Cuando la abstracción y la figuración hacen migas en Madrid

La exposición ‘La Poética entre la Figuración y la Abstracción’ trae al Instituto Cervantes de Praga una selección de obras de las dos principales corrientes pictóricas españolas de los años 50 y 60.

María Toral,  foto: Carlos Ferrer
La principal línea divisoria en el arte, y especialmente en la pintura, es la trazada por la intención o no de representar la realidad tal como lo vemos. En el Madrid de los años 50 y 60 la vanguardia artística también quedó clasificada de esta forma, quedando a un lado los realistas, que practicaban pintura figurativa, y el grupo El Paso, que se inclinaba por la abstracción.

Ahora la exposición ‘La Poética entre la Figuración y la Abstracción’, inaugurada este jueves en el Instituto Cervantes de Praga, retoma ese momento histórico y pone en comunicación estas dos escuelas.

De hecho existen dos nexos de unión que permiten apreciar a estas dos tendencias como un fenómeno conjunto, afirma la comisaria de la muestra, María Toral.

Foto: Carlos Ferrer
“Casi todos ellos estudiaron en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Todos desarrollaron sus carreras principalmente en Madrid, Antonio Saura en París también, pero Madrid es el punto en común de casi todos ellos. Y además realmente lo que todos tenían en común es que querían, de un forma más activa o menos activa, que España recuperara ese primer puesto dentro del arte, ya que durante la época de la dictadura se había quedado atrás España con respecto a otros países europeos”.

Y de hecho esto último lo consiguieron. Unos y otros relanzaron la pintura española a los circuitos artísticos internacionales, prosigue Toral.

Foto: Carlos Ferrer
“Si miramos ahora hacia atrás vemos que sí, porque no quedan muchos artistas de esa época que veas en museos, no solo españoles sino internacionales. Sin embargo estos artistas sí. Antonio Saura está en todos los museos, Canogar, de los realistas Antonio López es internacionalmente conocido. Isabel Quintanilla también, del grupo de los realistas, su carrera principal la realizó en Alemania, Italia. Lo consiguieron y si fueran una orquesta serían primeros violines, digamos”.

Esta vocación internacional se percibe no solo en sus resultados, sino sobre todo en sus orígenes. Se trata de una generación de artistas que miró hacia afuera y se integró en dos corrientes mundiales que en esos años estaban transformando el mundo del arte, explica María Toral.

Foto: Carlos Ferrer
“Hay que tener en cuenta el contexto no solo en España sino histórico. Es verdad que en París en esa época lo que estaba en boga era el informalismo. Y todos estos artistas del grupo El Paso estuvieron en París, más tiempo o menos tiempo, pero todos pasaron por París y conocieron el informalismo de primera mano. Muchos de ellos, antes de llegar a París eran figurativos, como Antonio Suárez, por ejemplo. Y por otro lado están los realistas que siguen un poco esa corriente que surge en Estados Unidos con artistas como Hopper, que estaban opuestos al expresionismo abstracto de Rothko, de Motherwell. En oposición a ese expresionismo abstracto surge el realismo, y también llega a España. Es un realismo distinto al clásico academicista porque trata temas como realmente quería Courbet, de la cotidianidad, y cada uno interpreta esa realidad a su manera”.

Foto: Carlos Ferrer
Sin embargo, y aunque partiendo de principios opuestos, en la sala de exposiciones del Instituto Cervantes los lienzos de López, Cangora, Quintanilla, Viola o Saura armonizan mutuamente, ofrecen un estado de ánimo y un tono similar, en ambos casos triste, nuboso y melancólico.

“En todos creo que se ve un poco lo oscuro de aquellos años. No sé si es consciente o inconscientemente. Usan todos colores oscuros, grises, marrones. Es una paleta cromática muy apagada. Luego en las obras que hacen ahora los que siguen vivos: Canogar, Antonio López, bueno, Isabel Quintanilla que tristemente falleció hace dos semanas… todos ellos sí que han encontrado más luz, más color, en su pintura más madura, que en esta cuando eran jóvenes”.

