Costumbres populares, rituales y supersticiones en la región de Cheb
Los habitantes de la región de Cheb tienen un estilo de vida sencillo - son sinceros, habladores, trabajadores, ahorrativos y piadosos, viven en armonía con sus vecinos, cumplen con su palabra, sus comidas son sencilllas y nutritivas. Detestan el aguardiente. La pereza les es ajena y siempre gastan bromas. Así los describió en 1877 el cronista de la ciudad de Cheb, Vinzenz Prökl.
¿Cuál era la vida cotidiana de nuestros antepasados en esa región de Bohemia Occidental? ¿En qué creían? ¿Qué les preocupaba y qué les alegraba? Les invitamos a seguir con ellos los acontecimientos más importantes de su vida.
El nacimiento de un niño era siempre un gran acontecimiento. En la región de Cheb se decía que a los bebés los traía una cigüeña y que los "recogía" en un pantano. Si un niño deseaba tener un hermano, los padres le recomendaban colocar en la ventana un trocito de azúcar.
Ya en la primera mitad del siglo XIV se puede encontrar en los escritos jurídicos de la ciudad de Cheb las primeras reglas referentes al bautizo y al padrinazgo. Y también posteriormente Cheb trató de introducir en las tradiciones populares una ordenación fija. En 1614 fue emitida una ordenanza sobre el bautizo y las bodas.
Varias restricciones se referían sobre todo al número de participantes en el banquete de bautizo, se fijó el límite de monedas que se regalaban al niño y se estipuló cuánto alcohol se podía servir en el festín.
Un sinnúmero de supersticiones se relacionaba con el período que precedía al nacimiento del niño y sobre todo con el parto. La gente creía que el bebé estaba expuesto permanentemente al poder de los demonios, de los espíritus malos y de las brujas. Contra todo ello lo protegían las tijeras, escobillas, puertas cerradas con llave, planchas y amuletos. Pero la mejor protección era el manto de la novia.
Ya durante el embarazo era necesario observar ciertas reglas. Para que el cordón umbilical no se envolviera al cuello del niño, la madre no podía colgar la ropa, no podía pasar por debajo de las cuerdas de tender la ropa o el eje de un carro. No podía tampoco abandonar la casa, sobre todo por la noche, matar animales, asistir a funerales y tenía que evitar cualquier agitación. Además tenía que renunciar a algunos platos y bebidas.
Si a menudo tenía ardores de estómago, nacía, según estaban convencidas todas las personas de su contorno, un niño muy peludo. Al aparecer los primeros dolores, se colocaba junto a la futura madre un trozo del velo de boda y un libro de oraciones y la mujer se vestía con un camisón de hombre. Todo ello debía ayudar y facilitar el parto.
Después del parto se guardaban pequeños trozos del cordón umbilical que se introducían posteriormente en el documento del bautizo. Se creía que a un varón ello le ayudaría a adquirir destreza e inteligencia y a una nena belleza y diligencia.
El recién nacido se ponía en un cesto para la ropa arreglado como una cunita y para protegerlo contra las temidas brujas, los malos espíritus y los demonios se colocaba en él también un libro de oraciones, dinero y unas tijeras. Al bañar al niño por primera vez, se metía en el agua una moneda - para que no le faltara nunca el dinero.
Y para protegerlo contra todos los peligros, después del primer baño la madre hacía al niño la señal de la cruz en la frente. Entretanto la comadrona envolvía en las mantillas una cruz pequeña y muchos objetos considerados como mágicos " radicelas, piedrecitas, cabellos, trozos de madera y amuletos. Al bebé se le secaba con un pañuelo rojo para que tuviera un aspecto sano y las mejillas rosadas.
En el período que iba del noveno al vigésimo día después del parto la madre estaba considerada impura y tenía que tomar muchas precauciones para protegerse de los espíritus y demonios. Se le recomendaba no abandonar la casa, no comer ni beber mucho y podía realizar sólo las labores más necesarias para ella y su hijo, ya que cualquier lugar en el que entrara sin necesidad o cualquier cosa que hiciera sin que fuera imprescindible podían traerle mala suerte.
