El Adviento en la República Checa
Este domingo, el primero de diciembre, empieza el Adviento, el Tiempo Santo, período de preparación para la Natividad de Jesucristo. Con este motivo les ofrecemos un programa especial con el que deseamos contribuir a la atmósfera de esperanza y renovación que reina en sus países y sus hogares por estas fechas. Estimados amigos, esperamos que este programa, dedicado al modo en que los checos celebran el Adviento, resulte ameno y les deseamos una nítida y agradable escucha.
El significado y el contenido del Adviento en su original sentido religioso casi han desaparecido en los últimos decenios. Después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad de consumo sustituyó ese tiempo de contemplación y oraciones por la caza de un regalo navideño más costoso o un árbol de Navidad más bonito.
Pese a ello, en nuestra cultura persiste un gran número de costumbres, tradiciones, símbolos y fiestas vinculadas en el pasado con el Adviento, promovidas por la Iglesia Católica y nutridas de la rica superstición e imaginación popular.
Hasta hoy en día, muchas checas solteras, el cuatro de diciembre, onomástico de Santa Barbara, cortan ramos de cerezo y esperan con ansiedad si echarán flores el Día de Nochebuena, señal de que se casarán el año entrante.
El cinco de diciembre, en vísperas de la onomástica de San Nicolás, sigue siendo una gran fiesta para muchos niños checos. Las calles se llenan de grupos de tres personas disfrazadas de San Nicolás, un ángel y un diablo que van de casa en casa regalando dulces a los niños obedientes y carbón a los traviesos.
Las amas de casa empiezan a preparar los dulces navideños cuatro semanas antes de la Natividad, o sea, el primer domingo de Adviento, para que repose y adquiera su típico sabor suave. En ningún hogar checo pueden faltar asimismo la corona y las velas de Adviento.
¿Qué significa entonces el Adviento? ¿Qué tradiciones y costumbres están vinculadas con él?
La palabra "adviento" proviene de la latina "adventus", que significa "la venida", recuerda Dalibor Hobl, director del Museo al aire libre de Arquitectura Popular de la ciudad de Kourim, en Bohemia Central.
"En la liturgia se trata de la venida del Cristo Redentor y el Adviento es el tiempo en el que los cristianos se preparan para su Natividad. Empieza cuatro semanas antes de la Navidad, es decir, el domingo más cercano al Día de San Andrés, el treinta de noviembre, y termina con las Vísperas celebradas el Día de la Generosidad, que en el mundo hispanohablante se conoce como el Día de la Nochebuena. Así, el inicio del Adviento se inserta entre los días 27 de noviembre y tres de diciembre".
Dalibor Hobl enfatiza que el primer domingo de Adviento es a la vez el primer día del año eclesiástico. Además, el Adviento es la espera de la venida en un doble sentido: la Natividad del Señor en Belén por una parte y su última venida, gloriosa y definitiva, acompañada por el Juicio final, por otra.
"Esta doble perspectiva hace que el Adviento se celebre en dos fases. La primera, hasta el 16 de diciembre, subraya el aspecto escatológico de la espera de la parusía. Es el tiempo de humildad y penitencia en el que los sacerdotes se visten de triste color violeta y se omite "Gloria" durante la misa. En la última semana, a partir del 17 de diciembre, la liturgia de Adviento centra su atención en la Natividad de Jesucristo. El tercer domingo se denomina el Domingo de Gaudete, a partir de la primera palabra del Introito de la Misa y el color morado de la casulla se sustituye por el rosa, símbolo del gozo".
Los cuatro domingos los recuerda en los hogares checos la corona de Adviento, tejida de ramitas de coníferas, con cuatro velitas, tres de color violeta y una de color rosa. El primer domingo de Adviento, la corona se lleva a bendecir a la iglesia y cada domingo se enciende una de las velas. El círculo de la corona recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno, y las velas, a Jesucristo, que dijo: "Yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en la oscuridad".
Dalibor Hobl señala que el Adviento impone ciertos deberes sobre los cristianos.
"Originalmente, la liturgia obligaba a la gente a ingerir comidas de vigilia los lunes, los miércoles, los viernes y el Día de la Generosidad, los monjes debían ingerirlas los cuarenta días. Hoy en día, el Vaticano recomienda tomar platos de vigilia los miércoles, los viernes y el Día de la Generosidad. El típico menú de vigilia son pescado y legumbres. En el Adviento no se puede contraer matrimonio, tan sólo con permiso del obispo se puede celebrar la llamada "boda de silencio": el sacerdote casa a los novios en la iglesia cerrada, sin decir la misa por cada uno, pero ni pensar en una fiesta de bodas".
Con el Adviento está vinculado un rico abanico de tradiciones que en el pueblo checo se heredan de generación en generación.
