Cuando en Chequia se pusieron la camisa fascista

La reciente disculpa del Colegio de Médicos Checo a sus colegas judíos, por su expulsión en 1938, sirve de punto de partida para que nos adentremos en la escasamente conocida Segunda República Checoslovaca. Durante este periodo, que duró solo unos meses, entre 1938 y 1939, el país se vio sumido en un clima fascista y antisemita provocado por la presión del Tercer Reich.

El pasado jueves 18, el Colegio de Médicos Checo pidió disculpas a la comunidad judía por haber determinado la expulsión de la mayor parte de los miembros pertenecientes a esta etnia en 1938.

Al principio, la primera sensación es que los médicos checos tomaron esa decisión presionados por los nazis, en los tiempos del protectorado. Sin embargo quedaban todavía unos seis meses para que Hitler pusiera los pies en el Castillo de Praga.

Y ese es el tema del que hablaremos hoy en esta edición de Legados del Pasado, cómo parte de la sociedad checa adoptó un tono fascista y antisemita, como contagio del creciente poder de la Alemania nazi o quizás como protección ante ella.

Disculpa a los judíos, 72 años después

Pero volvamos al Colegio de Médicos. El 14 de octubre de 1938, los colegios profesionales de médicos, ingenieros, abogados y notarios presentaron al Gobierno un memorando en el que proponían reducir la presencia judía en sus profesiones para adaptarla a la representación real de la población hebrea en la sociedad.

Eso como petición directa. Aconsejaban además que se impidiera en un futuro el acceso de judíos a las profesiones legales, médicas y técnicas.

Ahora, más de 70 años después, los colegios han decidido presentar una disculpa oficial. Si el año pasado lo hicieron los abogados, este mes ha sido el turno de los médicos.

Así lo explica el portavoz del Colegio de Médicos checo Michal Sojka.

“Es de hecho parte de nuestra historia y precisamente queremos sacar a la luz más información de lo que pasaba en ese periodo. Por supuesto, nosotros no estábamos allí en ese momento, y el actual Colegio de Médicos no puede asumir toda la responsabilidad, pero sí la parte que nos corresponde. De ahí esta disculpa oficial”, explicó.

No se trata, pues, de cerrar cuentas del pasado. El tema es hasta dónde hacerlo. Por las declaraciones de Sojka, es de prever que en el futuro salga a la luz más información sobre este interesante periodo.

“No está totalmente claro cómo ir desarrollando el memorando, si dejarlo solamente en una proclamación o si dar algunos pasos más. Ahora el Colegio debe decidir si se cierra o no este capítulo. Pero seguiremos investigando. Tenemos algunos materiales y queremos estudiarlos y profundizar más en esta parte de la historia”, afirmó Sojka.

¿Qué movió a los checos a hacer políticas raciales ya antes de la ocupación nazi? El tópico presentado en cine y literatura es que el fascismo fue un fenómeno venido de fuera, implantado a la fuerza en la sociedad checa.

Sin embargo el antisemitismo no es un fenómeno exclusivamente alemán ni faltaban en Bohemia y Moravia políticos cercanos a las ideas de Hitler y Mussolini.

Un país a la sombra de la Alemania nazi

En el Tratado de Múnich, del 30 de septiembre de 1938, Francia y Gran Bretaña permitieron que Alemania se anexionara los Sudetes. Checoslovaquia decidió no presentar resistencia y así comenzó un breve periodo de menos de un año conocido como la Segunda República Checoslovaca.

En el menguado territorio checo, tras la marcha del presidente Eduard Beneš al extranjero, el sector más derechista del espectro político vio su gran oportunidad para acceder al poder.

El país simplemente necesitaba adecuarse a la peligrosa realidad internacional, donde se alzaba una todopoderosa Alemania nazi que amenazaba con absorber a Bohemia y Moravia. Había que hacer un viraje hacia el autoritarismo. Era el momento de Rudolf Beran.

Beran era el presidente del Partido Agrario, una importante formación representante de los pequeños propietarios rurales. Nunca fue un hombre totalmente convencido del liberalismo y el juego democrático, y fue bajo su liderazgo cuando comenzó la transformación.

Tomando como núcleo el Partido Agrario, y sumando al resto de formaciones conservadoras y a parte de los socialistas nacionales, se creó el 22 de noviembre el Partido de Unidad Nacional.

La organización tenía una orientación autoritaria, y según señala el historiador Jan Rataj, tomaba las formas y las ideas políticas del fascismo italiano. En sus estatutos negaba la entrada a los ciudadanos de origen judío. El 30 de noviembre, sus diputados, de mayoría en el Parlamento, eligieron al nuevo presidente checoslovaco, Emil Hácha, también de tendencia conservadora.

Rudolf Beran
En los siguientes meses, y hasta el establecimiento del Protectorado de Bohemia y Moravia, el nuevo Gobierno, dirigido por Beran, hizo todo lo posible por establecer en Checoslovaquia un régimen autoritario.

Checoslovaquia, o lo que quedaba de ella. Con Eslovaquia en trámites de separación, con su propio proceso de transformación política, y Rutenia prácticamente perdida, las medidas afectaron principalmente a los checos.

