Campamentos militares, viñas o una estatua de Stalin: la historia del parque de Letná

Parque de Letná, foto: © City of Prague

Unas maravillosas vistas a la capital checa, un extenso espacio para actividades deportivas y numerosas zonas de descanso son algunos de los atributos que convierten el parque de Letná en uno de los lugares más populares de la capital checa. En la nueva edición de 'Radioviajes' les contaremos qué se hallaba en este oasis capitalino en el pasado.

Parque de Letná,  foto: © City of Prague
Subir al parque de Letná y deleitarse con las vistas a la capital checa es una actividad obligatoria para todo turista. Por su parte, los praguenses se reúnen en sus alamedas para patinar, pasear, tomar cerveza o celebrar festivales. Letná se convirtió en un prestigioso punto de encuentro de la ciudadanía en la Baja Edad Media, según señaló para la Radiodifusión Checa la guía turística Eva Sokolová.

“Este espacio se convirtió en centro de atención en diciembre de 1261, cuando se celebró la coronación del rey Otakar II de Bohemia y su esposa Cunegunda de Suabia. En Praga se reunieron tantos invitados nobles, que el Castillo de Praga se les hubiera quedado pequeño. Entonces, en la planicie de Letná se construyeron varios edificios de madera provisionales con muebles de lujo, y fue allí donde se celebraron los festejos de la coronación”.

Al orden del rey Carlos IV, Letná se llenó en el siglo XIV con viñas. No obstante, la calidad de su vino no parecía de las más altas, ya que una leyenda cuenta que cuando lo probó el papa Pío II durante su visita a Praga, lo sometió a una gran crítica.

Foto ilustrativa: Filip Jandourek
Puede que este fuera el motivo que impulsó a Carlos IV a considerar que podría fundar en ese lugar la Ciudad Nueva de Praga. Finalmente optó por construirla en el lado opuesto del río Moldava.

Las viñas acabaron destruidas en el siglo XV durante las Guerras Husitas, que enfrentaron a los partidarios del reformista religioso Juan Hus con los católicos. En aquel entonces, el parque de Letná se convirtió en un campamento militar, indicó Eva Sokolová.

“El 14 de julio de 1420 el emperador Segismundo de Luxemburgo observó desde Letná los resultados de la Batalla de Vítkov que se desencadenó en la colina de enfrente”.

La explosión del palacio Belvedere

Belvedere,  foto: Kristýna Maková
La cuesta que lleva al parque de Letná resultaba a lo largo de los siglos complicada de acceder. El primero en facilitar el camino a su cima fue en el siglo XVII el caudillo Albrecht von Wallenstein, que construyó en Letná también una lujosa residencia de veraneo, conocida como Belvedere.

En 1742, esta joya arquitectónica fue ocupada por las tropas napoleónicas. Tras haber sido asediados por el Ejército austrohúngaro, los franceses se vieron obligados a marcharse. No se despidieron a la francesa, sino de una forma llamativa: haciendo volar el edifico Belvedere por los aires. Los praguenses después titularon con el nombre Belvedere otros lujososo edificios capitalinos, como por ejemplo la residencia de la reina Ana en el recinto del Castillo de Praga.

En el siglo XIV, Letná se convirtió en un extenso jardín, siendo cubierta con miles de álamos, sauces y píceas. La forestación surgió gracias a la iniciativa del conde Karel Chotek, cuyo nombre lleva uno de los jardines hasta la actualidad (Chotkovy sady).

Pabellón de Hanava,  foto: Matěj Baťha,  CC BY-SA 2.5
El Pabellón de Hanava (Hanavský pavilón), el primer edificio de hierro fundido construido en el territorio checo, lleva decorando la cima de Letná desde hace más de 120 años. El pabellón fue construido en el marco de la Conmemorativa Exposición Mundial de 1891 y al principio se encontraba en el parque de Stromovka. Desde allí fue trasladado a Letná donde sirve de restaurante panorámico hasta la actualidad, indicó Sokolová.

“Es un edificio construido en el estilo de pseudobarroco, pero cuenta asimismo con elementos modernistas. A pesar de sus dimensiones no demasiado extensas, cuenta con una rica decoración plástica. Desgraciadamente, se fue deteriorando y en los años ochenta del siglo XX algunas partes del hierro fundido tuvieron que ser reemplazadas”.

En el siglo XX la planicie de Letná se fue convirtiendo en un importante punto de encuentro de los praguenses. Fue allí donde instalaron la primera cancha de hipódromo de Praga o el estadio de Slavia de Praga, entonces construido de madera.

Un monumento a Stalin o “la cola para comprar la carne”

Monumento al dictador soviético Iósif Stalin
En 1955 fue alzado en la cima de Letná un monumento al dictador soviético Iósif Stalin. Con sus 15,5 metros de altura y 22 metros de longitud, se trató del grupo escultórico dedicado a esta figura más grande del mundo. Los praguenses solían apodar irónicamente la estatua de granito como “cola para comprar la carne”, ya que detrás del dictador había representados obreros checoslovacos y soviéticos. El coste para construir el monumento alcanzó los astronómicos 140 millones de coronas checoslovacas. El salario medio en aquel entonces era aproximadamente de 5.000 coronas.

El monumento no tuvo una larga vida, ya que durante el proceso de desestalinización, que surgió tras la crítica de su régimen por Nikita Jruschov, fue destruido con explosivos.

En 1991 fue instalado en su lugar un grupo escultórico del artista checo Vratislav Novák, titulado Máquina de Tiempo. Su propósito es simbolizar el implacable paso del tiempo y una advertencia sobre los acontecimientos históricos. Su forma recuerda a un metrónomo y bajo este nombre es hoy día conocido entre los praguenses. Este lugar ofrece unas de las mejores vistas a la capital checa, indica Sokolová.

Máquina de Tiempo,  foto: Štěpánka Budková
“Las vistas al río, los puentes y las torres de Praga son preciosas. Aunque no lo parece, el río Moldava atraviesa Praga a lo largo de unos 31 kilómetros y cuenta con 18 puentes. Podríamos quedarnos aquí horas para describir todas las torres y casas”.

A lo largo de los años han aparecido numerosas ideas para aprovechar el extenso espacio de Letná. Uno de los proyectos más conocidos llegó de las manos del arquitecto Jan Kaplický. Su diseño de un nuevo edificio de la Biblioteca Nacional se hizo conocido por su aspecto futurista como el pulpo o la gran medusa. Finalmente, el proyecto fue descartado.

Actualmente se han presentado propuestas de que el espacio subterráneo debajo del metrónomo se podría convertir en el Museo de la Historia Checa o en un lugar para exponer la famosa obra artística 'La Epopeya Eslava' del pintor checo Alfons Mucha.