El barrio judío de Třebíč, uno de los mejor conservados de Europa
La larga y rica historia de la comunidad judía de la ciudad de Třebíč quedó grabada en el barrio que habitaban, que se conserva en perfecto estado y forma parte de la lista del Patrimonio Mundial Cultural de la UNESCO.
El barrio y el cementerio judíos de la ciudad de Třebíč representan la única muestra de la cultura judía situada fuera de Israel incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Los inicios de la presencia judía en la ciudad datan de la Alta Edad Media, poco después de la construcción de un monasterio benedictino y la fundación del mercado urbano. No obstante, las primeras sinagogas no fueron construidas hasta cinco siglos después. El barrio se compone de un centenar de casas conservadas que complementan los edificios del ayuntamiento, el rabinato, el hospital y la escuela.
El número de la población judía experimentó grandes cambios durante la historia, señaló para Radio Praga Internacional la guía del Centro de Información de la Sinagoga Trasera Leona Saláková.
“El auge del barrio judío se dio en la mitad del siglo XVII, entonces vivían aquí entre 1500 y 1700 personas. Desde 1723 se vieron obligadas a vivir solamente aquí, sin poder mudarse fuera del barrio. Esta prohibición permaneció vigente hasta 1848, cuando el gueto fue suspendido y la gente pudo trasladarse afuera. Muchos aprovecharon esta posibilidad y en el siglo XIX vivían aquí solamente unos 900 judíos”.
Un gueto estrictamente vigilado
El barrio no obtenía permiso para expandirse, por lo que los edificios eran cada vez más altos. Después del establecimiento del gueto judío, los cristianos residentes en el barrio intercambiaron sus casas con los judíos que vivían fuera. Los judíos no podían moverse libremente hasta mediados del siglo XIX. Como la población del barrio fue descendiendo desde que recuperaron la libertad para mudarse, antes de la Segunda Guerra Mundial vivían en Třebíč solamente unos 300 desafortunados que en mayo de 1942 fueron transportados a los campos de concentración y exterminio. Solo 10 de ellos regresaron. En la actualidad, la mayoría de las casas del barrio son propiedades privadas y solo el 10% pertenecen a la ciudad.
De sinagoga a iglesia y almacén de patatas
Entre ellos se encuentran dos sinagogas, los edificios más valiosos del barrio. La Sinagoga Delantera (Přední synagoga) adquirió su actual aspecto neogótico después de varias reconstrucciones necesarias a causa de una serie de incendios. Durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio sufrió extensos daños causados por los nazis. Desde la década de 1950, el edificio es gestionado por la Iglesia Husita Checoslovaca. La sinagoga cuenta con 80 asientos para hombres y 20 para mujeres. Cada asiento pertenecía a un judío y después de la muerte de su propietario comenzaba un procedimiento de sucesión.
La Sinagoga Trasera (Zadní synagoga) data de finales de la época renacentista. Tiene una entrada exclusiva para hombres y una escalera separada para mujeres. Las paredes están decoradas con murales que incluyen ornamentos, plantas y textos litúrgicos hebreos. Después de la Segunda Guerra Mundial, la sinagoga sirvió para almacenar patatas. En la década de 1980 se elaboró un plan para derrumbar la sinagoga y construir en su lugar viviendas de hormigón típicas de la época, pero la demolición fue suspendida por falta de recursos y porque el terreno no adecuado para la nueva construcción.
En la década siguiente, tras la vuelta de la democracia, la sinagoga fue sometida a una extensa reconstrucción gracias a apoyo financiero enviado desde Estados Unidos. En la sinagoga se encuentra una maqueta del barrio judío en 1850, poco después de la suspensión del gueto.
Una mirada a la vida cotidiana de una familia judía
Junto a la sinagoga se encuentra la Casa de Seligmann Bauer, donde los visitantes pueden ver cómo vivían las familias judías en el período de entreguerras, el funcionamiento de su hogar y sus costumbres cotidianas. En la planta baja se encuentra la típica tienda de alimentación y una cocina con dos mesas para preparar alimentos kosher, explica Leona Saláková.
“Mostramos una lista de productos kosher actualizada por la Comunidad Judía de Praga. Tenemos también un producto procedente de Třebíč que es el whisky kosher, cuya producción sigue la tradición de las destilerías fundadas en esta zona en el siglo XVIII”.
Una parte de la exhibición está dedicada a la carnicería kosher con típicos cuchillos kosher, picadoras de carne y otras herramientas utilizadas en el sacrificio ritual de animales. En la sinagoga se llevan a cabo también charlas sobre los festivos judíos y sus costumbres.
La convivencia de cristianos y judíos
La magia del barrio consiste en sus calles estrechas, numerosos pasadizos, porches y balcones y en el hecho de que los cristianos y los judíos compartieron durante siglos el mismo espacio sin grandes conflictos. Las casas son, en su mayoría, renacentistas y barrocas y muchas están conectadas entre sí. Mientras que las casas de los cristianos se señalaban con números arábigos, las judías tenían números romanos. El barrio judío tenía una puerta oficial que aislaba el barrio del resto de la ciudad, explica la guía.
“La puerta se cerraba por la tarde para que los judíos no pasaran la noche fuera del barrio. Se cerraba también durante los festejos judíos, los sábados y los domingos”.
El cementerio judío
Con casi 12.000 m², el cementerio judío de Třebíč figura entre las necrópolis judías más grandes del país. Se encuentra en una colina detrás de la ciudad, aproximadamente a medio kilómetro del barrio judío, junto con el que fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2003. El cementerio judío fue construido en la primera mitad del siglo XVII. La lápida más antigua data de 1631. En la necrópolis se encuentran unas 11.000 tumbas y casi 3000 lápidas decoradas con motivos como el ciervo, el corazón, la corona, la uva, la flor, la estrella de David, entre otros, y cada uno de ellos simboliza algún aspecto de la vida del difunto. De los entierros se encargaba la llamada Santa Hermandad (chevra kadisha), que también cuidaba de los enfermos y los miembros más pobres de la comunidad. Los miembros de la Hermandad gozaban de respeto en la sociedad, independientemente de su estatus.
En el cementerio también se encuentra una sala ceremonial de 1903 con un interior bien conservado, un monumento a los soldados judíos de la Primera Guerra Mundial y otro a las víctimas del holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
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