El canto del auricanturi, una película de amor y reparación en Colombia, se estrena en Karlovy Vary

Camila Rodríguez Triana y Natalia Cortés Rocha

En el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary se estrenó este jueves El canto del auricanturi, largometraje de la colombiana Camila Rodríguez Triana que compite en la sección Proxima. La directora y la actriz protagonista de la película, Natalia Cortés Rocha, hablaron de miedo, amor, guerra, reparación y verdad para Radio Praga Internacional.

El canto del auricanturi vivió su estreno mundial este jueves en Karlovy Vary, festival en el que compite junto a otras 11 películas por uno de los premios de la sección Proxima. El público de la majestuosa ciudad termal centroeuropea, viajó así hasta una aldea de montaña en Colombia inmersa en el dolor y el silencio dejado por la guerra. A ese pueblo solitario e inquietante llega Rocío, interpretada por Natalia Cortés Rocha, para rencontrarse con su madre, a quien creía muerta desde que la guerra las separó siendo ella una niña. Quiere decirle que está embarazada. Sin embargo, su madre sufre un trauma que le impide hablar. El canto del auricanturi es el relato de la reparación del dolor y la separación entre estas dos personas, dice Camila Rodríguez Triana, directora y guionista del largometraje.

'El canto del auricanturi' | Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary

“Yo principalmente estaba muy interesada en retratar una relación entre madre e hija, que es como un lazo para mí tan fuerte. Es la única relación en donde uno estuvo dentro del otro, se compartió el mismo cuerpo. Yo estaba haciéndome preguntas sobre ese relación, la maternidad, y tenía una necesidad de hablar y, después, estudiando esto de la maternidad, llegué a los pájaros y al hecho de anidar y empecé a conocer mitos de pájaros que anidan y que cantan solo cuando anidan, como historias medio mágicas en el proceder de los pájaros”.

Ese lazo de amor entre madre e hija sobrevive a la violencia y la guerra.

“El amor y la resiliencia humana y la generosidad sobreviven a la violencia y por eso, aunque está la violencia y la tensión alrededor, el foco de la película está puesto en el amor de ellas dos y en la reconstrucción de esa relación”.

Camila Rodríguez Triana | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

El auricanturi es un pájaro mágico a través de cuyo canto hablan los ancestros y advierten a la madre, a Alba, de los peligros. Se trata de uno de los muchos símbolos que van apareciendo a través de la película. Todos hablan de reparación y verdad, dice la directora.

“En mi cabeza, tiene que ver con que la tierra guarda la historia. La tierra, el río, los árboles son como un testigo de lo que pasó, ahí está la historia guardada. En el gesto del lago, que bota esos objetos, o de la tierra que se abre y revela ropas, es la tierra que habla de la historia que guarda, es la tierra que no aguanta más y grita, y por eso expulsa esos objetos. Y, al mismo tiempo, los hombres desesperados queriendo ocultarlos y volver a esconder estos objetos. Es la desesperación de esta gente que quiere que no se sepa y la tierra queriendo revelar la verdad de lo que ocurrió”.

La búsqueda de las mil caras del dolor

Toda la película se apoya sobre Rocío y su madre Alba. Para Natalia Cortés Rocha, que encarna de forma más que notable a la primera, esto requirió sacar de sí toda una amplia gama de recursos para poder plasmar todas las emociones de su personaje, cuenta.

Natalia Cortés Rocha | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Es mi primer largo protagónico. Yo ya había hecho algunos cortometrajes, pero era como mi primera vez en cine. Hay muchas cosas que yo reconozco y valoro de este proceso y una de ellas es haber estudiado arte dramático y haber estudiado varias técnicas dentro del arte dramático. Yo estudié mimo corporal dramático en Barcelona, entonces había muchas cosas que yo sentía que no las podía comprender desde la mente, sino desde el movimiento o desde el cuerpo. Empecé a buscar en las mil técnicas que había, porque todos los días eran situaciones diferentes, como si le estuviera buscando las mil caras al dolor. Ese proceso, desde un punto de vista actoral, fue muy rico porque me llevó a buscar muchos lugares, muchas formas de conectar y de encontrar”.