Se disolvió el Partido Comunista, y se aprobó una ley por la cual el Gobierno podía actuar sin contar para nada con el Parlamento, por lo que el país se convirtió de hecho en una dictadura. Se estableció una fuerte censura previa, se recortaron las libertades democráticas y en política exterior se inició un trato apaciguador y colaborador con las potencias fascistas.

Puertas abiertas al antisemitismo

Por supuesto, un capítulo importante de la política del Partido de Unidad Nacional fue la persecución de los judíos. En la ideología de la formación se consideraba a los checos parte de la raza aria y a los judíos un tipo de ser humano inferior.

De esta idea bebía también la oposición al Gobierno. La otra coalición tolerada por la ley, el Partido Nacional del Trabajo, también discriminaba a los miembros de esta etnia.

El Gobierno de Beran creó dos comisiones para encargarse de la cuestión judía. Pronto llegaron a la conclusión de que era necesario expulsar a los judíos del país y desproveerles de sus propiedades. Y si Beran no hizo efectivas estas ideas durante su mandato fue en gran medida porque no quedaba claro adónde mandarlos.

La mayor parte de los periódicos iniciaron una fuerte campaña antisemita y en la Universidad Carolina se emitió una declaración, redactada bajo la dirección del cardiólogo Stanislav Mentl, que dio el visto bueno científico a las medidas, afirmando que “el judío seguirá siendo judío, aunque se proclame de una u otra nacionalidad. Los judíos son capaces de conservar su nacionalidad bajo todas las coyunturas, por lo que la mezcla de checos y judíos es inadmisible”.

Pero el antisemitismo ya estaba presente en la sociedad checa mucho antes. No hay que olvidar que la solicitud de las cámaras profesionales es anterior a la formación del Partido de Unidad Nacional. Según el Jan Rataj, la presión para alejar a los judíos de diversas profesiones venía provocada en la Segunda República por la escasez de puestos de trabajo, pero justificada por una larga tradición antisemita.

Según Rataj, el odio checo a los judíos, de origen medieval, tomó su forma definitiva ya antes de la Primera República, cuando se desconfiaba de los miembros de esta etnia por hablar alemán y por tanto, por estar más cerca de austriacos y alemanes, la nación enemiga.

Durante los meses anteriores a la ocupación nazi, ya se daban incidentes en Bohemia y Moravia entre checos y judíos. Los tiempos de convivencia y tolerancia de la Primera República habían quedado atrás. Se boicoteaban negocios o se pegaban carteles que ponían “Atención, judío” en los comercios o consultas de los hebreos. También hubo intentos de atacar sinagogas en Praga, Pilsen y Hradec Králové.

El Gobierno preparó diversas disposiciones para apartar a los judíos de la vida pública. No podían, por ejemplo, trabajar para la Administración del Estado o recibir pensiones. Sin embargo, la mayoría de estas medidas no se hicieron nunca efectivas.

Pronto se estableció el Protectorado y entraron en vigor las leyes de Nuremberg, por lo que la verdadera persecución legal de los judíos fue realizada por los alemanes.

¿Protectores o traidores?

En ‘Protektor’, la película que recientemente ganó el León Checo al mejor largometraje, se describe la historia de un periodista checo que decide colaborar con los nazis para proteger a su mujer judía. Sin embargo, el protector pronto se convierte en carcelero, y la protección pierde su sentido original.

Quizás sea una buena metáfora de lo que pasó en Checoslovaquia, no solo con respecto a los judíos, sino con la población en general. El presidente Hácha cedió a la presión de Hitler y puso lo que quedaba de su país en manos del Tercer Reich.

El Partido de Unidad Nacional se transformó en la Mancomunidad Nacional, que tenía como propósito servir de representación y apoyo del Protectorado en la sociedad civil. Fue el único partido tolerado, y su presidente fue precisamente el máximo mandatario, Emil Hácha.

Emil Hácha

En la Mancomunidad Nacional ingresó el 97 por ciento de la población masculina adulta checa. Estar dentro era la única manera de no ser tachado de enemigo del Estado. A pesar de todo, en su seno surgieron intentos de conseguir más autonomía del Protectorado respecto a Alemania, e incluso sirvió de base para el nacimiento y la organización de numerosos grupos de resistencia.

Sin embargo a partir de 1941, la Mancomunidad era ya una organización totalmente entregada a la colaboración con las fuerzas ocupantes. Más tarde, en 1943, los alemanes le retiraron importancia política y la redujeron a una simple asociación cultural.

En la película ‘Protektor’, el protagonista acaba siendo abandonado y odiado por su mujer, desvirtuadas ya sus buenas intenciones debido al largo periodo de colaboración con el ocupante. Algo parecido pasó en Bohemia y Moravia después de la Segunda Guerra Mundial.

Emil Hácha, que trabajó durante todo su mandato con los nazis. Murió en 1945, una vez terminada la contienda, y por orden ministerial, fue enterrado bajo una lápida sin nombre. Rudolf Beran, que participó en los primeros meses del Gobierno del Protectorado, fue condenado en 1947 a 20 años de prisión, aunque estaba comprobado que tras su retiro de la vida política, había colaborado con la resistencia antinazi.

Autor: Carlos Ferrer
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