Andrés Neuman: “Un libro que fuera comprendido una sola vez estaría destinado a morir”
El escritor argentino Andrés Neuman presentó en el Instituto Cervantes de Praga la traducción al checo de su novela 'El Viajero del Siglo' (Cestovatel stoletím). La obra galardonada con el Premio Alfaguara de 2009 establece un diálogo entre la Europa postnapoléonica y la actual, observando temas como la emigración y la emancipación femenina.
El enigmático protagonista de la novela, el viajero Hans, llega a la imaginaria ciudad de Wandenburgo, situada entre Sajonia y Prusia, para pasar solo una noche, pero una serie de circunstancias causa que no pueda abandonar este lugar.
La idea clave de 'El Viajero del Siglo' es plantear un diálogo entre la Europa de la Restauración y los proyectos políticos de la Unión Europea, explica el autor.
“Es un presunto pasado que en realidad se convierte en un pretexto indirecto para pensar en la identidad de la Unión Europea en estos días. Es un libro que por un lado homenajea a las grandes novelas y a las grandes historias de amor del siglo XIX, pero por otro lado de una forma un poquito más oculta esconde una maniobra política, un análisis de los dilemas actuales de Europa con todas las contradicciones y desgracias”.
La idea de la trama llegó a la mente de Neuman durante la escucha del ciclo 'El Viaje de Invierno' del compositor austríaco Franz Schubert. Las famosas canciones relatan el encuentro de un viajero enigmático con un anciano organillero. La idea inicial de Andrés Neuman de desarrollar este encuentro se fue convirtiendo paulatinamente en un retrato político de Europa.
Si bien en la obra no aparece ninguna fecha concreta, el punto de partida fue el año 1827, la fecha de la composición del ciclo de Schubert, apuntó el autor. Una época muy interesante para Europa que contaba con muchas claves que pueden leerse en términos contemporáneos, según prosigue.“Acababa de fracasar Napoleón, hacía poco tiempo que era una utopía revolucionaria que había fracasado, como durante el siglo XX. Se puede decir que la utopía revolucionaria comunista fracasó y se convirtió en una especie de farsa. Me parecía que esta especie de desilusión política, que había habido en el sector de la izquierda europea, entonces se parecía mucho al fracaso del proyecto comunista, de la caída del Muro de Berlín. Por otro lado, era la época en la que el motor de vapor y esta tecnología estaban transformando las comunicaciones. Fue una época de revolución tecnológica como la nuestra. Hay que pensar que el motor y el ferrocarril transformaron el concepto espacio-tiempo de una forma tan radical como Internet ahora”.
Era asimismo una época de las primeras reivindicaciones feministas, a las que no faltan alusiones en la novela.
“Praga es un libro de relectura infinita”
La idea de ubicar la trama al territorio alemán fue puramente metafórica, comprendida como un símbolo de los acontecimientos positivos y negativos del Viejo Continente, explica el escritor.
“Lo interesante de Alemania es que nos ha dado lo más grande y lo más abomibable. Un país que puede dar Tercer Reich y a Bethoveen es un lugar que merece la pena de ser analizado. El hecho de que pueda ser un lugar de los mayores conflictos bélicos y de los mejores filósofos a mí me parece asombroso. Es un buen símbolo de Europa y de cómo puede terminarse a sí misma, como una especie de boca que se come su propio corazón”.
La trama de la novela podría desarrollarse tranquilamente en Praga. Este cruce de diversas identidades se ajusta al concepto de la ciudad imaginaria, apunta Neuman.“Un lugar donde uno puede pensar en Mozart, en la lengua checa y alemana, en el Imperio Austrohúngaro. Me fascina que no debe ser fácil analizar la identidad de Praga. Me gustan las identidades que son difíciles de analizar. Es una señal de la inteligencia de un lugar que se resista a una identidad fácil. Es parte del sentido de un lugar y hay que releerlo. Un libro que fuera comprendido una sola vez está destinado a morir. Una ciudad cuya esencia se captura rápido sería una ciudad pobre. Tengo la intuición de que Praga es un libro de relectura infinita”.
