Científicos checos descifran con algoritmos los secretos del canto gregoriano

Expertos checos están usando avanzados algoritmos del campo de la biología para analizar decenas de miles de partituras de canto gregoriano. En cuestión de minutos, la herramienta desvela secretos sobre el origen de las composiciones a los musicólogos.

El canto gregoriano sonaba en catedrales y pequeñas iglesias en la Edad Media como un medio para transmitir las sagradas escrituras a los fieles generación tras generación. Como textos sagrados que eran, tenían que permanecer exactamente iguales a lo largo del tiempo, también a nivel musical, entre distintas zonas geográficas o incluso órdenes religiosas.

Sin embargo, como contó a la Radio Checa Jan Hajič, del Instituto Masaryk y del Archivo de la Academia de Ciencias, esto al final no era realmente así.

Foto: Masarykův ústav a Archiv AV ČR

“En la práctica se demuestra que tan unitario no era. Y es algo muy interesante desde el punto de vista de la evolución cultural”.

Diferentes partituras de una misma obra procedentes, por ejemplo, de Chequia y Alemania, muestran diferencias en los tonos empleados y otras variaciones de sumo interés para analizar la evolución de las tradiciones y rasgos de uno u otro lugar y las épocas.

El sistema ChantLab, una base de datos con ya más de 15.000 melodías, compara las características y señala las similitudes o diferencias que se estén buscando, explica Jan Hajič.

“Es solo, por ejemplo, una forma de visualizar los tonos. Todo los do altos son verdes, todos los la bajos son violetas. La ventaja básica de los métodos de cálculo de este estudio es que se pueden procesar muchas melodías de manera rápida, y en unas cantidades que no hay musicólogo que pueda retener en su cabeza. Decenas de miles de melodías es algo sobrehumano. Hace falta un interfaz de usuario que muestre rápidamente los fenómenos que se quieren encontrar”.

Al final, se demuestra que, efectivamente, las similitudes prevalecen sobre las diferencias entre partituras del siglo XI o XVI o entre cantos gregorianos franceses y alemanes. Ese alto grado de semejanza hace más necesario aún para los musicólogos un sistema como el ChantLab.

Aunque se trata de la primera vez que se une en un estudio la musicología con la bioinformática, que es de donde se han sacado los algoritmos, del estudio de la evolución genética de animales, no es la primera vez en Chequia que los científicos hacen este tipo de estudios musicales, como contó a la Radio Checa Klára Hedvika Muhlová, del Instituto de Ciencias Musicales de la Universidad Masaryk de Brno, que también participa en el proyecto.

“Ya se hacían mucho antes de 1989, aunque, por razones obvias, estos métodos no pudieron desarrollarse en el campo de la música sacra o el repertorio litúrgico, pero sí  hubo intentos muy sofisticados para aplicar a estos segmentos técnicas informáticas que se estaban desarrollando, así como otros métodos matemáticos y estadísticos”.

No están solos los científicos checos en el proyecto ChantLab para desvelar los secretos mejor guardados del canto gregoriano, ya que también colaboran en él expertos de la Universidad de Durham, del Reino Unido.