Arqueólogos checos intentan entender el cambio climático actual con la excavación de restos en Sudán

Arqueólogos checos en Sudán

El Instituto Checo de Arqueología investiga una zona remota del Sudán en busca de indicios sobre las estrategias de los primitivos para vivir en zonas sin acceso al agua.

La región mesolítica y neolítica de Shaqadud en Sudán es uno de los sitios más importantes en los que el Instituto de Arqueología de la Academia Checa de Ciencias está trabajando ahora mismo. Fue encontrado por primera vez a principios de la década de 1960, y se hizo famoso como sitio arqueológico prehistórico después de que una expedición conjunta de profesionales sudaneses y estadounidenses trabajasen allí a principios de los 80.

Ladislav Varadzin | Foto: Marián Vojtek,  Český rozhlas

La institución checa comenzó a investigar esta región en 2021. El doctor Ladislav Varadzin, responsable de la  excavación, ha hablado con la radio sobre sus expectativas y su trabajo en la zona. El equipo, internacional, cuenta con cinco arqueólogos checos.

La idea del proyecto es comprender las estrategias de vida de las personas en zonas áridas que carecían de fuentes naturales y constantes de agua. Y es que, según cuenta el doctor Varadzin, las investigaciones hechas hasta el momento se han centrado en las zonas contiguas a ríos y lagos. Por esto, el Instituto de Arqueología quiere buscar en otras áreas, llamadas zonas de influencia o interiores. Constituyen a día de hoy alrededor del 80% de la superficie del Sahel y el Sahara, y se caracterizan por no tener fuentes de agua fácilmente accesibles.

Hasta ahora, solo había evidencia de que hubo algún asentamiento en estas zonas remotas. Pero gracias a las investigaciones del grupo checo, hay indicios de que esta región fue importante para la vida. Además, se cree que no era un caso aislado y anómalo, sino que también hubo zonas habitadas lejos del Nilo, en las montañas o el interior.

Paisaje típico en Sudán | Foto: Hans Birger Nilsen,  Flickr,  CC BY-SA 2.0

“Tal vez estemos comenzando a demostrar que había mundos ocultos que los arqueólogos no habían investigado hasta ahora, que eran independientes de ríos y lagos. Estas podrían ser zonas de vida, a lo mejor zonas de paso de personas desde las áreas del sur de África hacia el norte. Si somos capaces de aportar pruebas sólidas de eso, significa que las sociedades primitivas, incluso otros tipos de homínidos además del Homo sapiens, habrían podido habitar estas áreas. Esto daría un giro a la perspectiva de la investigación contemporánea”.

Las comunidades en ese momento tenían que enfrentarse a vulnerabilidades del medio, como la falta de recursos hídricos y alimentarios, que estaban muy dispersos en la zona. Todo dependía de la lluvia local; en caso de períodos secos, todo podía convertirse en polvo.

En gran parte de este periodo histórico los humanos eran cazadores-recolectores. Pero alrededor del 5 000 a.C. surgió otra estrategia económica o adaptación, el pastoreo de animales. Por ello, el proyecto del Instituto Checo de Arqueología abarca unos 10 000 años.

Sudán | Foto: Hans Birger Nilsen,  Flickr,  CC BY-SA 2.0

Hasta hace poco, todos los científicos creían que la domesticación se extendió por África durante la neolitización, en el contexto posterior a los cazadores-recolectores. Pero hace unos tres o cuatro años, arqueólogos británicos y estadounidenses descubrieron que ya había cultivos nativos africanos locales entre esos cazadores-recolectores. Este hallazgo importante surge de la evidencia que hasta el 20% de los cultivos silvestres ya tenían alguna mutación.

“Este es un hallazgo muy valioso. Es la evidencia de que los africanos se dedicaban a la agricultura y ramadería, incluso antes que cualquier sociedad de Oriente Próximo. Y aquí está en juego la teoría de la evolución cultural humana. En el pasado, había la tendencia de tener una sola respuesta para todo. Los primeros arqueólogos dijeron que era esencial una condición previa para el cambio. Esto hemos visto que puede invertirse. Es decir, es posible que primero hubiese un cambio y que el resto fuera el resultado de este cambio”.

Tal como explica Varadzin, la perspectiva histórica está evolucionando. Según el arqueólogo, es muy importante reiniciar la investigación en todo el mundo de una manera multidisciplinaria partiendo de otras premisas.

Foto: Petr Pokorný,  Universidad Carolina de Praga

Hasta hace poco también se consideraba que el Sahara y el Sahel estuvieron habitados solo a partir del 6200 a. C., pero gracias al trabajo del Instituto Checo de Arqueología se ha descubierto que el comienzo de la ocupación fue mucho antes. Desde, más o menos, el 10 000 a. C., o lo que es lo mismo, el comienzo del llamado Holoceno. Este periodo fue muy importante para todo el norte de África, porque en ese momento todo el clima cambió y pasó de la Edad de Hielo a condiciones más húmedas. Las lluvias monzónicas llegaron a zonas más al norte, lo que permitió que la vegetación y animales ocuparan la región, que antes había sido absolutamente inhabitable.

Por tanto, de acuerdo con el doctor, todas las civilizaciones del norte de África, como la egipcia, se pueden considerar una continuación directa de este momento, que permitió que los humanos se asentaran allí. Incluso en zonas alejadas de ríos y lagos, destaca Varadzin.

“La Edad de Hielo se convirtió en el Período Húmedo Africano, que fue exuberante para el norte de África. También se le llama el período del Sahara Verde. Esto permitió la ocupación y colonización de estas vastas áreas. No obstante, incluso durante este momento histórico, el Sahel y el Sahara siempre sufrieron variaciones entre estaciones. La que duraba más era la estación seca. Entonces, este contraste fue muy duro y afectó a todo el ecosistema, por tanto, también a las personas que vivían allí, que tuvieron que hacer frente a estas condiciones climatológicas”.

Foto: Petr Pokorný,  Universidad Carolina de Praga

Con las excavaciones en Sudán, los arqueólogos buscan no solo comprender el clima local en el pasado, lo que ayudaría a comprender las consecuencias de los cambios del tiempo en las comunidades humanas, sino también construir un modelo de referencia para el noreste de África. Es decir, saber del pasado para entender el presente y el futuro.

En un momento de cambio climático, reconstruir el hidroclima ayudaría a entender los fenómenos contemporáneos. En los años de 1960 a 1990, casi no llovía en la región. Esto originó cambios dramáticos en la vida, muertes e inestabilidad política.

Por ello, aunque hace miles de años las comunidades eran pequeñas y simples, a diferencia de las sociedades actuales, los conocimientos podrían servir de muestra de laboratorio, explica Varadzin. Y es que las estrategias de asentamiento y subsistencia no se basan únicamente en la tecnología, concluye el doctor, sino también en la planificación y programación, y en las relaciones humanas.

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