A través del tiempo en el Castillo de Praga

En la Caballeriza Imperial del Castillo de Praga se exhibe una colección de relojes históricos que incluye más de un centenar de estos aparatos, entre ellos verdaderas reliquias.

Existe algo que todos conocen, pero pocos saben definir. Algo infinito que la humanidad decidió dividir en segundos, minutos y horas. El hombre inventó el reloj para intentar medir el tiempo y desde épocas inmemoriales estos aparatos fascinan a la gente.

Ahora se puede admirar una muestra con los relojes más valiosos del Castillo de Praga. Dentro de la exposición se escucha el rumor sin pausa del tic tac de más de un centenar de relojes históricos, provenientes de las colecciones de esta antigua sede real checa.

Jaroslav Sojka, el comisario de la exposición, expresó que al principio, los relojes eran un lujo que pocos podían darse.

“Con el tiempo, el avance técnico y la moda influyeron sobre los relojes que, además de su función primaria, adquirieron también el papel estético. Comenzaron a elaborarse relojes de diversos tamaños, tipos y formas. Se decoraban de acuerdo con el estilo de la época con materiales como oro, plata y marfil”, dijo Sojka.

El Castillo de Praga posee una colección de relojes que se encuentran dispersos en sus salones, despachos y pasillos. Con motivo de la exposición, las piezas más valiosas fueron sometidas a renovación y reunidas en la sala de la Caballeriza Imperial.

Los visitantes del Castillo de Praga tienen la oportunidad de apreciar más de un centenar de relojes de distintas épocas, dijo el comisario, Jaroslav Sojka.

“Digno de atención es, por ejemplo, un reloj del año 1680. Su caja está ricamente decorada y el mecanismo es obra del afamado relojero londinense Robert Finch. Único es un reloj dorado con un carillón que toca fragmentos de la ópera ‘Don Juan’, de Mozart. Esta pieza forma parte del mobiliario del llamado Salón de chimenea, situado en las antiguas salas representativas del Castillo de Praga”, señaló Sojka.

Con la estadía en el Castillo de Praga del emperador austriaco y rey checo Fernando V el Bueno está vinculado un reloj depositado en el grueso marco de un cuadro en óleo de la primera mitad del siglo XVIII. La pintura representa un paisaje montañoso. Mientras que el carillón toca el himno austro-húngaro y la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, un mecanismo oculto en la parte trasera del cuadro hace mover varias figuritas y una rueda hidráulica.

En la exposición lucen relojes de estilo renacentista, barroco, rococó, clasicista, etc. Sin embargo, prevalecen relojes de estilo imperial de origen francés. Los historiadores especulan que su elevado número está relacionado con la residencia en el Castillo de Praga de Carlos X de Borbón, rey de Francia.

En las vitrinas figura un solo reloj de sol, elaborado alrededor de 1700, que tiene una superficie de latón cubierta con ornamentos. El reloj ‘más joven’ es del palacio presidencial de Lány y data de 1939. En las colecciones del Castillo de Praga no se ha conservado ningún reloj de bolsillo ni de mano.

Parte de la muestra, que permanecerá abierta en la Caballeriza Imperial hasta el 28 de septiembre, la forman muebles, espejos, candeleros y otros objetos decorativos.

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