Se cumplen 40 años de la mayor catástrofe aérea en el territorio checo

El avión DC-9 de la compañía aérea yugoslava Inex Adria Aviopromet, foto: ČT

El 30 de octubre de 1975 se inscribió en la historia aérea checa como el día más trágico. Un avión con 120 personas a bordo, en su mayoría checoslovacos, se desplomó poco antes de aterrizar en el aeropuerto de Praga. Las verdaderas causas de la tragedia, que se cobró las vidas de más de 70 personas, aún siguen siendo objeto de especulación. Los mecánicos Jindřich Machalínek y Petr Bílý decidieron aclarar los motivos del accidente por medio de la construcción de un fiel simulador de la aeronave.

El avión DC-9 de la compañía aérea yugoslava Inex Adria Aviopromet,  foto: ČT
El avión DC-9 de la compañía aérea yugoslava Inex Adria Aviopromet despegó el 30 de octubre de 1975 del aeropueto de Tivalt, en Montenegro, llevando a bordo 115 pasajeros, que regresaban de vacaciones, y cinco tripulantes.

El vuelo transcurrió sin problemas hasta acercarse a su destino final: Praga. Aparte de la reducida visibilidad, provocada por una densa niebla, los pilotos recibieron un aviso de que el sistema de aterrizaje instrumental del aeropuerto praguense estaba fuera de servicio.

En base a la información recibida de los controladores aéreos, los pilotos calcularon que pese a ello sería posible llevar a cabo el aterrizaje. A las 9:20, la aeronave desapareció de los radares.

La mayor catástrofe aérea en el territorio checo,  1975,  foto: ČT
El siniestro vino provocado por las Rocas de Sedlec (Sedlecké skály), situadas en el barrio de Suchdol. El tren de aterrizaje del avión rozó sus cimas, escondidas en la niebla, y la aeronave se estrelló en una zona de jardines.

Alena Antonyová, que vive cerca del lugar de la tragedia, recordó para la Radiodifusión Checa el horroroso espectáculo.

“Se oyó un estruendo que hizo temblar la tierra. El avión rozó las rocas y se veía cómo la gente caía de su interior. Los gritos fueron horrorosos, eso no se puede olvidar”.

El trabajo de la ambulancia asombró al mundo

Las primeras tres ambulancias llegaron al lugar de la tragedia tan solo cinco minutos después del aviso telefónico del accidente. Otras cuarenta ambulancias, todas las disponibles en la capital checa y sus alrededores, llegaron pocos minutos después. A Suchdol acudieron a ayudar también muchos médicos que aquel día no estaban de servicio.

La mayor catástrofe aérea en el territorio checo,  1975,  foto: Archivo Nacional,  Oficina de la aviación civil
El conductor de una de las ambulancias, Bedřich Procházka, también recordó para la Radiodifusón Checa el terrible escenario.

“Vimos cadáveres, muchas personas heridas ... Fue increíble. El avión se partió de una forma desastrosa, quedó solamente la parte central. Yo lo compararía con una guerra, donde la gente también sabe que no puede tener miedo de actuar, que es su trabajo, y nadie lo hará por ellos”.

Gracias a la excelente labor de los médicos y socorristas se logró salvar muchas vidas, ya que todos los heridos fueron rescatados de entre los restos y trasladados a los hospitales después de 35 minutos desde el primer aviso de la tragedia.

La perfecta coordinación y rapidez de los servicios de rescate checoslovacos asombró al mundo entero. La ciudadanía se mostró muy solidaria, ofreciendo todo tipo de ayuda como, por ejemplo, donación de sangre.

Un simulador de la aeronave podría aclarar las causas de la tragedia

La investigación sobre las causas del accidente fue más complicada. Ni el hallazgo de las cajas negras ayudó a aclarar los motivos de la tragedia, ya que las cintas eran demasiado cortas, y dejaron de grabar unos 15 minutos antes del impacto.

Los investigadores excluyeron la posibilidad del mal estado técnico de la aeronave, así como la hipótesis de una explosión, un incendio o turbulencias. Otra teoría sostuvo que los pilotos pudieron haber sido desorientados por la iluminación del ferrocarril y la carretera del barrio de Suchdol, que pudieron haber confundido con la pista de aterrizaje.

La mayor catástrofe aérea en el territorio checo,  1975,  foto: Archivo Nacional,  Oficina de la aviación civil
Finalmente, las autoridades cerraron el caso declarando que la tragedia había sido provocada por el fallo de los pilotos, quienes no respetaron la trayectoria del vuelo respecto a la altura y el curso. Se llegó a averiguar que el avión se desplomó desde una altura de aproximadamente 100 metros por debajo del nivel de la pista de aterrizaje, aunque los controladores aéreos dieron permiso para bajar solamente a 550 metros.

Sin embargo, la falta de pruebas en las cajas negras hace que las verdaderas causas aún sigan siendo un misterio.

En resolverlo una vez por todas se empeñaron los constructores Jindřich Machalínek y Petr Bílý, de la ciudad de Liberec.

En Estados Unidos compraron la cabina de un DC-9, que actualmente están reconstruyendo para convertirla en un simulador que les permita reproducir la misma situación en la que se encontraron los pilotos del desdichado avión yugoslavo.

El objetivo es confirmar o excluir las hipótesis de la causa del accidente, y ante todo, impedir que vuelvan a repetirse errores parecidos. De momento, Jindřich Machalínek coincide con la declaración oficial, que sostiene que la tragedia se debe a que no se respetó la altura reglamentaria.

La mayor catástrofe aérea en el territorio checo,  1975,  foto: Archivo Nacional,  Oficina de la aviación civil
“Los pilotos se dirigían al aeropuerto, pero cuando recibieron el aviso sobre el fallo del sistema de aterrizaje, no estaban preparados para aquella maniobra. El informe lo recibieron bastante tarde y tenían mucho trabajo. Yo vi las fotografías de los aparatos, que fueron encontrados después en las ruinas. Según lo que indicaron, parece que ni uno de los pilotos se fijó en que ya habían descendido tanto. Eso significa que no estaban prestando atención a los aparatos”.

Jindřich Machalínek junto a otros treinta aficionados trabajan actualmente en el montaje de miles de aparatos, luces testigo y palancas para conectarlas con el ordenador y otros sistemas de la aeronave, lo que les permitirá conseguir una fiel simulación del trágico vuelo, según explica.

“Podemos lograr lo que hace 40 años era imposible. Simular las mismas condiciones las que estaban entonces en el aeropuerto de Praga y apagar los sistemas de aterrizaje instrumental. También podremos programar las mismas condiciones climáticas. Eso nos posibilitará experimentar todas las hipotéticas situaciones que pudieron originar la tragedia, y luego señalar la más probable”.

Jindřich Machalínek estima que poner en marcha el simulador tardará aproximadamente un año. Actualmente el mayor reto lo representa la instalación de una pantalla de proyección de seis metros de diámetro con seis proyectores alrededor de la cabina, lo que lo convertirá en un ejemplar único a nivel mundial.

Después de las pruebas para aclarar las causas de la tragedia de Suchdol, el simulador servirá para el entretenimiento del público.