Entre las más bonitas que se practicaron hasta la Segunda Guerra Mundial es la procedente de las regiones sureñas checas. Sus habitantes solían encender cada día del Adviento una vela de tres picos, llevándola a la misa del alba. Creían que las almas venían del purgatorio para calentarse, así como que los buenos cristianos podrían ver en las llamas la cara amada de su prójimo fallecido.
La costumbre simpática que se inventó con el fin de entretener a los niños y acercarles más el significado y los acontecimientos principales del Tiempo Santo, es la del calendario de Adviento. Según explica Dalibor Hobl, se trata de una tradición que surgió en Alemania a principios del siglo XX.
"Los niños reciben el calendario de sus padres el primer día de Adviento. El calendario tiene para cada día un dibujo y un texto explicativo. La tarea del niño es recortar el dibujo correcto y colocarlo debajo del texto correspondiente. Así, al completar el mosaico el Día de la Generosidad, ante el niño se abre un bonito "puzzle" con motivos navideños".
En la actualidad, el calendario de Adviento esconde también otra sorpresa: un trozo de chocolate o un dulce para cada día.
En el Tiempo Santo, la Iglesia Católica conmemora onomásticas de varios santos que en ese período fallecieron o se destacaron por unos hechos excepcionales. Con su hechicería y supersticiones, la imaginación del pueblo hizo de esos días una verdadera fiesta popular llena de misterio y alegría.
El personaje de los personajes del Adviento es la Virgen Inmaculada. ¿Por qué? Sencillamente, porque la primera venida del Señor se realizó gracias a ella. A María le están dedicadas las misas de la primera parte del Adviento, así como las lecturas evangélicas del cuarto domingo, que recuerdan los acontecimientos más importantes de su vida, como la Anunciación de Nuestra Señora o el mensaje del Ángel a José sobre la Inmaculada Concepción.
Los onomásticos que más arraigaron en los corazones de los checos, son los días de San Andrés, Santa Bárbara, San Nicolás y Santa Lucía. San Andrés abre las puertas del Adviento y su onomástico es junto con el Día de la Generosidad una verdadera fiesta de hechicería y augurios.
La práctica más popular para desvelar el futuro es la que utiliza cuatro tazas, cada una de las cuales esconden un puñado de tierra del cementerio, un pedazo de pan, un anillo o un peine. El más desgraciado es el que escoja la taza con la tierra del cementerio, ya que esto significa que fallecerá antes de un año. El peine significa las enfermedades, el pan, la bonanza y riqueza, y el anillo, el matrimonio.
Dalibor Hobl apunta que San Andrés es también el patrono de los novios.
"A medianoche, las chicas solteras pueden ver la cara de su novio en la chimenea o en un pozo. También suelen verter el Día de San Andrés el plomo en estado líquido en el agua y, de las figuras que se forman, adivinar el aspecto de su futuro novio. En el pasado, las chicas solteras a medianoche llamaban al gallinero: Si escuchaban al gallo, sabían que se casarían, si oían a la gallina, debían permanecer en la casa de sus padres un año más".
La costumbre más difundida el Día de Santa Barbara, el cuatro de diciembre, es la mencionada de cortar ramos de cerezo. Las chicas solteras adivinan en ellos no sólo si se casarán sino que también qué mes del año entrante será el más feliz. Esto lo decide la primera flor en el ramo: por ejemplo, si brota el sexto día después de la onomástica de Santa Bárbara, el mes más feliz para ellas será junio.
Dalibor Hobl recuerda otra tradición practicada siempre en vísperas del Día de Santa Bárbara.
"Tres chicas disfrazadas de Santa Bárbara visitan los hogares checos distribuyendo golosinas entre los niños que durante el año se hayan portado bien y regañando un poco a los traviesos. La golosina típica son los corazones de azúcar. Según la leyenda, los envía San Pedro desde el cielo, por medio de un hilo de oro. Las bárbaras suelen ir vestidas de blanco, con una corona de oro o de flores en la cabeza para conmemorar la virginidad de la santa. Una bárbara porta una campanilla en la mano, otra, un azote. Antes de despedirse, las bárbaras cantan baladas sobre el martirio de la santa y exhortan a niños a la piedad y a obedecer a los padres".
San Nicolás, celebrado en las tierras checas siempre en vísperas de su onomástica, es decir, el cinco de diciembre por la noche, es la versión masculina de los festejos de Santa Barbara.
Esa noche, millares de san nicolases, acompañados cada uno por un ángel y un diablo, recorren las calles y van de casa en casa con su libro-registro de "pecados" a amonestar con carbón a los niños que se han portado mal durante el año. Pero el ángel viene en su ayuda y sirve de intermediario, y a la promesa de portarse bien el año próximo, San Nicolás regala al niño frutas y dulces.
