Alumnos de Jindřichův Hradec entablan amistad con los pequeños Chamacocos
Cuando la directora de la Escuela Básica de Arte de Jindřichův Hradec, Jarmila Kulhavá, era niña, adoraba las películas de Pierre Brice en las que este actor francés desempeñaba el papel del valiente cacique Winnetou de la tribu apache mescalera de América del Norte. No sabía que años más tarde entrarían en su vida indios reales, los Chamacocos paraguayos. Más en esta edición de A Toda Marcha.
En el principio de esta historia fue la profesora de la Escuela Básica de Arte de Jinřichův Hradec, Zuzana Jirsová.
“Cuando tenía diez años empezaron a gustarme los cactus. Fue a mis 30 años, cuando iba de vacaciones con mi esposo y mis hijos a la montaña tomé en la biblioteca un libro sobre los cactus para entretenerme. Entonces supe por primera vez de la existencia del explorador checo Alberto Vojtěch Frič. Estuve entusiasmada y empecé a leer otros libros de él. Pasaron muchos años y escuché un programa radial sobre Frič. Después, un día, lavaba los platos cuando escuché en la radio que en América del Sur fue descubierta una hija indígena de Frič, doña Herminia, y mi corazón empezó a latir fuerte”.
En la próxima clase Zuzana Jirsová presentó la obra de Alberto Vojtěch Frič a sus alumnos explicándoles, por ejemplo, que denominó Adolfo Hitler a un ejemplar de cactus que estaba podrido. También les contó que los descendientes checos de Alberto Vojtěch Frič fundaron la asociación Checomacoco para ayudar a sus lejanos parientes de la tribu Chamacoco en el Chaco paraguayo.
Los niños se entusiasmaron igual que su maestra y se pusieron a recaudar fondos para los indígenas. Filip, de 12 años, dedicó dos veces todo su dinero de bolsillo que recibe mensualmente de sus padres, unos ocho euros.
“Yo no sabía qué comprarme y cuando mi profesora me contó esta historia, simplemente decidí contribuir”.
Así, moneda a moneda, los alumnos y profesores de Jindřichův Hradec reunieron finanzas suficientes para ampliar el futuro rebaño de ganado para los Chamacocos checos, proyecto de ayuda de la Asociación Checomacoco, por una vaca que llamaron Zuška.La profesora Zuzana Jirsová sostiene que ella fue el elemento emotivo de la campaña, mientras que la directora Jarmila Kulhavá el organizador que llevó las cosas más adelante.
“Yo estaba muy curiosa por saber cómo acabaría esta historia, por eso pedí a los esposos Yvonna y Pavel Frič que nos visitaran después de su vuelta del Paraguay. Para mi sorpresa realmente vinieron, nos proyectaron fotos de su estancia en la aldea indígena, y empezaron a contar. Su relato nos arrastró a todos. Tanto los adultos, como los niños nos dimos cuenta de que uno puede ser feliz teniendo poco. A pesar de que a los indígenas les faltan muchas cosas a nosotros nos falta algo que ellos tienen: ese calor humano y la gratitud por las cosas ordinarias. Así que me dije que sería bueno que lo supieran más niños y que aprendieran a escuchar a otros y ayudar”.
Los alumnos de la clase de música ofrecieron un concierto benéfico, otros modelaron de cerámica figuritas de vacas y las vendieron en una exposición organizada al final del año escolar, los pequeños actores destinaron a Checomacoco el beneficio de su espectáculo teatral. Y las actividades continúan, según explica la directora Jarmila Kulhavá.“Los niños de la clase de arte dibujarán algo para los niños en el Paraguay, los músicos se preparan para grabar canciones checas y puede ser que traduzcan alguna al español para que la entiendan. Además quisiéramos enviar a las niñas indígenas paños bordados parcialmente para que ellas puedan terminar el bordado. Será un ejemplo de nuestros trabajos a mano y una buena práctica para nuestras alumnas, porque me di cuenta de que no todas saben bordar bien”.
Los esposos Frič trajeron de su último viaje al Paraguay un montón de cartas y dibujos de los escolares Chamacocos destinados a los niños de Jindřichův Hradec. ¿Qué les parece?, preguntamos a algunos de ellos.
“Nos gusta mucho que los niños, a los que enviamos ayuda, quieren ser nuestros amigos. Nos alegra mucho”, dice Vítek.
“Es estupendo porque nosotros conocemos solamente a nuestros amigos de aquí y casi no conocemos otras culturas, es bonito conocer algo nuevo”, opina Anna.
“Yo quisiera escribir a una de las estudiantes, que se llama Cesy y tiene unos 18 años. Me pareció simpática y me gusta que alguien quiere educarse aunque no tiene que hacerlo necesariamente”, apunta Kamila.
¿Y qué les parece a ustedes, amigos oyentes?