Los libros de Andrés Neuman han sido traducidos a numerosos idiomas. Según apunta, hay quienes se imaginan durante el proceso creativo cómo sonarían algunas frases en otros idiomas. Sin embargo, no es la razón para limitarse en el uso de su lengua materna, y ponerla así en riesgo de empobrecimiento.
“Creo que uno ha de generar problemas que luego el traductor resolverá. Cuando uno no tiene habilidad para los títulos, no está seguro, de pronto se lo imagina en inglés o francés para tratar de decidirse. Puede utilizarlo como un método de desempate. Yo me comunico con mis traductores cuando me lo permiten. Si la lengua la puedo leer, muchas veces formo parte del proceso de revisión de la traducción. Me convierto en el asistente de los traductores. Es divertido. Como si el autor fuera solo un colaborador. Un libro traducido es un libro en coautoría, creo que el autor de un libro es un traductor. Se inspira en el libro original para escribir otro.
“Uno está siempre a punto de hacer como Kafka”
“La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos hermanos de su sangre”. Con estas palabras apreció el escritor chileno Roberto Bolaño en sus ensayos 'Entre Paréntesis' la capacidad literaria de Andrés Neuman. Un gran reconocimiento por un lado, una carga por otro, afirma el escritor.
“Sí, me resulta una carga en cierto modo. Para mí genera una decepción inmediata en el lector. Si hay semejantes promesas y expectativas, luego lees el libro y ves que es un libro normal. Siempre te va a parecer poca cosa comparada con estos comentarios. Por un lado me siento agradecido y por otro me siento avergonzado. Me parece que es imposible estar a la altura de estos comentarios, es como un pasaporte a la decepción de quien los lea”.¿Qué consejo daría Andrés Neuman a los adeptos a las grandes letras? Según apunta, no cree en consejos, ya que pretenden evitar el tan necesario error ajeno. En cuanto al proceso creativo de la escritura, la fase fundamental es la reescritura, afirma el escritor.
“Creo que uno con los años no escribe mejor, aprende a corregir mejor. Escribir es un placer y reescribir es una angustia. Todo proceso creativo tiene una parte de incertidumbre y de dudas. Sin eso no se puede trabajar, y desde la comodidad tampoco. Sí, es un estrés, pero como cualquier trabajo que se quiere hacer bien. No hay un trabajo que se pueda hacer bien sin estrés y a la vez de vocación y de pasión. Si escribir fuera solamente placentero, sería un trabajo superficial. Creo que mucha parte de la angustia está durante el proceso de revisión donde uno podría en cualquier momento destruir el libro a lo Kafka. Uno está a punto de Kafka siempre. Incluso Kafka no llegó a Kafka. No destruyó sus propios libros, se lo pidió a Max Brod. Ni siquiera él era capaz de destruir sus libros. Era un acto de coquetería, porque se lo pedía a Max Brod, que lo admiraba mucho, estoy seguro de que Kafka sabía que no iba a obedecerlo. Todos estamos a punto de hacer lo que hizo Kafka".
Los referentes literarios de Andrés Neuman van cambiando dependiendo de qué forma se plantea escribir su libro, según explica.
“Nuestra biblioteca es una caja de lápices. Si uno quiere hacer una ironía, sátira cultural, piensa en Borges. Escribir un verso experimental y a la vez muy emocionante, piensa en César Vallejo. Escribir sobre el ser femenino y sus dificultades piensa en Virginia Woolf. La biblioteca es como un piano y uno con un dedo puede tocar cada uno de esos libros y suena una nota diferente, que a partir de ellos uno empieza a cantar una melodía distinta”.
Andrés Neuman afirma sentirse orgulloso de pertenecer a una época que produce tantos escritores interesantes, que además se ayudan mútuamente. Concluye que es asimismo un buen momento de la literatura escrita por mujeres.
La novela el 'El Viajero del Siglo', traducida al checo por Jana Novotná, fue publicada en 2015 por la editorial Argo.