Adam Gebrian: “Praga es fantástica, pero sus ventajas no se ven enseguida”

Praga

Luego de afianzarse como divulgador de la arquitectura, Adam Gebrian publicó un libro sobre un viaje de tres meses que había hecho a Barcelona junto a su esposa y su pequeño hijo. El resultado tuvo tan buena recepción que poco después extendió esa idea a Lisboa y, recientemente, a Chicago y Nueva York. En diálogo con Radio Praga Internacional, este verdadero catador de ciudades comparte todo lo que aprendió viajando y explica por qué Praga es mucho más apta para los residentes que para los turistas.

“Uno admira de un lugar sus cualidades pero se enamora de sus defectos”.

Cuando de chico le preguntaban a qué se dedicaría de adulto, Adam Gebrian no dudaba en responder que sería un arquitecto tan bueno como su padre. Y aunque hasta incluso se graduó en esa carrera, su intuición se cumplió solo en parte: si bien hoy no se desempeña como arquitecto, logró destacarse gracias a su trabajo como promotor de distintos temas vinculados, precisamente, a la arquitectura.

“Mi trabajo es lograr que la gente se interese en la arquitectura, empecé a hacerlo hace unos catorce años, busco diferentes modos de llevarlo a cabo y me di cuenta de que lo principal es ser comprensible porque, si no, la gente deja de interesarse. Por eso intento ser conciso, lo cual no es muy común en República Checa donde la gente suele ser, entre otras cosas, muy divertida e ingeniosa, pero nunca concisa”.

Adam Gebrian,  divulgador de la arquitectura | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Gebrian no tardó en darse cuenta de que el desafío de difundir esos temas vinculados con la calidad del espacio era tan grande que, más que un pasatiempo, debía tomarlo como un trabajo a tiempo completo. Y para evitar un posible conflicto de intereses, renunció a construir edificios, una decisión complicada que tuvo que elaborar durante varios meses, pero considera que fue indispensable para tener las cosas claras y llevarse bien con sus colegas.

La promesa incumplida

Plaza real de Barcelona | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Ya enfocado de lleno en su tarea como divulgador de la arquitectura, Adam Gebrian logró conquistar al público mediante su presencia en varios medios de comunicación. Pero nunca imaginó que ese trabajo incluiría también la publicación de libros sobre arquitectura y urbanismo que, si bien se dedican a describir sitios interesantes y habitables, están muy lejos de lo que conocemos como guías de turismo.

“Fui convocado por dos personas de una editorial y me dijeron que les gustaría publicar un libro mío o sobre mí, y yo les respondí que no estaba interesado, pero como recientemente habíamos pasado tres meses en Barcelona que disfruté mucho, luego se me ocurrió que podía escribir sobre eso”.

Tres meses en Barcelona,  su primer libro | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Es decir que, al revés de lo que sucede en muchos otros casos, la escritura de los libros de Adam Gebrian fue absolutamente posterior a los viajes que realizó. De hecho, asegura que, durante las distintas temporadas que llevó viviendo en otras ciudades, en ningún momento se le cruzó la idea de escribir libros al respecto, un trabajo tan impredecible como agotador que, a diferencia del formato audiovisual, suele requerir meses e incluso años.

“Vengo de una familia vinculada con los libros. Mi madre es bibliotecaria y cuando yo tenía 23 o 24 años, es decir veinte años atrás, publiqué una especie de diario sobre unas conferencias a las que asistí en Ámsterdam y Róterdam y recuerdo la gran cantidad de trabajo que implicó. Y desde ese momento dije que nunca más publicaría un libro porque sé de lo que se trata”.

Defectos irresistibles

Dos meses en Lisboa | Foto:  editorial Universum

Gracias a que Gebrian no cumplió su promesa, hoy los lectores pueden disfrutar de un libro novedoso, entretenido y, por momentos, conmovedor como ‘Tres meses en Barcelona’, ciudad que lo impactó a los 13 años, gracias a los famosos Juegos Olímpicos de 1992 y que visitó en 2018 junto a su esposa y su hijo de dos años. El libro describe, comenta y contrasta algunos sitios más o menos conocidos, pero haciendo hincapié en su propia interacción con esos lugares que le permitieron compartir momentos únicos con su hijo. Poco después, Gebrian utilizó una idea similar para escribir un segundo libro sobre Lisboa.