Los festejos del Día de San Nicolás se basan en la creencia de que este generoso obispo de Mira, vestido en capa roja y portando el báculo pastoral en la mano, desciende del cielo en vísperas de su onomástica para visitar los hogares y repartir regalos.
En el pasado, los festejos de este santo fueron más vivos, en los recorridos no faltaban soldados, húsares, deshollinadores, un judío, un moro y la temida Muerte que, junto con el diablo, amenazaba con llevarse a los niños desobedientes. Estos desfiles de san nicolases y otras máscaras se conocieron en las tierras checas ya en el siglo XIV, pero por aquél entonces todavía no solían repartir dulces y frutas, sino más bien hacían travesuras y picardías para fastidiar a los moralistas.
El onomástico de Santa Lucía, el trece de diciembre, es el último día que altera el carácter piadoso y penitente del Adviento y en el que tienen lugar festejos y celebraciones populares, señala Dalibor Hobl.
"También ese día visitan los hogares checos personas disfrazadas de Santa Lucía, pero, a diferencia de Santa Bárbara y San Nicolás, las lucías son figuras que solamente amonestan. Andan vestidas de blanco, con una nariz larga y la cara cubierta con grasa y harina. En la mano tienen un cuchillo de madera o un azote con el que castigan severamente a los niños que no ingieran comidas de vigilia, que no oren o no obedezcan a sus padres. El Día de Santa Lucía estaba prohibido hilar lino y desbarbar plumas. Si las lucías sorprendían a la mujer violando dicha prohibición, le dispersaban las plumas y le echaban el lino hilado en la chimenea".
Con el Día de Santa Lucía estaba vinculada antaño una rica magia popular, ya que nuestros antepasados creían que ese día se reunían las brujas para hacer daño a los buenos cristianos. Santa Lucía era considerada por ello protectora ante las fuerzas diabólicas.
La fuerza mágica fue atribuida, por ejemplo, al leño guardado en el onomástico de esta santa: el fuego encendido con él el Día de la Generosidad protegía a la casa contra las brujas durante todo el año venidero.
El 24 de diciembre se conoce en el mundo hispanohablante como el Día de Nochebuena. Sin embargo, en la República Checa se celebran dos fiestas ese día: el Día de la Generosidad, que termina con la aparición de la primera estrella en el cielo, y la Noche de la Generosidad.
Las dos fiestas recibieron su nombre en agradecimiento a Dios por el regalo más generoso que diera a la Humanidad: el Cristo Redentor. El Día de la Generosidad abre las puertas a las fiestas navideñas, con él culmina el Adviento.
El Día de la Generosidad recuerda a la gente que deberían comportarse de manera generosa. Se cedía espacio a la caridad. Era regla general que los ricos repartieran ese día su comida con los menos afortunados y los señores entregaran a la servidumbre, además de obsequios pequeños, gratificaciones extras en reconocimiento a su labor de todo el año.
El 24 de diciembre es también el onomástico de Adán y Eva que, como primera pareja de la historia, se convirtieron en patronos de los novios. Es por ello que los novios y esposos solían intercambiar entre sí manzanas y panes de especies con la forma del árbol del paraíso o de la serpiente.
La liturgia prescribe a los cristianos ese día un estricto régimen de ayuno. ¿Pero cómo convencer a los niños de que vale la pena ayunar? Los padres checos les dicen que si se portan bien y no comen, en la Noche de la Generosidad verán un cerdo dorado atravesando las paredes o el techo de la casa, promesa que de veras convence al más impaciente de los impacientes pequeños.
Y si no, Dalibor Hobl subraya que hay otra amenaza aún más eficaz: que vendrá la Mala Perchta.
"En cada región checa, la figura de la Mala Perchta suele estar vestida de manera diferente. En Bohemia del Sur tiene una nariz de cigueña, hecha de madera, con la que crotora. Va acompañada por jovencitas en velos blancos con cuchillos de madera que amenazan a los niñs que no ayunen que les cortarán el vientre. En otras regiones, la Mala Perchta viste un abrigo del revés y una máscara de un animal indefinido, hecha de tela de saco, pero su función es siempre la misma: ir de casa en casa el Día de la Generosidad y controlar que los niñs ayunen".
Para la mayoría de los checos, el Día de la Generosidad empieza con el adorno del árbol navideñ y la construcción de los nacimientos, tarea de la que se encargan más bien el padre y los niños, mientras que el ama de casa se ocupa desde bien temprano de la preparación de los platos navideños.
La primera estrella en el cielo anuncia que termina el Adviento y empieza la Noche de la Generosidad. Las Vísperas empiezan las Fiestas Navideñas y las familias checas, cristianas o ateas, se sientan a la mesa para cenar. Pero esa es ya otra historia...