Entrar en un establo bastaba para que el ganado cayera enfermo, cruzar un campo para que durante varios años no diera ninguna cosecha. Cuando a pesar de todo la madre decidía salir tenía que envolverse en su manto de bodas. Este tenía un poder mágico y la protegía contra todos los males.
El bautizo del niño tenía que transcurrir lo más pronto posible, y lo mejor era en el plazo de tres días y a más tardar catorce días después del nacimiento. Se creía que después del bautizo ya no le amenazaban al bebé tantos peligros. El padrino y la madrina se elegían del entorno familiar.
Se escogían con mucho cuidado, ya que, según la creencia popular, eran más bien sus cualidades que se transmitían al recién nacido. Por ello, el padrino y la madrina debían ser personas sanas, inteligentes y ricas.
Los padrinos tenían que contar asimismo con ciertos gastos, viéndose obligados a hacer regalos en cada acontecimiento importante en la vida de su ahijado, hasta que éste se casara. El primer obsequio era la denominada "moneda del padrino", dinero que se depositaba en la almohadilla de bautizo colocada en el pecho del niño bautizado.
Un papel muy importante lo desempeñaba durante la celebración del bautizo la madrina. Antes de que se dirigieran todos los invitados a la iglesia les servía café, cerveza y pasteles, recibía regalos para el niño y envolvía al recién nacido en un pañuelo de seda. Después de pronunciar las palabras "llevamos a un pagano, traeremos a un cristiano", salían todos para la iglesia. Los acompañaban disparos al aire y les daba la bienvenida el tañido de las campanas.
Al regresar a casa se pronunciaba primero la frase de bautizo: "Llevamos a un pagano, traemos a un cristiano". Si el bebé era una niña la madrina declamaba: "¡Niña mía!, a todo el mundo le gusta si sabe bailar en la tasca". Y para que fuera admirada y deseada por los chicos se colgaba un capillo sobre el espejo.
Después de las ceremonias del bautizo, se ofrecía en casa un gran festín. El plato principal era una sopa preparada con cerveza, almendras, pasas y otros ingredientes, y seguidamente se servía carne asada y panecillos de licor.
Seis semanas después del parto seguía la bendición - la madre, superado el período crítico, podía salir con el niño para mostrarlo a los vecinos. Durante esta primeras visitas la vecina de turno solía dar la bienvenida a una nena con una sentencia graciosa - le dedicaba un huevo fresco deseándole: "He aquí un huevo para tí, niña, aprende a chacharear como una gallina aprende a cacarear", y le hacía con el huevo la señal de la cruz en la boca.
La celebración de una boda en la región de Cheb era tan interesante que se solía presentar como una curiosidad local durante las visitas de personas eminentes. Estampas que representaban el cortejo nupcial se vendían como recuerdos en el balneario cercano de Frantiskovy Lazne.
Se establecían relaciones en las tabernas al bailar o camino de la iglesia. Los jóvenes pudientes pedían para sus novias platos en la taberna y les compraban dulces. Durante el galanteo desempeñaban un papel importante los padres. Lo decisivo eran los bienes de los novios.
En caso de que las intenciones del novio fueran serias su padre o padrino solicitaban entrada libre en la casa de la novia. Los jóvenes solían verse cada sábado y cada noche que precedía a un día festivo. Posteriormente el novio podía pasar en la casa de la novia también la noche. Sin embargo, ni el novio ni la novia podía quitarse la ropa.
A menudo los jóvenes entraban en la casa de su novia ocultándose y por la ventana. Durante el día los novios carecían de tiempo para ocuparse de los asuntos amorosos y por eso se encontraban por la noche. En cuanto los novios empezaban a acostarse juntos o la joven quedaba embarazada, la muchacha perdía el derecho de llevar una cofia roja y el muchacho una cinta roja en el sombrero.
Ya no quedaba otro remedio que visitar la casa de los padres del novio y acordar la celebración de la boda. Cómo transcurrían y cómo se celebraban las bodas, lo podrán saber en la próxima edición del espacio Legados del pasado - testimonios del presente.