Aunque no tengan mar, hay checos que coleccionan conchas

La afición por coleccionar objetos acompaña al hombre desde tiempos inmemoriales. También muchos checos se dedican a ello. Sellos, lápices, botones, latas de gaseosa… y, ¿por qué no?, conchas. En este A Toda Marcha conversamos con Jaroslav Derka, presidente del Club Checo de Coleccionistas de Conchas.

Desde pequeño, Jaroslav Derka se sentía atraído por la vida submarina. Mientras que sus compañeros de clase soñaban con ser astronautas, soldados y futbolistas, su mayor deseo era el de ver algún día el mar y sumergirse en sus aguas. Aún hoy se acuerda perfectamente de su primer contacto con las conchas marinas, aunque fuera sólo por medio de los libros.

“De pequeño siempre llevaba caracolas en los bolsillos. Después, en la escuela primaria, recuerdo haber encontrado en el libro de ciencias naturales las fotografías de las conchas marinas. Perdí la respiración y pensé: ¡Dios mío, qué preciosidad! Tengo que verlas algún día con mis propios ojos”, señaló Derka.

Pero como la República Checa no tiene mar y salir de viaje resultaba prácticamente imposible durante el comunismo, Jaroslav Derka no tuvo otra posibilidad que crearse un mar imaginario dentro de su casa. Año tras año participaba de la pesca en los estanques cercanos a su pueblo y mientras que los pescadores sacaban carpas del agua, el pequeño Jaroslav hurgaba en el lodo en busca de conchas. Sucio pero feliz regresaba a casa con su presa.

Al crecer, no perdió la afición, sino todo lo contrario. A los 20 años, viajó por primera vez al mar, viaje que considera uno de los momentos más importantes de su vida.

“Hice mi primer viaje al mar en el año 1981. Fui a Bulgaria porque era el único país al que podíamos viajar los checos en aquel entonces. Fue una experiencia inolvidable”, sostuvo Derka.

Después de la caída del régimen y la apertura de las fronteras, Jaroslav Derka comenzó a salir con regularidad al extranjero para buscar e intercambiar conchas con otros coleccionistas. Actualmente, guarda en su pequeño piso de dos habitaciones, en Praga, una colección de cerca de cinco mil conchas. La pieza más grande mide 56 centímetros.

En 1995 fundó con otros aficionados el Club Checo de Coleccionistas de Conchas, que tiene ya más de 200 miembros activos y su número va en aumento. Según Jaroslav Derka, el interés de los checos por todo lo relacionado con el mar es extraordinario.

“Nuestro club tiene 218 miembros y, según mi opinión, es una cifra bastante elevada para un país mediterráneo. El interés se deriva probablemente de un fuerte deseo de acercarse al mar y conocerlo mejor. Creo que mediante la colección de conchas, los checos se trasladan imaginariamente al mar”, indicó Derka

El club está en contacto con malacólogos europeos y estadounidenses. Organiza anualmente una feria internacional a la que asisten especialistas de todo el mundo y publica cuatro veces al año la revista ‘Voluta’. Al mismo tiempo, participa en actividades similares en otros países europeos, como Alemania, Francia y Portugal.

Jaroslav Derka no teme por el futuro de la malacología checa. Sostiene que el anhelo del hombre por conocer lo que esconde el mar es perenne y que muchos miembros del club apenas han cumplido diez años. “Un joven miembro nuestro ha decidido estudiar malacología en la universidad”, concluye el coleccionista contento.

Foto: http://cksl.wz.cz