Vesna Vulović, la azafata que sobrevivió a una caída de 10 000 metros, y la oscura historia del Vuelo 367
Celebridad y heroína nacional primero y rostro involuntario de la conspiración después, la historia de Vesna Vulović continúa plagada de interrogantes tras 50 años, al igual que la del Vuelo 367 de JAT Airways.
El 26 de enero de 1972 era un día más en el Aeropuerto de Estocolmo. El vuelo 367 de la compañía aérea JAT (aerolíneas yugoslavas) despega con destino Belgrado. Hay dos escalas previstas: Copenhague y Zagreb. La primera transcurre con normalidad y el avión reanuda su viaje desde la capital danesa, donde la tripulación que partió de Suecia fue reemplazada. Eran 28 personas, 23 pasajeros y 5 tripulantes. Entre ellos estaba Vesna Vulović, una azafata serbia de 22 años emocionada de visitar por primera vez Dinamarca y cuyo nombre pasaría a la historia. En Checoslovaquia aquel era también un día como otro cualquiera. Más aún en el pequeño pueblo de Srbská Kamenice, de apenas 250 habitantes, al norte de Chequia, en la región de Ústí nad Labem, uno de tantos recónditos lugares del país donde la vida transcurre sin sobresaltos, entre la calma, lo cotidiano y la monotonía. Es aquí donde ambas historias convergen.
A las 16:00 la nave sobrevuela tierras alemanas sin problemas aparentes y en cuestión de segundos esta desaparece de las pantallas de los radares y se interrumpen las comunicaciones con tierra. Reina la confusión y la tragedia se desarrolla en un instante: una explosión en la parte delantera de la bodega parte el avión a una altura de 10 160 metros y posteriormente se estrella contra la ladera nevada de una montaña próxima a la propia Srbská Kamenice.
La ladera se transforma en una escena terrorífica. Entre toda aquella destrucción sobresalen los gritos de dolor de una mujer que, milagrosamente, sigue con vida: la joven Vesna Vulović. Para Zdenko Kubík, vecino del lugar, se trata de un día que no olvidaría jamás.
“Yo estaba en casa y después de las cinco de la tarde salí para ajustar la antena de la televisión y oí pasar un avión, que es normal porque aquí estamos en un corredor aéreo, así que no le di mucha importancia. Pero después oí un golpe como amortiguado y luego otro. Como estaba nublado no le hice mucho caso y seguí con lo mío. Y de repente oí un crujido, el ruido se volvía más fuerte y después un sonido como si el piloto acelerara el motor”.
Los servicios secretos checoslovacos no tardan en acudir al lugar e iniciar sus investigaciones con el habitual hermetismo. A la mañana siguiente el diario sueco Kvällsposten recibe una llamada de un supuesto miembro de un grupo nacional-separatista croata que se atribuye la autoría del atentado. Yugoslavia por su parte señala a la Ustacha, un grupo terrorista croata. Tres meses después la inteligencia Checoslovaca presenta sus conclusiones: la explosión de una bomba en la parte delantera hizo que el avión se desintegrase en pleno vuelo y se estrellase. No aparecieron las cajas negras ni más evidencias. Ningún grupo terrorista reivindicó oficialmente su implicación y no se realizó detención alguna. El gobierno yugoslavo dio por buena la explicación y así se dio carpetazo al asunto.
La noticia corría como la pólvora entre los medios y, especialmente, el nombre de Vesna Vulović, quien luchaba por su vida en un hospital de Praga. Despertó del coma para ser consciente de la magnitud de unos hechos que había borrado de su memoria pues nada recordaba del accidente pero para entonces ya era toda una celebridad. Los medios de la época ya se hacían eco de su historia.
Con todo, seguía siendo un misterio cómo podía haber sobrevivido. Varios expertos se pronunciaron al respecto: ¿Remota y extremadamente improbable? Sí. ¿Posible? También. Que Vesna siguiese viva solo podía explicarse por un cúmulo de circunstancias que la condujeron a ello. La joven se encontraba en la cola del avión durante de la explosión, desprendiéndose esta del resto del fuselaje. Uno de los carritos del cátering debió dejarla clavada contra la pared, protegiéndola de salir succionada al exterior. Por último, la cola del avión permaneció intacta durante la caída y se estrelló contra la ladera en un ángulo que desaceleró lo que hubiese sido un impacto mucho mayor. Con todo, el accidente continuaba dominado por las incógnitas. Ni siquiera Zdenko Kubík puede describir con precisión qué sucedió exactamente.
“De repente oí un golpe amortiguado, abrí los ojos de manera instintiva, miré hacia el cielo y vi un avión que caía. Y después oí el impacto sobre el suelo, el sonido era como si cayeran sacos”.
