torre Eiffel, cuya construcción estuvo rodeada por la polémica y por la reticencia de los parisinos, que la veían como una marca de acné en el bello rostro de la ciudad.Cuando fue inaugurada la torre de Petřín, recuerda Martin Marcilis, la fiesta involucró a toda la ciudad. “Fue una gran celebración multitudinaria, durante la primera semana más de siete mil personas subieron hasta la cima de la torre”, recuerda.
Y al igual que la torre Eiffel fue inaugurada en 1889, para la Exposición Universal de París, en 1891, durante la exposición de Praga, fueron inaugurados muchos edificios y monumentos icónicos de la actual capital checa, que entonces, aunque vinculada al Imperio Austro-Húngaro, ansiaba por ser la ciudad principal de un país independiente.
La exposición de 1891 fue una demostración del orgullo checo, una muestra del poderío de la industria nacional, a la que acudieron más de dos millones y medio de espectadores a admirar las proezas de la industria y la ingeniería de los técnicos y expertos locales.La torre de Petřín, el funicular, el tranvía eléctrico, el Palacio de Ferias y la Fuente de Křižík, que aún se mantienen en pie y sirven al público, así lo demuestran.