Bohuslav Martinů entre la vanguardia y la nostalgia
En la presente entrega de la serie de Radio Praga dedicada a Bohuslav Martinů Uds. podrán acompañar la trayectoria ascendente del compositor entre los años de 1928 a 1930. Martinů residía desde 1923 en París, sumergido en una atmósfera propicia para experimentos musicales y literarios. Pero al mismo tiempo seguía manteniendo estrechos contactos con su patria.
En 1928 Checoslovaquia celebraba el décimo aniversario de su independencia. Martinů compuso para la ocasión un allegro sinfónico, titulado ´Rapsodia´. En la partitura de la obra se ve la siguiente nota: “Para Darney”.
Es el nombre de una pequeña ciudad francesa, situada en la región de los Vosgos, al nordeste del país. Entre junio de 1918 y enero de 1919 estuvo alojada en su cuartel la primera brigada checoslovaca de legionarios. En el frente occidental combatió en la Primera Guerra Mundial contra la Alemania imperial.
El 30 de julio de 1918, en Darney, el presidente de Francia, Raymond Poincaré, pasó revista a las tropas checoslovacas, entregándoles un estandarte donado por la ciudad de París.
En diciembre de 1918 asistió en Darney a un desfile de las legiones checoslovacas el presidente Tomáš Garrigue Masaryk.
Diez años después, en diciembre de 1928, la composición de Bohuslav Martinů, dedicada a la ciudad francesa, fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de Boston, bajo la batuta de Serge Koussevitzky. Pronto sonó en interpretación de otros prestigiosos conjuntos sinfónicos.
Martinů recibió por ´Rapsodia´ también un reconocimiento del ministro checoslovaco de RR.EE, Eduard Beneš, que le envió una carta personal.
Bohuslav Martinů buscaba a finales de los años veinte un libreto checo para su creación operística. No encontró, sin embargo, un tema adecuado, a pesar de haber intentado colaboración con el poeta Vítězslav Nezval.
Martinů era muy exigente en este aspecto porque en sus óperas y obras vocales la palabra jugaba un significativo papel. En la selección de libretos influían decisivamente sus aficiones literarias.
Desde su juventud, el compositor se orientaba perfectamente en el terreno literario. Después de enfrascarse en la lectura de obras inspiradas por el decadentismo y el simbolismo, Martinů pasó por la misma metamorfosis que otros jóvenes de su generación.
Se decantó por la vanguardia literaria que rechazaba el arte anterior a la Primera Guerra Mundial. A la luz de los horrores del cataclisma bélico, en los años veinte los valores conservadores perdieron vigencia para la joven generación.
Martinů se orientaba tanto en las nuevas corrientes musicales como absorbía impulsos de la poesía moderna y de las novedosas tendencias en el teatro.
Entre 1928 y 1930 escogió como su libretista a Georges Ribemont- Dessaignes, uno de los artífices más destacados del movimiento dadaísta.
El dadaísmo era un movimiento demoledor de todas las convenciones artísticas. Ribemont- Dessaignes caracterizó así a sus compañeros: “Estábamos llenos de terremoto, nos precipitábamos a no sé dónde”.
Él ofreció a Martinů varios libretos. El titulado´Lágrimas del Cuchillo´ fue musicalizado por el compositor a partir del texto francés.
´Lágrimas del Cuchillo´ pertenece al género de minióperas cuyo pionero fue el francés Darius Milhaud, autor de la ópera experimental ´El Rapto de Europa´, de 19 minutos de duración.
Las minióperas eran una provocación al tradicional teatro lírico y un reto a los teatros de ópera conservadores. El impulso llegó también a Bohuslav Martinů que entre el 14 y el 25 de marzo de 1928 compuso en París la miniópera ´Lágrimas del Cuchillo´, de 23 minutos de duración. El libreto salió de la primera oleada del teatro de lo absurdo.
En 1928 y 1929 Bohuslav Martinů ganó la atención del público también como comentarista del acontecer musical. A finales de 1928 escribió para el prestigioso periódico Paris- Soir un artículo sobre la escenificación en la capital francesa de la ópera ´La Novia Vendida´, de Federico Smetana, realizada con motivo del décimo aniversario de Checoslovaquia.
Según Martinů, ´La Novia Vendida´ representa una expresión del más puro optimismo y conserva su frescura a pesar de todas las revoluciones que habían tenido lugar en la música.
Al iniciarse la década de los treinta, los vínculos de Martinů con la tradición nacional se intensifican. La nueva orientación empieza a notarse en sus partituras que comienzan a rezumar cierta nostalgia.
Los estudiosos de la obra de Martinů opinan que muestras del nuevo lirismo despuntan en el trío para piano ´Cinco Piezas Breves´, compuesto entre el 20 y el 30 de mayo de 1930.
Durante las vacaciones en su ciudad natal de Polička, en la Meseta Checomorava, Martinů empezó a trabajar en su obra más significativa de 1930: el Concierto para Violonchelo y Orquesta. En otoño la terminó en París.