“Creo que Barcelona es de algún modo increíble y admirable, en muy pocos años realmente hicieron allí un gran trabajo que aprecio mucho, es una ciudad amigable con los peatones y discapacitados, una metrópolis bordeada por el mar,  tiene muchas ventajas... Pero, al mismo tiempo, creo que uno admira de un lugar o de una persona sus cualidades pero se enamora de sus defectos; en ese sentido, es muy fácil llegar a Lisboa y criticar esa apariencia de ruinas que le dan sus grafitis, sus edificios descuidados y la basura desparramada por todas partes, pero, al mismo tiempo, se trata de un lugar increíblemente hermoso”.

Lisboa | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

En todo caso, hay algo que lo atrajo de ambas ciudades y es la riqueza de su historia ya que no le gustan los lugares demasiado nuevos y, en ese sentido, un tipo de ciudad que, por ejemplo, le parece poco interesante es Dubái. Aclara, sin embargo, que lo que más lo seduce son las ciudades antiguas que, además, cuentan con alguna parte nueva o moderna.

Su flamante libro Siete meses en Raleigh,  Chicago y nueva York acaba de llegar a las librerías | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Gebrian viene de presentar un tercer libro sobre su estadía en las ciudades de Raleigh, Chicago y Nueva York y anuncia que el próximo probablemente esté dedicado a Tenerife, donde pasaron en familia el último verano. Y aunque no está seguro de encontrar el tiempo necesario para hacerlo, agrega que le gustaría escribir también sobre Buenos Aires, ciudad que aún no conoce pero le interesa mucho, y sobre San Pablo y Río de Janeiro, dos destinos que visitó hace quince años y le encantaron por distintas razones.

Un paraíso con condiciones

Adam Gebrian es de esas personas que logran mantener intacta su capacidad de asombro, lo cual se ve en la cantidad de fotos sobre el centro histórico y otros sitios de Praga que sube a diario en su Instagram. Al mismo tiempo, está convencido de que conocer en profundidad varias ciudades del mundo, le permitió entender mucho mejor el espíritu de la suya.

Nueva York | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Creo que Praga es fantástica pero bajo una condición: necesitas conocerla, y si vienes solo como un turista por un período corto de tiempo puede volverse un lugar no tan agradable porque, con frecuencia, algunas cualidades pueden llegar a estar muy pero muy bien escondidas, no están a la vista y, a veces, es necesario conocer a alguien que te muestre algunos lugares porque es una ciudad que tiene la particularidad de que muchas de sus ventajas no son inmediatamente visibles y accesibles para cualquier persona que acaba de llegar”.

“Praga es fantástica pero bajo una condición: necesitas conocerla porque si vienes solo como turista por un período corto de tiempo puede volverse un lugar no tan agradable”.

En ese sentido, aunque la llegada de millones de turistas a Praga cada año suele provocar muchas quejas, él entiende que el verdadero problema son los locales que intentan enriquecerse a costa de ellos mediante pésimas condiciones de servicio que, a la larga, pueden crear una imagen muy negativa de la ciudad. Gebrian no se refiere solo a los casos extremos de estafas, sino también a la falta de vocación de servicio. Del mismo modo, afirma que Praga es, sin lugar a dudas, una ciudad muy estética, aunque no tiene tanta infraestructura como Barcelona.

Vojanovy sady en Praga | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Si tuviera que comparar Barcelona con Praga diría que aquí muchos lugares se ven hermosos pero no resulta posible pasar en esos sitios ocho horas seguidas porque no hay dónde ir al baño, tomar agua o sentarse, son lugares perfectos para sacar fotos y caminar un rato, pero que luego te empujan a irte, y hay muchas razones de por qué es así: una es que a la mayoría de la gente de aquí parece que le gusta estar adentro: en el trabajo, en su casa, en un restaurante o en un shopping, pero siempre adentro”.

Fan confeso de los rincones próximos al río Moldava y de esos jardines casi ocultos que, como el de Vojanovy sady, tiene la ciudad, Gebrian atribuye a la arraigada tradición de las casas de fin de semana el hecho de que los praguenses no suelan pasar su tiempo libre en la ciudad, lo cual, en su opinión, redunda en que carezcan de iniciativas y exigencias para mejorar la infraestructura de la capital checa. Por eso mismo explica que a él no le gusta tanto la expresión “vypadnout z města” (“largarse de la ciudad”) que se escucha con frecuencia cada vez que llega el viernes o hay un fin de semana largo.

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