Una exposición única

Foto: Carlos Ferrer
La muestra está formada por 35 piezas cuidadosamente elegidas y cuya exhibición conjunta resulta inédita, más aún en el marco centroeuropeo, incide la comisaria María Toral.

“Casi todas son de los artistas o de la familia de los artistas. Millares lo ha dejado su viuda, Manuel Rivera sus hijas. Hemos trabajado directamente con las familias, y con los artistas que están vivos lo hemos hecho directamente con ellos. Chirino ha dejado dos obras que estaban en su casa, las obras de María Moreno nos las ha dejado ella también, Isabel Quintanilla las dejó ella, pero ya te digo que falleció hace dos semanas. Hemos trabajado con los dos grupos, Rafael Canogar las ha prestado él todo de su estudio. Son obras muy concretas, las hemos intentado seleccionar muy bien, que fueran en esos periodos, muy representativas. Son obras raras de ver porque a lo mejor han estado en exposiciones individuales, pero verlas juntas es muy complicado. Algunas obras estaban incluso sin enmarcar”.

Foto: Carlos Ferrer
Precisamente la manera en la que se ha formado la muestra evidencia que el principal lazo entre las dos escuelas era el humano. Todos estos artistas formaban una única comunidad: se conocían, frecuentaban los mismos sitios, compartían ideas o incluso llegaron a formar familias, como es el caso del matrimonio entre Lucío Muñoz y Amalia Avia.

Entre las piezas expuestas, Toral comenta algunas de las más interesantes, comenzando por un cuadro que retrata a un grupo de personas esperando al autobús junto a un bar.

Foto: Carlos Ferrer
“Amalia Avia, como el propio Camilo José Cela, decía que era la pintora que nos enseñaba lo que nadie veía en las ciudades. Y es verdad. Esto es La Bobia, que es un bar que abrió en Madrid en los años 30, está al lado del rastro. En la época ya de ellos, de los realistas, de los informalistas, ya era un bar de intelectuales, que iban se tomaban su cervecita y tal. Y fíjate que en los 80 era el bar número uno de la Movida. Donde se reunían todos los artistas de la Movida era en La Bobia. Entonces es un poco un testimonio del Madrid de esa época, vemos a los personajes cómo van vestidos”.

Al otro lado de la sala apunta hacia dos obras de Manuel Millares, donde la pintura blanca y negra se combina con tela rasgada, añadiendo al color también la fuerza de la textura y del cuadro como artefacto.

“Las dos obras de Millares son fantásticas porque ya es cuando él trabaja con la arpillera. Porque los informalistas, entre otras cosas lo que hacen es experimentar mucho. Esas dos obras de allí, agujereadas, son arpilleras, la tela es mucho más fuerte que la del lienzo, y él la pinta directamente. Es un proceso mucho más bruto, es como el action painting, digamos”.

Foto: Carlos Ferrer
También merece un comentario especial de la comisaria una composición abstracta formada por placas y mallas metálicas sobre lienzo.

“También destacaría esta obra de Manuel Rivera, que no tiene que ver con ninguna otra. Rivera experimentaba muchísimo, y trabaja con las mallas metálicas, y es un trabajo totalmente reconocible. Nadie lo ha vuelto a hacer, él creó ese mundo, que es el de Rivera, el de las mallas metálicas. Precisamente ayer hablamos que parecía de lejos El Buey de Rembrandt, como lo abstracto te puede llevar a lo realista”.

Foto: Carlos Ferrer
Por último, Antonio López, conocido internacionalmente por su hiperrealismo, es representado en la exposición por dos obras donde la abstracción y la figuración se combinan harmónicamente. En una de ellas, un doble retrato, uno de los rostros es representado fielmente, mientras que el otro se descompone en manchas de color.

“Hemos seleccionado muy bien las obras. Esta obra de Antonio López es casi abstracta, es eso que comentaba que estaban todos en la frontera, que algunos habían sido realistas, pasan de figurativos a abstractos. Y este es un retrato de su tío y de su mujer, María Moreno, que también tenemos obras de María”.

‘La Poética entre la Figuración y la Abstracción’ presenta también dibujos y esculturas, y estará abierta hasta el 10 de febrero.

Autor: Carlos Ferrer
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