Boreč, monte mágico

Boreč

Esta vez nos dirigiremos al noroeste de Praga, para llegar al mágico monte Boreč.

Boreč
Aprovechamos la temporada de invierno en estas latitudes que, dicho sea de paso, es tan fuerte esta vez que nos hace sentir como los esquimales, y partimos desde Praga en dirección al noroeste. Después de recorrer en automóvil o en tren unos 70 kilómetros, llegamos a la ciudad de Lovosice, conocido centro de la industria química.

Dejamos atrás la ciudad y, superando un par de kilómetros más en la misma dirección, desde lejos divisamos el monte Boreč. Se preguntarán, seguramente, qué tiene de especial ese monte para haberlo escogido como meta de nuestro viaje....

Bueno, sí tiene algo de especial y es que les brinda a los checos la ilusión de que, al igual que otros países como Nicaragua, Italia y México, también la República Checa dispone en su territorio de un volcán...

Aunque lo cierto es que se trata simplemente de una mera ilusión porque Boreč no es ningún volcán, pero sí es un monte mágico, ya que también echa humo...

Para poder ser testigo del comportamiento tan especial del monte Boreč, hay que llegar a él justamente a estas alturas del año, o sea, cuando en Europa reina el invierno. Si se tiene suerte y hay nieve en abundancia y, además, toca un día soleado, desde lejos uno divisa el humo sobre la cima de Boreč. Subir el monte no requiere tener un adiestramiento especial de alpinista. Sólo hay que tener buenos zapatos que no resbalen sobre la nieve. A la cima se llega en menos de media hora y si no fuera por el humo, el monte no despertaría ni la mínima atención...

Pero las leyendas afirman que Boreč había sido habitado por los dioses y que gracias a ellos el monte dispone hasta hoy de una fuerza mágica.... Durante siglos la gente no llegaba a explicarse de otra manera las características especiales del monte.

Boreč
No se trata sólo del humo. Lo que más sorprende al visitante es que aunque haya un día con muy bajas temperaturas, en la cima del monte de pronto aparecen ante nosotros sitios absolutamente sin nieve, con relativo calor y mucha humedad, comparable a la que reina en la selva virgen de América del Sur.

Además, es muy frecuente que uno llega a encontrar en la cima de Boreč, en pleno invierno, varias plantas primaverales en flor, así como algunas especies de escarabajos que normalmente suelen aparecer en la naturaleza con la llegada de la primavera.

Y es aquí, en la cima del monte Boreč, donde también encontramos varios pequeños agujeros en la superficie de la tierra o mejor dicho pequeños cráteres. Uno, dos ... cinco, seis o más agujeros, de los que sale humo y vapor, como si brotara de lo más profundo de la Tierra.

Sabiendo lo que nos esperaba pero deseando comprobarlo personalmente, llevamos un termómetro. Al sostenerlo junto a uno de los pequeños cráteres, nos indica trece grados sobre cero, aunque a unos diez metros de distancia del lugar, antes de haber llegado a la cima, habíamos medido siete grados bajo cero. La diferencia de temperaturas es realmente sorprendente.

Sería muy bonito seguir creyendo en la fuerza mágica del monte Boreč al igual que las generaciones que antaño habían habitado estos territorios, pero vivimos en el siglo XXI y estamos acostumbrados a buscar una explicación razonable y científica a todo. Lo cierto es que hasta comienzos del siglo pasado se había creído que el humo en Boreč se debía a que el monte en el pasado había sido un volcán activo.

Investigaciones científicas descartaron esa eventualidad, por lo que siguió buscándose una explicación razonable. Se llegó a pensar que por el interior del monte pasaba algún manantial con agua tibia, pero también esa suposición fue descartada por los peritos.

Finalmente se descubrió que lo que transformaba al monte Boreč en una especie de volcán - exagerando mucho al usar esa determinación " era algo totalmente distinto: un tipo de mineral.

El monte Boreč está constituido de traquita, roca magmática de color verdoso claro. El mineral no tiene una fuerte cohesión y está lleno de grietas. O sea que dentro del monte Boreč hay todo un laberinto de grietas. En eso radica el secreto del lugar....

Boreč,  foto: Ondřej Žváček,  CC BY 3.0 Unported
En verano, cuando el monte se calienta, el calor va penetrando en las grietas, creándose así una especie de acumulador. En invierno, a su vez, a través de las grietas trata de penetrar el aire helado. Este se va calentando gracias a las cámaras de aire caliente que se habían creado durante el verano en el inferior del monte, al mismo tiempo va humedeciendo y luego comienza a subir nuevamente a la superficie del monte.

Al salir a la superficie del monte en el que reina el invierno, se transforma en vapor. En el caso del monte Boreč, la cantidad de vapor se debe al elevado número de grietas, lo que genera una columna de vapor que se observa desde lejos.

Y la ilusión del volcán en el noroeste de Bohemia o del poder mágico de la colina, que se debe a la generosidad de los dioses, cobra terreno. Pero no nos dejemos llevar por la imaginación y regresemos a la realidad. Esto nos permite realizar otro experimento....

Seguimos los consejos de los conocedores del lugar y por encima de una de las hendeduras en la superficie de la tierra en la cima de Boreč colocamos un trozo de papel manteniéndolo entre los dedos. De pronto lo soltamos y el papel comienza a subir, gracias al aire tibio que emana de la grieta.

Los peritos determinaron que la velocidad con que el aire levanta los trozos de papel es de cinco metros por segundo.

Para ofrecer una información completa sobre el monte Boreč, falta agregar que en los meses de verano, cuando el aire caliente penetra en el interior del monte, ocurre otro proceso interesante. El aire en el interior del monte es más frío que el de afuera. El aire caliente presiona al aire frío que baja por el laberinto de grietas hasta llegar al pie del monte, donde sale a la superficie a través de otras hendeduras.

Y es por eso que, aunque en la República Checa las temperaturas en verano se aproximen, en el mes de julio, a los 30 grados, aquí, al pie del monte Boreč sentimos frío, como si nos encontráramos en un sótano. Si en la cima del monte hiciéramos en verano de nuevo el experimento con el papel, éste desaparecería en las entrañas de Boreč.