Chequia conmemora su Fiesta Nacional, el aniversario de la muerte de san Venceslao
La República Checa conmemora este 28 de septiembre la Fiesta de san Venceslao, patrón de la nación y mártir. Asesinado en el siglo X, su figura es venerada como símbolo de la fe y la identidad checa. En este día, se celebra también el Día de la Estatalidad.
Miles de personas se dirigen cada 28 de septiembre a la ciudad de Stará Boleslav, en las cercanías de Praga, donde en la Plaza Mariana local se suele celebrar la misa de Peregrinación Nacional de san Venceslao. En la misma plaza se encuentra una iglesia, donde en el año 935 fue asesinado por orden de su hermano Boleslao I el príncipe Venceslao, quien entonces gobernaba las Tierras Checas.
Además de Stará Boleslav, el aniversario de la muerte de este patrono de la nación checa y Fiesta Nacional de la República Checa, Día de la Estatalidad, es recordado en todo el país. Se celebran misas, exposiciones, conferencias y excursiones a lugares relacionados con el príncipe Venceslao, cuyo nombre lleva por ejemplo, la principal plaza de Praga.
El asesinato de san Venceslao es, según los historiadores, el fratricidio más sonado de la historia checa. El espeluznante homicidio ha sido comparado por los cronistas con el de Caín y Abel.
La historia familiar de Venceslao
Venceslao era nieto del príncipe Bořivoj, de la estirpe de los Premislitas, quien se convirtió en la segunda mitad del siglo X en la máxima autoridad en la parte central de Bohemia.
Bořivoj trasladó su sede de Levý Hradec, en el curso inferior del río Moldava, a un lugar fortificado que se alzaba sobre Praga. Esta ciudad se convirtió en el centro del naciente Estado Checo.
El hijo de Bořivoj, Vratislao I, se casó con la princesa Drahomíra, procedente de un principado eslavo situado al noroeste de Bohemia. Tras la muerte del príncipe Vratislao, Drahomíra ejerció la regencia durante la minoría de edad de sus hijos, Venceslao y Boleslao.
Entretanto, empezó a gestarse un drama familiar con fuertes repercusiones políticas: Drahomíra disputaba con su suegra, la princesa Ludmila, la influencia sobre el adolescente príncipe Venceslao. El conflicto tuvo un desenlace fatal: el 15 de septiembre de 921 Drahomíra envió a la sede de Ludmila, en la fortaleza de Tetín, a sus guerreros vikingos para que estrangularan a su suegra.
La princesa Ludmila fue la primera mártir de la casa de los Premislitas. Su santidad, juntamente con la de su nieto, Venceslao, legitimaría más tarde ante la Europa cristiana la posición de los Premislitas como la casa reinante de Bohemia.
Poco tiempo después del asesinato de Ludmila, asumió el poder el príncipe Venceslao, un soberano muy culto para su época. No obstante tuvo que hacer frente al ataque de las huestes del soberano sajón, Enrique el Pajarero.
El príncipe Venceslao resultó derrotado y tuvo que rendir al rey Enrique la habitual promesa de lealtad. Asumió, además, el compromiso de pagar al monarca sajón un tributo, pero conservó la soberanía.
El príncipe checo empezó a desarrollar con tenacidad una política encaminada a que Bohemia alcanzara una posición más fuerte y más respetada en el concepto de las naciones de Europa Central, utilizando la Iglesia para elevar el prestigio internacional de su tierra.
La política prosajona desarrollada por el príncipe Venceslao no era bien vista por los linajes poderosos de Bohemia. Relaciones más estrechas con Sajonia conllevaban una cristianización más profunda, que afectaba a las viejas costumbres tribales y paganas, incrementando el poder del soberano como representante de Cristo en la Tierra, en detrimento de los caudillos locales.
Cuando el príncipe Venceslao estaba al principio de su obra, enfrentándose al rechazo de su política, fue asesinado por los guerreros de su hermano menor, Boleslao I, en el lugar fortificado de Stará Boleslav, el 28 de septiembre de 935.
Leyendas sobre la muerte de Venceslao
El príncipe Venceslao era un soberano excepcional, pero también su hermano menor Boleslao I era un hombre muy capaz. Las leyendas sobre la muerte de Venceslao aseguran que Boleslao I asesinó a su hermano, impulsado por la ansiedad de poder.
La sangre que brotó de las heridas del mártir san Venceslao, resistía a todas las tentativas de limpiarla. Los asesinos de Venceslao mandaron a lavar varias veces la puerta y los muros de la iglesia de Stará Boleslav, ante cuya puerta el príncipe había sido asesinado. Sin embargo, las gotas de la sangre del mártir permanecían frescas como si estuvieran recién derramadas.
Mientras tanto, asombrosos milagros tenían lugar en torno a la sepultura de Venceslao en Stará Boleslav. Los enfermos que se acercaban a la tumba salían curados y por la noche descendían del cielo coros de ángeles. Su canto se escuchaba a millas de distancia y sobre la sepultura de Venceslao se veía un resplandor celestial.
Una leyenda narra que los maravillosos sucesos en torno a la sepultura del asesinado príncipe hicieron que Boleslao I se arrepintiera de su horroroso acto. Muy a menudo iba de su sede en Praga a la sepultura de su hermano en Stará Boleslav, arrodillándose y rogando perdón a Dios por el sangriento crimen. Boleslao también tomó la decisión de trasladar los restos de su hermano al Castillo de Praga donde, en la iglesia de san Vito, había preparado una sepultura.
El culto de san Venceslao
El traslado de los restos mortales de Venceslao fue el principio del culto de ese personaje histórico. Se convertiría en el patrono de las Tierras Checas, en el gobernante celestial y protector de todos los checos.
El proceso de canonización de Venceslao fue concluido a finales del siglo X por el segundo obispo praguense, San Adalberto.
San Venceslao de la casa de los Premislitas y su abuela, santa Ludmila, fueron los primeros santos checos. Su martirio legitimó tanto la autoridad de los Premislitas, como la destacada posición de Bohemia en la Europa cristiana de entonces.