La identificación con el dolor de Rocío resultó esencial, subraya.

“Camila me preguntaba en algunos momentos: ‘¿Usted qué le va a prestar a Rocío?’. Fue muy lindo encontrar que Rocío y yo sí habíamos transitado cosas similares en algún momento de la vida o, al menos, nos habíamos sentido igual de pérdidas en algún momento. Yo creo que, aunque no todas las personas vivamos la experiencia de la violencia así como lo refleja la película, o la experiencia de la orfandad como la refleja la película, sí la hemos vivido en algún momento de nuestra vida, sí la hemos sentido, que nos hemos preguntado dónde está mi mamá o dónde está mi papá, qué hago con esta situación gigante que no puedo manejar, que no tengo con quien hablarla, que ni siquiera sé cómo mencionarla”.

En cualquier caso, la violencia es en realidad omnipresente en Colombia, opina Natalia, y todo el país la vive.

“Siento que además es una sensación que, al menos en Colombia, mucha gente la ha vivido como consecuencia de ese conflicto armado, que hemos transitado directa o indirectamente porque, además, siento que la violencia del país uno tiende a decir que solo sucedió en el campo. Pero en las ciudades todo el tiempo te das cuenta que está presente en muchas otras cosas”.

El conflicto armado se refleja en todas partes, sostiene la actriz.

“Es que yo siento que toda esta ligada, lo que pasa es que en la ciudad tú te la puedes encontrar en un acoso laboral, o te la puedes encontrar en un acoso callejero en el bus, pero todo hace parte de una relación de violencia y de una lucha de poderes que no se ha podido equilibrar. Es lo que hablaba Camila ahora, de esa tierra que todo el tiempo está hablando de una verdad y la queremos ocultar. Eso yo lo veo todo el tiempo en la ciudad, todo el tiempo la gente quiere negar los acosos, todo el tiempo la gente quiere negar los abusos, todo el tiempo la gente quiere negar la ira que tiene contenida… Pero es una verdad que todo el tiempo está saliendo en diferentes acciones y en diferentes relaciones. Para mí, lo que tú ves muy por encima es una muestra de todo lo que está sucediendo debajo”.

“Duele tanto no poder sentarnos a hablar”

Además de la actuación de Natalia Cortés Rocha, destaca la de su madre en la ficción, solo que en el caso de Celina Arcos de Rosero, que interpreta a Alba, no se trata de una actriz profesional, sino de una mujer con su propia historia que dejó honda huella en el equipo. Son todas las personas como ella quienes hacen necesario el proceso de paz, dice Natalia.

“Es lo que hace que a uno le duela tanto la violencia en un país como Colombia y es que en Colombia hay millones de personas como ella: sensibles, transparentes, amorosas, dispuestas. Ella es así y creo que todas las personas que conocimos en el entorno donde grabamos eran muy así, y eso es lo que hace que a uno le duela tanto el no poder sentarnos a hablar y que no se pueda hacer un genuino proceso de paz. Porque un genuino proceso de paz hay que hacerlo por estas personas”.

El canto del Auricanturi (TEASER)

Un proceso fundamental para la superación del dolor pero nada sencillo de llevar a cabo, destaca.

“Hay mucha oposición a esa verdad, a esa comprensión. Además, la salida a la violencia no es solo la justicia punitiva, sino la restaurativa, que es que hablemos de la verdad, qué fue lo que pasó, que hablemos de verdad por qué lo hicimos y arreglémoslo, pero no solo metiendo en la cárcel a las personas culpables, sino viendo de verdad cómo compensar a las personas víctimas”.

El canto del auricanturi fue rodada en Santander, una aldea ubicada en el departamento de Nariño, cerca de Ecuador. Desde allí, no es raro, dice la directora Camila Rodríguez Triana, llegar con esta película a Karlovy Vary y a cualquier sitio, sabiendo de todo el trabajo, el sacrificio y el compromiso tanto de ella como cada uno de los integrantes del equipo, dada la cuestión que aborda y su importancia.

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