Lo único cierto era que Vesna estaba viva y que su popularidad la había convertido en toda una celebridad. A su regreso de Praga a Belgrado, Tito la recibió con honores, ya como toda una heroína nacional de Yugoslavia. El propio régimen titista la convirtió desde entonces en una suerte de icono que usaban a modo de propaganda. El punto álgido para ella llegó cuando en 1985 el prestigioso Libro Guinness de los Récords le otorgó el título de “superviviente a la caída desde más altura sin paracaídas” en una ceremonia en Londres, donde recibió el galardón de manos del mismísimo Paul McCartney, ídolo de la juventud de la propia Vesna.
Sin embargo, hubo también quien no dejó de lado su escepticismo y no terminó de creerse que algo así pudiese ser real. Y es que algo tan extraordinario invitaba a desconfiar, al igual que la naturaleza de unos servicios checoslovacos dirigidos desde Moscú. El secretismo reinante en el bloque soviético hacía cuestionarse la versión oficial, más cuando, como en este caso, dejaba más interrogantes que certezas.
No fue hasta enero de 2009 cuando la verdad comenzó a salir a la luz. Peter Hornung-Andersen y sus compañeros Tim van Beveren y Pavel Theiner publicaron la conclusión de una investigación que planteaba una gran mentira encubierta por las élites políticas del momento. Esta concluyó que era “muy probable” que el vuelo JAT 367 fuese derribado por error por cazas MIG de la Fuerza Aérea Checoslovaca. La investigación se basó en documentos desclasificados de la Autoridad de Aviación Civil Checa y del Archivo Nacional Checo. Según esta el avión experimentó problemas y descendió bruscamente. Al desviarse de la ruta y altura normales fue confundido con un avión enemigo y derribado. Así lo explicaba el propio Hornung-Andersen a los micrófonos de la Radio Checa.
“Primero el avión, que estaba en descenso de emergencia, no tenía forma de identificarse porque justo antes del evento a gran altura hubo problemas de comunicación entre el control aéreo civil y militar, en relación con este avión. Así que el control aéreo militar en el sur de la República Democrática Alemana no sabía exactamente lo que se avecinaba en ese momento. Hubo el evento a gran altura y luego no tuvieron posibilidad de utilizar sus comunicaciones por radio”.
La investigación plantea que el avión pudo sobrevolar una zona de alta seguridad militar y que, además, varios líderes políticos regresaban de Praga a sus respectivos destinos justo en aquel momento.
“Sobrevolaron un área militarmente muy sensible, porque había muchas instalaciones militares soviéticas. Y, al mismo tiempo, los líderes de alto rango del Pacto de Varsovia volaban de regreso desde Praga a sus capitales. El señor Honecker de Alemania volaba de regreso a Berlín, el señor Gierek volaba a Varsovia. Y tal vez, no estamos seguros de esto, Leonid Brezhnev, de Moscú, estaba volando el área".
Los investigadores se basaron en varias evidencias. La inteligencia checoslovaca habría ocultado declaraciones de testigos que habrían visto al avión descender envuelto en llamas, pero de una pieza, y explotar a apenas unos 800 metros. Las pruebas halladas en el lugar por los servicios yugoslavos y varias declaraciones avalarían esta versión.
“Podemos demostrar que el avión se rompió justo encima de Srbská Kamenice, porque el área donde se esparcieron los escombros es demasiado pequeña para que un avión se rompa a 10 000 metros. También los cuerpos no eran personas que hubieran caído desde una gran altura. Parecían como si hubieran caído de un edificio alto, no más. También tenemos a un ex investigador del lado yugoslavo. Nos dijo: “Estuve allí en 1972, y puedo decirles que este avión se rompió a unos cien metros de altura, no más”.
Vesna pudo haber sido un cabo suelto en toda esta conspiración pero, por suerte o casualidad, sucedió justo lo contrario. Su supervivencia fue el reclamo perfecto para adornar la narrativa oficial y hacer que la atención se centrase en ella, evitando que se hiciesen demasiadas preguntas.
Políticamente, el asunto también tendría su lógica: los servicios secretos checoslovacos estaban fuertemente supervisados por Moscú. La inteligencia yugoslava conocía la verdad pero sufrió fuertes presiones y terminó encubriendo el engaño. Las relaciones entre el Kremlin y Belgrado no eran las mejores desde las desavenencias de Tito con los soviéticos décadas atrás, sin embargo, este encontró en Vesna el mejor reclamo posible como heroína e icono del orgullo yugoslavo.
Las nuevas evidencias comenzaron a desmontar su historia. La Autoridad de Aviación Civil Checa se apresuró en desmentir el resultado de la investigación pero, por lo pronto, el Libro Guiness de los Récords decidió retirarle el suyo.
Vesna, por su parte, simplemente trató de seguir con su vida. Afirmó que no le importaba no ostentar el récord, que esto no cambiaría nada y que ni siquiera consideraba lo sucedido un milagro, ya que habían fallecido 27 personas. Siguió contando con el cariño de muchos de sus compatriotas e incluso desarrolló un activismo político muy claro expresando abiertamente su oposición a Slobodan Milošević. Finalmente, falleció el 23 de Diciembre de 2016 para que hoy, aún exista un avivado debate que aún cuestiona qué sucedió realmente.