Biocombustibles de segunda generación, un nuevo desafío
La industria checa avanza con el desarrollo de biocombustibles de segunda generación, algo que sin embargo no está exento de inconvenientes.
Sin embargo, los biocombustibles requieren una gran cantidad de suelo cultivable, que reduce la cantidad de alimentos disponibles para consumo humano y animal. Es por ello que la Unión Europea quiere acabar con el biocombustible de primera generación.
La mirada está puesta ahora en los biocombustibles de segunda generación, que se fabrican principalmente a partir de residuos de biomasa y de grasas animales, por lo que son más sostenibles para el medioambiente.
Estos combustibles se encuentran todavía en pleno desarrollo para encontrar la forma más eficiente y barata de producirlos. Entre los materiales no alimenticios que se pueden utilizar en su elaboración podemos encontrar la madera.
Por ejemplo, en el caso de la compañía checa Unipetrol, el director de Innovación y Desarrollo, Jiří Hájek, muestra a los periodistas cómo la madera se procesa en una especie de caldera para crear gas. Después, ese gas vuelve a pasar por otro proceso para convertirse en combustible, indica.“El gas fluye y se procesa con una tecnología diferente, donde a través de un catalizador tiene lugar la transformación de las sustancias gaseosas en líquido“.
Como señala uno de los trabajadores, Jan Jinčík, este combustible tiene un mayor índice de cetano, lo que quiere decir que la combustión es más eficiente.
“Este combustible tiene mayor eficiencia y un índice de cetano más alto. Manifiesta una aceleración mejor y consume menos”.
Pero no todo son ventajas. Aunque este combustible consuma menos y sea más sostenible, fabricarlo es por el momento mucho más caro que con los biocombustibles de primera generación.
Como explica Alena Adámková, redactora de la revista Pro-energy, se están investigando otras alternativas para los biocombustibles que probablemente serán más asequibles e igualmente sostenibles.
“Los biocombustibles de segunda generación son como mínimo cuatro veces más caros que los biocombustibles de primera generación. Ahora se habla de combustibles totalmente sintéticos que deberían resultar de la captura de CO2 y la combinación de hidrógeno. El CO2 en sí es gratis, se puede sacar de una chimenea, de hecho ya se está intentando. Entonces este tipo de biocombustibles creo que sí tienen futuro”.En este momento se están llevando a cabo en todo el mundo experimentos para desarrollar combustibles que no solo sean sostenibles, sino que también sean fáciles de producir y cuyas características de eficiencia valgan la pena.
Entre los últimos avances interesantes es posible destacar los experimentos con hongos y algas, que de seguir demostrando resultados positivos podrían convertirse en algo habitual en la próxima década.